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CIUDAD DE MÉXICO, 1 de marzo de 2016.- La visita del papa Francisco a México generó diversas reacciones: euforia en buena parte de quienes profesan el credo católico, alegría en otros sectores; preocupación por agendas de índole política y social, así como una expectativa, sobredimensionada en muchos casos, sobre los efectos que tal visita podría tener en la determinación del rumbo del país, según publica el diario Excélsior.
Lo cierto es que una vez concluida la llamada “visita pastoral”, la mejor lección que puede obtenerse es la relativa a la relevancia de contar con un Estado laico, por lo que no deja de llamar la atención la propensión de la clase política de mostrar abiertamente qué religión tiene, cuando para el ejercicio público tal posición es irrelevante, pues más allá de las creencias personales están obligados a cumplir y hacer cumplir lo que se encuentra en la Constitución, sus leyes, normas y reglamentos.
En un Estado laico las personas tienen plena libertad de creencias y de expresión, y por ello un régimen plenamente democrático ha sido definido por algunos como el modo de gobierno en donde todos los discursos son posibles, excepto aquel que atenta contra la propia democracia, y con ella, del pluralismo político y cultural, la diversidad, en todos los ámbitos, y la diferencia como opción de vida de quien así lo asuma.
Nota completa: http://www.excelsior.com.mx/nacional/2016/03/01/1078121