Epistolario/Armando Rojas

JAVIER: En 1980 compré en Cuernavaca la casa que ocupo cuando menos tres días a la semana, y pronto, a mi jubilación, podría ser mi residencia permanente.  En 1982 me incorporé al gobierno del doctor LAURO ORTEGA como su secretario particular, hasta el último día de su mandato, que fue en abril de 1988. Han transcurrido desde entonces 35 años.

No fue fácil para un “extranjero” –así nos decían los morelenses a los que no nacimos ahí- trabajar en el gobierno de una tierra que no era la mía. Con frecuencia, medios, periodistas y uno que otro político que se sentía “relegado”, me echaban en cara estar “usurpando” el lugar que le correspondía a un morelense.

Una vez, casi al terminar su gobierno,  don LAURO, a quien como muchos ciudadanos, considero el mejor gobernador que ha tenido Morelos por su cercanía con la gente y su forma de ejercer el poder, me preguntó si quería hacer carrera política en Morelos; que si lo deseaba no había impedimento legal, porque la reforma constitucional que él promovió fue que todo ciudadano que tuviera 5 años de residencia podía aspirar a cualquier cargo de elección popular. Fui cuidadoso y, aunque me moría de ganas por llegar al Congreso, le dije que yo quería por Chiapas. Paradoja: cuando se presentó la oportunidad y las cartas estaban a mi favor –tiempos de LÓPEZ PORTILLO-  JORGE DE LA VEGA DOMÍNGUEZ me lo impidió abiertamente. Es más, LÓPEZ PORTILLO a través de don FERNANDO GARZA me mandó a ser director de difusión de mi paisano para que me considerara de su equipo, y cuál sería la apreciación que tenía de mí que cuando me recibió para darme el cargo, fue para advertirme: “Mira, Armando, yo tenía para esta comisión 14 candidatos y tú eres el número 15”.

Nunca más me recibió para un acuerdo y todas las instrucciones me las daba a través de su secretario particular, NICHO PÉREZ JÁCOME. La otra vez que me abrió las puertas de su despacho, fue para presentarme a mi relevo: ROBERTO ALBORES GUILLÉN.

En Morelos no quise, por respeto a los morelenses, y en Chiapas quise pero no pude. Don FEDERICO BRACAMONTES –un gran SEÑOR que llevo muy dentro de mi corazón, con toda lealtad y agradecimiento por toda la vida- me apadrinó y movió sus contactos. Don JESÚS REYES HEROLES me recibió una vez en su despacho para decirme que me preparara para ser y en una segunda ocasión me mandó a hablar con NACHO VAZQUES TORRES, su oficial mayor que llevaba la lista final del PRI. “¿Cómo puedo darle malas noticias a un querido amigo?”, me preguntó NACHO. “Ya la has dicho”, le respondí.

Entendí que mis pretensiones en Chiapas debía mandarlas al cajón de los malos recuerdos. Con ROBERTO ALBORES GUILLÉN estuve a punto; A dos meses de terminar su mandato, en una reunión privada en su casa de Comitán ALBORES se lo dijo frente a mí y de varios compañeros del gabinete a ANTONIO AGUILAR BODEGAS, entonces presidente estatal del PRI.  Tampoco. Acuerdos entre AGUILAR BODEGAS y PABLO SALAZAR MENDIGUCHÍA. La cosa es que éste, quien originalmente había dado su beneplácito, cambió radicalmente. Como gobernador, se dedicó a hostigarme y perseguirme, pese a que éramos amigos y que como coordinador de la “transición” –entre ALBORES, del PRI, y PABLO, del PRD y PAN- hice todo lo que estuvo a mi alcance para que el cambio de poderes fuera lo más terso posible. Total, nada.

Hoy que estoy más allá de cualquier aspiración y no deseo más que disfrutar de Cuernavaca tranquilo y con seguridad, para seguir escribiendo, me pregunto si pequé de ingenuo –por no decir otra cosa- con eso del respeto a los morelenses. Aquellas voces airadas en contra de los “fuereños” nunca hicieron eco. Ni ayer ni ahora. Esas voces fueron apagadas con las imposiciones del centro. No me arrepiento. Creo mucho en los designios.

¿Dónde se quedaron embarrados esos gritos contra los fuereños? ¿Dónde fue a parar el fundamentalismo contra los “extranjeros”? Me pregunto tales cosas, cuando veo que un tabasqueño como GRACO RAMÍREZ es gobernador; el “líder” del Congreso Local, FRANCISCO MORENO, es defeño; dos o tres diputados federales son de otras partes del país; el secretario de Seguridad es de Tijuana, y otro defeño como CUAUHTÉMOC BLANCO es presidente municipal, ¿qué pasó con esos reclamos? ¿Dónde están esos ex abruptos para sumarme a ellos? ¿Dónde quedó la indomable bravura tlahuica?

De Chiapas, tierra querida en donde están sepultados mis seres más queridos y adonde viajo con frecuencia para convivir con mi familia y amigos, mejor ni pregunto. Los chiapanecos gritan en contra del mal gobierno, pero hasta ahí. Don BELISARIO ha revivido varias veces y se ha vuelto a morir del coraje. Varios colaboradores del actual gobernador son “fuereños”, y uno de ellos, que desprecia abiertamente a los chiapanecos, es del Estado de México y funge como titular de las finanzas.

En fin.

VAYA CINISMO EL DE GRACO.- Seguramente para desviar la atención sobre la situación política que priva en Morelos, y tal vez por instrucciones del Presidente, GRACO RAMÍREZ acusó a  JAVIER DUARTE de “saquear y no gobernar” Veracruz. Ello fue en un acto proselitista en Villahermosa, Tabasco, a favor del candidato del PRD a la alcaldía de esa ciudad.

GRACO se mordió la lengua. Morelos se ubica por arriba de Veracruz en todos los índices delictivos, tanto en ilícitos del fuero común como en los del fuero federal. Se entiende que lo mandaron a darle la “puntilla” a DUARTE.

MILLONES DE MEXICANOS vieron por las redes sociales el video donde JAVIER DUARTE es abucheado y echado ignominiosamente en La Parroquia. Lo que pocos saben es que JAVIER ya inició la desocupación de la Casa Oficial de Veracruz, porque se va, y no en noviembre cuando llega a su término constitucional su gestión, sino antes, como una estrategia para evitar la derrota del PRI en las elecciones de junio. La presencia de DUARTE en el gobierno de la entidad se ha convertido en una gran piedra en los zapatos del Presidente y del PRI.

EL MISMO CAMINO puede seguir GRACO. El reclamo y la exigencia social de que se vaya, crecen cada día.