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De acuerdo con la información retomada de AFP “José Salvador va con mucho ánimo, quiere ver a la familia de Ezequiel y explicar todo lo que sucedió”, dijo a la AFP el abogado del náufrago, Benedicto Perlera. Alvarenga partió en un vuelo comercial desde el Aeropuerto Internacional El Salvador, acompañado de su padre, Ricardo Orellana; su madre, María Julia Alvarenga; y su abogado. “Será un encuentro muy íntimo entre José Salvador y la familia de Ezequiel”, sostuvo Perlera.
El viaje se concretó luego de que el náufrago recibiera el pasado viernes, como donativo, cuatro boletos de avión y viáticos para permanecer hasta el 18 de marzo en México, de una fundación de la empresa Alba Petróleos, un consorcio conformado por alcaldías gobernadas por el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y una filial de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Alvarenga, de 37 años, salió a pescar tiburones en diciembre de 2012 desde la costa de México en el Pacífico junto al mexicano Ezequiel Córdova, de 24 años, pero el motor de la lancha se averió y quedaron a la deriva.
El hombre contó que sobrevivió comiendo aves y pescado crudos y bebiendo sangre de tortuga y su propia orina, pero que su compañero de pesca murió a los cuatro meses incapaz de soportar esa dieta y tuvo que arrojar su cuerpo al mar.
Ambos pactaron de que si uno sobrevivía, visitaría a la familia del otro para contar lo sucedido: “Él quiere cumplir con esa promesa, hablará con su familia, les explicará qué pasó”.
“Él está muy triste por eso”, remarcó Perlera. La familia del joven mexicano, que también ha pedido hablar personalmente con Alvarenga, vive en El Fortín, en el municipio de Pijijiapan, estado de Chiapas.
El náufrago apareció el 30 de enero pasado en las islas Marshall, a 12,500 kilómetros de distancia de su punto de partida, y fue trasladado a su país el 11 de febrero.
Alvarenga ha acaparado atención mundial desde que apareció en el atolón Ebon, en el sur de las islas Marshall, semidesnudo y con el pelo y la barba crecidos, en una lancha de pesca de siete metros de eslora y de fibra de vidrio, cuyos motores se averiaron y se quedaron sin hélices.
Esa lancha, que tenía la inscripción ‘Camaroneros de la Costa’ y la matrícula mexicana 0701343713-3, se convirtió en la primera prueba de la travesía de Alvarenga, que luego fue confirmada por una universidad de Hawai, Estados Unidos, que estudia el comportamiento de las corrientes marinas.