Abanico
La Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) es “un estado dentro del estado” y su estabilidad incide en la gobernabilidad de Tabasco. De ahí que las autoridades deban resolver con “pinzas” la sucesión en la rectoría.
Esa descripción la hace un personaje que conoce detenidamente la administración pública. Con la autoridad de la experiencia, establece que desde hace cuatro períodos el encargado de esa institución es electo por un mando oculto que se hace presente en la Junta de Gobierno.
La misma fuente señala que el verdadero poder en la Universidad pública lo detenta la exrectora Candita Gil Jiménez, a quien le atribuye el control, pues a lo largo de por lo menos 20 años ha prohijado nexos oscuros.
“Candita no tiene aliados, tiene cómplices”, dice, y explica que la maestra supo repartir posiciones acomodando a cuadros allegados a ella en posiciones que con el tiempo se convertirían en claves.
A su vez, un político cuya trayectoria incluye haber sido dirigente universitario considera que Gil Jiménez domina “por lo menos” la mitad de la Junta de Gobierno, lo que indica que quien vaya a ser el nuevo rector, requiere a fuerzas “de sus canicas”.
El grupo de la exrectora, al que muchos conocen despectivamente como la “sosa nostra” universitaria, ha logrado colocar en la pista de la sucesión a cuatro cuadros aspirantes con posibilidades de lograr la plaza: Egla Cornelio Landero, secretaria de Movilidad; Rubicel Cruz Romero, secretario de Servicios Administrativos; Dora María Frías Márquez, secretaria de Servicios Académicos; y Fernando Rabelo Hartmann, director de la División Académica de Ciencias Sociales y Humanidades (DACSyH).
Cualquiera de estos conoce la formación con que juega Candita, y si queda alguno seguiría moviendo el tablero de ajedrez bajo sus dictados.
Desde 2004 ese poder oculto que manda en la Universidad operó para que fuera excluido el gobernador en la decisión de quien sería el nuevo rector.
A partir de entonces ningún mandatario ha podido nombrar al responsable. Ni Arturo Núñez Jiménez (2012-2018) que se creía un verdadero animal político logró instalar a nadie.
Ahora, como es la tradición, el mandatario Adán Augusto López Hernández está impulsando a su secretario de Educación, Guillermo Narváez Osorio.
Para enrarecer más el panorama, ha surgido una candidata “rebelde”: la directora de la División Académica de Ciencias de la Salud (DACS), Miriam Carolina Martínez López, a quien se le ven posibilidades por pertenecer desde sus inicios al movimiento social fundado en 1988 por el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador.
De manera natural el ‘Grupo Universidad’ ve como “enemiga” a la médico de menuda figura que ha logrado un crecimiento sin par en la comunidad universitaria, pues su llegada representaría acabar con el sistema de privilegios para la burocracia dorada que controla los principales puestos.
Tampoco el secretario de Educación de López Hernández pertenece a ese círculo, aunque su imagen conciliadora podría ser el la “llave” que le abra el “candado” de la rectoría.
¿Por qué la hermandad de Candita significa un peligro para el régimen? Esa cofradía posee el control del aparato en más del 50 por ciento. Peor aún: tienen los hilos que pueden sacar a la calle a una población estudiantil calculada en 70 mil matriculados que estudian en diversas regiones del estado.
En síntesis, si arde la UJAT se incendia Tabasco.