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El misterio de B. Traven como el del explorador danés Frans Blom continúa. Hay muchos cabos sueltos para hilvanar la verdadera historia de ambos personajes. Según Alfonso Villa Rojas, en su ensayo ‘RECORDANDO A FRANS’, el misterioso explorador llegó a México en marzo de 1917 y no en 1919 o 1921, como otros biógrafos anotan. Y llegó en barco, por Veracruz, “como se lo dijo en una entrevista a Casahonda Castillo (1965: 43-48), en la que (Frans Blom) rememoró aquel marzo de 1917, cuando desembarcó en plena revolución:
“Me hospedé en el clásico hotel ‘Diligencias’. Al abrir la puerta de golpe que da acceso al billar anexo al hotel, tuve mi primera impresión mexicana: vi a un hombre gordo, de espaldas, en la actitud esponjosa de tirar una carambola difícil, con dos pistolones con cachas de madreperlas al cinto. Después supe que el autor de esta postal revolucionaria insospechada para un europeo, era el general Guadalupe Sánchez, que fue mi amigo”.
En esa platica -continua Villa Rojas- campea el buen humor, es una entrevista bien llevada. Ante una pregunta sobre su verdadera especialidad contesta que es explorador, muy a su estilo:
“… y también soy arriero, con todo y fraseología. En la arriería con los geólogos de “El Águila” he aprendido a levantar mapas y un poco de geología. Conozco a las mulas y sé cómo hablarles”.
Agrega Villa Rojas más delante:
“Personalmente algo me dijo de los muelles de New Orleans. Pero sin cosas de él que a mi qué me importan y para qué preguntarle”.
Subraya: “Los tiempos de este calibre curten el alma. Se aprende a vivir en el filo de la pendiente, y entre hombres se alaba el gusto por ‘cruzar los arcos’. Se toma sentido al humor. Así nos pasó con Piña Chán y José Luis Lorenzo el medio día siguiente de la noche en que nos perdimos por el mercado viejo de San Cristóbal, nada menos que en la fecha en que presentábamos ponencia. Al despertar había sobre nuestra mesa de noche una cerveza helada, con una tarjeta de Fans: ‘Tómatela antes que salga la conciencia’”.
Tras las huellas de B. Traven aquí podemos encontrar varias pistas: su llegada a New Orleans (El Barco de la Muerte), su encuentro con el general zapatista Guadalupe Sánchez (El general tierra y libertad), su conocimiento de la arriería (La carreta) y muchos cabos sueltos más que entretejen la vida de este acaudalado danés que se internó a México y podría ser quien en realidad escribió bajo el seudónimo de B. Traven, no Otto Feige, no Ret Marut no Traven Torsvan no Hal Croves, a quienes Luis Espota atribuyó la vasta obra literaria de este personaje anónimo que también escribió ‘La pizca del algodón’, ‘El tesoro de la Sierra madre’, ‘La Rosa Blanca’, ‘Canasta de Cuentos Mexicanos’, ‘Puente en la selva’, ‘La rebelión de los colgados’, ‘Macario’… entre otros.