Son 6 muertos en vehículo dejado cerca de facultad de la UAS en Culiacán
Tuxtla Gutiérrez.- Ojitos tiene la nariz roja y unas antenas verdes que le salen de la diadema sobre la cabeza. El lápiz labial sólo cubre la parte interna de sus delgados labios, tiene un búho grande en la espalda y unas alargadas pestañas se dibujan rozando su ojo. Pero es su mirada la que destila alegría.
El búho es multicolor. Le cubre desde la espalda alta hasta la altura del coxis, los ojos enormes viran hacia al frente y el plumaje contiene colores vivos, verdes, amarillo, azul. Está pintado sobre la bata de la “Doitora”, una doctora de la risa.
Con el corazón en la nariz, llevan alegría a los hospitales. Al menos dos veces a la semana dejan todo problema a un lado, toda tristeza queda en segundo plano, aquí la alegría es el estandarte para hacer que la vida se entretenga con las narices rojas y los dientes pelados, que decida quedarse más tiempo en la vida de un niño enfermo de cáncer u otra enfermedad mortal.
“Te das cuenta que los problemas que tienes no se comparan con los problemas que hay en un hospital…”
Ana Luisa es quien queda después del maquillaje, una licenciada en trabajo social que desde pequeña contagió de alegría su alrededor, tiene en su mirada una luz de alegría que hace casi natural la confidencia que logra en el niño. Por ella, su mirada, es que se convirtió en la “doitora ojitos”.
Hace tres años que nació “Ojitos”, un amigo le invitó a formar parte del proyecto e ir a compartir sonrisas y dejar el corazón en los niños necesitados de alegría en un ambiente donde todos los días se ven enfermedades y muerte le ha cambiado la vida.
-¿Qué es lo que más le gusta?-
-Ver el cambio en el estado de ánimo de un paciente y también de su familiar porque ayudamos al paciente y a su familiar pues que tenga un mejor estado de ánimo también mejora su salud que ese es el fin de la risoterapia-
Desde pequeña le gustó repartir sonrisa, se ve que ella sonríe en cada momento, aunque como Ana Luisa tenga momentos tristes, la alegría la hace tener una actitud positiva, la educación de ver la mejor parte de la vida permite transmitir esperanza y ánimos a los menores enfermos.
“Creo que cada uno puede hacer esta labor y los que tenemos muchas ganas de hacerlo, pues vamos a hacerlo…”
Estar en el hospital no sólo es un lugar donde se da sino también se recibe, Ana Luisa ha crecido como ser humano, “Ojitos” le enseña a valorar la vida, la sonrisa débil de un niño que puede tener sus días contados, hace que se dé cuenta que la vida sólo es una y hay que vivirla feliz.
“Aprendes a valorar la vida, a valorar la salud principalmente. A amar la familia, los amigos, es la enseñanza que más te dejan”
Los ojitos miran al cielo, sus cachetes se inflaman al contraerse por la sonrisa que se le forma, en su mente pasa los momentos que ha pasado con sus compañeros, aquellos momentos donde recuerda el ciclo de la vida con la muerte incluida y seguir sonriendo, ser un doitor de la risa para quienes aún tienen esperanza.
Y es que la vida tan bella que muestra no viene sin su dosis de tristeza por la inevitable muerte. En el hospital en todo momento lidian con la idea que en cualquier momento un alma deja el cuerpo para reír en otro plano sin dolor ni enfermedades.
“Antes de pertenecer a la asociación hay que tomar un curso donde te enseñan lo que es tolerar ese tipo de situaciones y cuando te pones la nariz te transformas completamente, piensas en que quieres mejorar el estado de ánimo del paciente no viendo su problema, no viendo su diagnóstico…”
Los doitores no van buscando enfermos, buscan niños con quienes reír. Cada uno tiene un nombre diferente, como cada quien tiene un nombre o dibujos o accesorios característicos pero todos tienen esa nariz roja que cambia la actitud y que deja una estela de alegría por donde ilumina.
“La nariz roja es el corazón, siempre decimos que nos ponemos el corazón en la nariz. La nariz te transforma, debajo de la nariz hay una persona pero con ella eres completamente diferente…”
Ana Luisa es tímida pero “Ojitos” muestra sus dientes sin temor, le gusta sentir la alegría fluir por su sangre y que se acumule en su nariz, Ojitos brilla con el color rojo de la extremidad de plástico, parce que la tristeza no entra en la doitora.
Nada es obligatorio en “Sonríe Chiapas”, es si quieres, si puedes, si estás interesado, si tienes el ánimo de regalar parte de tu tiempo a los más necesitados, el objetivo es ir dos o una vez al mes a un hospital sobre todo los fines de semana.
Antes de iniciar a apoyar a quien lo necesita dejan todo en el “hoyo negro”. El ritual de los doitores inicia desde antes de entrar al hospital, todos se despojan de las tristezas y miedos se depositan en un lugar donde no estorbe la risa, en el hoyo, escondido, para volver a tomar, con suerte, más liviana la carga.
El secreto de los doitores es permanecer unidos, entre todos se apoyan a salir adelante, a recordar la misión de la asociación y poder ayudar a ayudar a los demás, pues mantener la risa constante no es fácil y un doitor solo no tiene la misma fuerza que la unión de varias narices rojas.
Cuando Ojitos y sus amigos entran a la sala de un hospital, las miradas curiosas e incrédulas se posan en ellos, no todas, algunos menores tienen tanto dolor en su cuerpo que se cansan hasta de ser curiosos, la enfermedad no solo afecta el cuerpo, también el alma.
“Hay niños que de plano tienen mucho dolor o tienen miedo. Tratamos de acercarnos los más suave a ellos, cuando sentimos que es de plano el rechazo los respetamos, no obligamos a que participen con nosotros y a veces se van integrando poco a poco…”
La familia para Ana Luisa es su apoyo, es con quien desahoga cada que los problemas la superan, sin ella no podría hacer lo que hace, le animan y se alegran de los triunfos de “Ojitos”, ellos la conocen desde pequeña y saben que sólo da la alegría que desde niña le conocen.
La asociación “Sonríe Chiapas” está en busca de más Doitores, hace un mes fue el curso de introducción en Tuxtla, ahora el próximo 19, 20 y 21 de septiembre se realizarán los talleres que significará la primera generación de doitores en Tapachula.
Hace cinco años vino el proyecto dirigido por jóvenes entusiasmados por ayudar a los demás, una asociación sin fines de lucro que, de acuerdo a sus dirigentes, no recibe apoyo de ninguna dependencia gubernamental por lo que la cuota de recuperación es de 650 pesos.
En la actualidad los doitores de la risa se encuentran en los municipios de San Cristóbal de las Casas, Comitán, Palenque, Tuxtla Gutiérrez y ahora en Tapachula visitando a cada niño que no tiene una sonrisa para mejorar su salud.
Ana Luisa se pone su bata blanca, y en cuanto la nariz ocupa su espacio, ella desaparece, la sonrisa de “Ojitos” inunda el ambiente, el búho en su espalda parece contagiarse de los ánimos y la alegría con esa mirada profunda como su dueña.
“Hacer reír a un niño es lo más difícil que puedes hacer pero la recompensa y la satisfacción es inmensa”.
La doitora “Ojitos” está lista, camina hacia la sala del hospital y la estela de sonrisa deja niños felices a su paso. El corazón en la nariz late rojo y brillante, la alegría busca que la vida y la esperanza se quede entre los niños que visita.