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San Cristóbal de las Casas, Chiapas, 4 de agosto del 2015.- La venta de mujeres para fines matrimoniales cuando ya están en edad reproductiva, es normal porque esta tradición forma parte de los usos y costumbres indígenas, aunque los ladinos o kashlanes, se asusten, pero ellos hacen cosas peores, dijeron nuestros entrevistados.
En esta región, las familias tsotsiles y tzeltales de los Altos de Chiapas, acostumbran a dar a la hija en matrimonio, a partir de los 13 años de edad, a cambio de un dote, que incluye, cultivos, frijol, maíz, gallinas, carne, refresco, panela y posch, el aguardiente tradicional de San Juan Chamula.
Manuel Pérez Gómez, como es la tradición de usos y costumbres, pidió en matrimonio a María López, una muchacha chamula, de 17 años de edad y para este casorio debió cumplir con su dote con lo que pudo ahorrar en unos meses, pues regresó de mojado de los Estados Unidos.
Manifestó que estaba muy emocionado cuando pidió la mano de su novia y a los tres días debió entregar la paga del matrimonio en la casa de los suegros, dio 5 mil pesos, para la celebración de la boda, pero hay quienes deben pagar hasta diez y 20 mil pesos, dependiendo de la economía de los enamorados.
El padre de María, Pedro López Gómez, dijo que su hija sabe hacer todo en el hogar, primero es hacer bien la tortilla, preparar el pozol y el lonche de su futuro marido.
Consideró que Manuel, no pudo conseguir mejor mujer que María, además de que es muy seria y trabajadora.
Precisó que ninguna mujer es vendida a la fuerza ya que las hijas aceptan el matrimonio porque es parte de los usos y costumbres indígenas y lo mismo hizo él cuando contrajo matrimonio con Chepita, su esposa, con quien procreó cinco hijos, tres mujeres y dos hombres.
López Gómez, dijo que muchos ladinos, o kashlanes, se asustan por esta tradición matrimonial, pero en los pueblos indígenas es toda una tradición que forma parte de los usos y costumbres.
Manifestó que no todo es malo cuando entregan a las hijas en matrimonio, porque aunque hay dinero de por medio, los padres quieren lo mejor para sus hijas, quieren que sus esposos las quieran y las respeten, por lo que esta tradición asegura que las mantengan y no las dejen.
Comentó que no es lo mismo que los jóvenes enamorados apalabren su noviazgo a solas en el parque y después las dejan embarazadas, a que los padres sean los que decidan con quien se casan, porque es por el bienestar de la mujer.