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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chis., 9 de octubre de 2014.- Apenas inicia la mañana del ocho de Octubre y la luna se tiñe de rojo, rojo sangre, sobre México. Las dracónidas, lluvia de estrellas también llamadas Lágrimas de San Lorenzo, cruzaron el cielo de Europa, horas antes. Sangre y lágrimas en el universo y doce horas después de ello, la marcha.
Son jóvenes universitarios, son normalistas y campesinos. Todos, con sus luchas independientes, con una ideología diversa, se unen en San Cristóbal de las Casas para demandar que aparezcan, que los que no están, estén. Que 43 normalistas de Ayotzinapan, Guerrero, estén vivos.
Hay de todo, luto en tela negra, rosas blancas y pañuelos que cubren rostros, pero también hay alegría, sonrisa, canto, porque así son los jóvenes en San Cristóbal, una ciudad con cultura que protesta con cultura, los gritos contestatarios se mezclan con jazz.
La protesta inicia nueve kilómetros antes de entrar a San Cristóbal, en el “Comedero de la 37” un paraje donde algunos automovilistas aprovechan para disfrutar de alimentos es todavía parte del territorio de ZInacantán, donde campesinos detienen los vehículos para mostrar las consignas.
-¿Estás con el pueblo o contra el pueblo?- Pregunta uno de ellos tajantemente, no se distingue molestia o sentimiento alguno, pero la pregunta es directa, con el poco español que sabe decir, es directa para saber si confiar o no confiar.
La neblina sirve como paliacate natural, palos y machetes son su defensa ante las injusticias cometidas, son herramientas de trabajo con la que la tierra les da de comer pero ahora lo utilizan como medida de protección, la cola de automóviles se extiende varios metros, para pasar en promedio duras 20 minutos.
-Hoy como ayer slaimos a las calles a manifestar nuestra inconformidad, hacia un sistema ladrón y cobarde…Por el esclarecimiento de los hechos violentos ocurridos contra los compañeros normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, vivos se los llevaron, vivos los queremos-
De las montañas se escucha el clamor, la estrella roja en medio de la bandera negra hace sentir la presencia del comandante Galeano o del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), piden justicia para los jóvenes.
Llegar a San Cristóbal se agiliza una vez pasan el primer retén de seguridad pero en el Periférico Norte, a las cinco de la tarde los normalistas y el magisterio espera la caminata hacia el centro. Una bandera de México, sólo que en lugar del color colorado y verde, ambos negros y el EZLN marchando, aparte pero unidos con la misma causa.
En silencio los zapatistas toman la calle que bordea la ciudad para luego llegar al centro, desde las montañas, desde el rincón más olvidado, bajan a unirse con los normalistas.
“A LOS ESTUDIANTES DE LA ESCUELA NORMAL DE AYOTZINAPA, GUERRERO, MÉXICO, Y A SUS FAMILIARES, CONDISCÍPUL@S, MAESTR@S Y AMIG@S, SÓLO QUEREMOS HACERLES SABER QUE:
NO ESTÁN SOL@S.
SU DOLOR ES NUESTRO DOLOR.
NUESTRA ES TAMBIÉN SU DIGNA RABIA.”
No dicen mucho, callan, es una marcha en silencio por la protesta, por la muerte de “El Chilango”, joven desollado vivo y del que se encontró su cadáver al día siguiente de la agresión en Iguala o de cualquiera de las 43 historias desaparecidas.
Gritan por Ayotzinapan, por quienes ya no pueden gritar, por quienes esperan no sean los encontrados en las fosas clandestinas, por el esclarecimiento de los hechos.
GOBIERNO DEL ESTADO GARANTIZA SEGURIDAD DE MARCHAS
El secretario de gobierno, Eduardo Ramírez Aguilar, serio habla este mismo día sobre la postura del gobierno de Chiapas ante los conflictos en Iguala, sobre todo garantizó la seguridad de las marchas.
“En torno a estos hechos han surgido en el estado múltiples muestras de apoyo por parte de grupos de la sociedad civil. En este sentido manifestamos que existen las garantías de seguridad para marchar y protestar en Chiapas ya que conocemos el derecho a la libre expresión como un deseo inherente al ser humano”.
Mientras se ejercían las manifestaciones se presentaron conatos de violencia por manifestantes y automovilistas sin embargo lograban llegar a un acuerdo y seguir con lo importante, mandar las muestras de apoyo hacia el estado vecino del sur, porque todo el mundo mira hacia allá en estos días.
Ramírez Aguilar garantizó la seguridad pero también los ciudadanos se comportaron con rabia y enojo ante la injusticia pero dentro de sus cabales, con paredes rayadas, pero respetando a los transeúntes y a los turistas.
También fue clara su condena, no sólo como el encargado de las políticas internas del estado sino en representación a todos y cada uno de los funcionarios estatales, el gobierno de Chiapas, quiere y exige justicia para Ayotzinapa.
La marcha avanzó con la Coordinadora de Estudiantes Normalistas del Estado de Chiapas (CENECH), encabezándola al llegar al centro donde minutos antes los zapatistas marcharon con las consignas de apoyo.
“Su dolor es nuestro dolor. Nuestra también es su digna rabia” repetían los carteles.
Algunos esperaron con los automóviles mientras los demás siguieron la marcha, hombres y mujeres bajo pasamontañas negros, salieron a las principales calles de San Cristóbal recordando como en enero de 1994, lo hicieron por otra matanza, Acteal.
Los normalistas llegaron cuando ya los zapatistas se habían marchado, pero todos, desde Argentina o Nueva York; Ciudad de México a Reino Unido, todos protestaron, junto con la luna que se tiñó de rojo, las lágrimas de San Lorenzo en el cielo o la gente en la plaza de San Cristóbal, 26 de Septiembre no se olvida, Ayotzinapa duele.
-Vestido de verde olivo, políticamente vivo, no has muerto, no has muerto, no has muerto camarada, tu muerte, tu muerte, tu muerte será vengada- mujeres estudiantes protestan.