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MORELIA, Mich., 8 de marzo de 2025.- Impulsada por el deseo de ayudar a su madre, Emma Alonso Meza comenzó a trabajar siendo aún una niña y tuvo que abandonar la escuela.
Perdió a su madre y aprendió a ser una madre para sus hermanos pequeños en medio de su pubertad, pero no se dio por vencida, resistió y hoy es una artesana reconocida en Michoacán.
Emma Alonso Meza ha sido reconocida por las instituciones por la calidad de su arte en laca, pero no siempre fue así ni tuvo un camino libre de obstáculos. “Terminé nomás la primaria, porque no había economías para que estudiaran los más chicos, era para los más grandes.
Pero yo vi que a mi me gustaba más trabajar, entonces las necesidades de la casa… yo veía que mi madre sufría más por la economía, fue entonces que comenzamos a trabajar-ella y hermanos pequeños-”, relató a Quadratín entre cada pincelada.
Con la mirada sembrada en un plato, recordó que se quedó a cargo del cuidado de sus hermanos porque su madre murió cuando ella era muy pequeña, era la más grande de las hermanas mujeres, lo que la obligó estar al frente del cuidado de los hermanos y la casa.
“Cuando terminé la primaria, ella murió-su madre-, fue una cosa más difícil. Yo era la más grandecita de las mujeres y fue que comenzamos nosotras mismas a ayudar en el hogar”, añadió sin interrumpir sus trazos, con un pulso firme y la respiración casi en pausa.
La maternidad parecía que sería lo suyo, ya había ensayado con sus hermanos, pero antes le llegó la laca, de la mano de su hermano mayor aprendió el oficio, comentó Alonso Meza. “Me pongo nerviosa, cuando comienzo a ver cámaras, qué susto.
Empecé a los 20 años, me enseñó primero un hermano más grande que yo. Mi madre hacía algo parecido, era un trabajo de Uruapan en maque, pero en Pátzcuaro vimos que la laca era más bonita y también era tradicional”, fue así que su historia comenzó. Aprendió el oficio, mejoró su técnica y dibujos.
Ya nada detuvo su desarrollo en este arte, ni la maternidad, porque entre cada línea, pincelada y entre laminillas de oro malabareó la tarea del hogar y el cuidado de su tres hijos, a la par que les enseñaba a dibujar.
A heredar su conocimiento. “Yo me las traía al taller, los ponía a dibujar y a hacer las tareas. Desde pequeños van aprenden qué sí y qué no.
Es como se les enseña, que se puede agarrar y que no”, El tiempo ha pasado, Emma Alonso Meza logró conquistar el firmamento de los artesanos populares.
Recibió reconocimientos por distintas piezas, en concursos locales y nacionales de arte popular, pero no deja de producir.
Todavía hay talento de sobra y mucha experiencia, pero reconoce que hay que darle paso a las nuevas generaciones.
A su familia, un mensaje muy especial. “Yo les digo que sigan trabajando, allá afuera, pero cuando se jubilen, aquí las espero”, comentó entre risas, porque sabe que al final, en su taller siempre tienen las puertas abiertas para aprender, mejorar y crecer.