Tendidos de Cristo, una tradición que sigue pasando de generaciones

SAN MARTÍN HIDALGO, Jal., 4 de abril de 2021.- Son patrimonio de Jalisco. Una tradición que lleva muchos años y que pasa de generación en generación. Son los tendidos de Cristo, que se llevan a cabo en San Martín Hidalgo.

En sus casas, alrededor de 55 familias se preparan en esta Semana Santa para velar a Cristo. Colocan altares que son preparados desde el Jueves Santos, reveló a Quadratín Jalisco Martha Patricia Díaz Rubio.

“Desde el jueves nosotros comenzamos. Los hombres se van a traer el sabino, que es árbol, y comenzamos a hacer los preparativos, a encargar las flores y pensar cómo lo vamos a diseñar con tanto cariño porque sí es mucho trabajo cada altar.

Ya para el siguiente día que es el viernes temprano se levanta uno a seguir acomodando. Ya como a las 3 de la tarde se van encendiendo los cirios, acercan a las palomas y empezamos a rezar el rosario y a sentir que el Señor está verdaderamente tendido”, explica.

Este evento que dura hasta el Domingo de Pascua al mediodía se hace en total silencio, no se prende la televisión, no hay ruido, es como velar un cuerpo, pero se hace con mucha fe y sobre todo es una tradición que viene pasando de generación en generación.

“Cuando lo hacen así heredado de familia, en familia, que aquí ya tenemos muchísimo tiempo también teniéndolo. Es curioso es de mi esposo, es de ellos el Cristo, yo estoy hablando por ellos, pero en el lado de mi familia materna también hemos tenido Cristo desde que tenemos uso de razón.

La tradición ha sido muy bonita porque te van heredando el amor a los Cristos que se tienen en casa, a que se les cuide y se les quiere mucho, pero sobre todo a mantener la fe encendida, es una forma de dar las gracias al Señor y de ver que la vida está llena de amor y de ilusión y de sacrificio para nosotros mismos”, cuenta Patricia.  

En su casa, tiene un Cristo que tiene más de 300 años, es de su esposo y ya va por la cuarta generación. “Este cristo data del Siglo 17. Está hecho de pasta de caña, llegó por generaciones, esta es la cuarta generación en esta misma familia que está el cristo está desde que viene mi suegro, porque es el que está encargado ahorita y ahorita se lo transfirió a su hijo ya, pero tiene más de 300 años”.

Explica que la imagen que tiene en casa es muy especial porque está muy detallado y lo más increíble es que después de tantos años sigue prácticamente intacto.

“Tiene corazón flotante en los orificios que tiene. Es un Cristo muy detallado. En el orificio de la boca se puede ver su lengua y sus dientes finamente tallados. En lo que es la herida de las costillas se puede ver por el pequeño orificio, por la costilla también.

Entonces es un Cristo más detallado, con mucha antigüedad. Todavía haciéndolo más sorprendente tiene articulaciones, baja sus brazos.

Hasta ahorita no se explica de qué está hecho. Lo que es la articulación del hombro porque en tantos años no se ha dañado y sigue todavía sirviendo. Está deteriorado, pero todavía se pueden bajar sus brazos”.

Revela que precisamente por lo antiguo que es no lo sacan muy seguido “para no lastimar las articulaciones más de lo que están. Entonces, pues tratamos de no hacerlo muy seguido, así que los que tienen la fortuna de verlo con los brazos abajo por el tamaño, de verdad que da una sensación muy bonita.

Es algo muy bonito, que tiene que ver más adelante en años que vienen les toque ver de esa manera para que vean que da una expresión distinta. Es increíble”, señala. 

ANÉCDOTA En los años que tiene Patricia Díaz Rubio participando en este evento único, narra uno hecho que la dejó impactada.

“Vino una familia que veía a dar el recorrido de los Cristos y de repente traían unos binoculares chiquitos para poder ver a las imágenes de cerca y les dimos una breve explicación porque sí te pregunta toda la gente era una señora con su hija e hijo.

La señora como de algunos 50 años y sus hijos se miraban como entre los 20 y 25 años, pero después de un ratito se nos hizo extraño se sentó y se agarró llorando y decía que no.

Se nos hizo raro y pesamos que se sentía mal y de repente decía la señora: ‘ay es que acabo de ver que cerró los ojos, y es que yo lo vi’. No lo podían controlar sus hijos.

Lo más impresionante de esto es que ella dijo que no creía en imágenes, que no creía en todo esto.

Dijo que no sabía qué le había despertado este Cristo. Se la llevaron sus hijos, impresionados y nosotros también. Lo más impresionante es que era alguien que ni siquiera tenía fe en esto”.