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SAN ANTONIO SIJA, Guatemala, a 1 de abril de 2023.- “Quiero que venga pronto mi hijo, aunque sea muerto”, exigió Catarina Hernández, madre de Roberto González Hernández, quien falleció durante el incendio en la estación provisional migratoria de Ciudad Juárez, Chihuahua.
A este reclamo se unieron su viuda Manuela Gómez Álvarez, su hermana Roselia González Hernández, familiares, vecinos y amigos que se encontraban reunidos esperando noticias de cancillería, pero hasta este viernes nada les habían dicho.
El pasado 19 de marzo, Roberto de 32 años de edad; abrazó por última vez a su mamá, su esposa y sus hijos Brayan y Elsa Catarina de 11 y 10 años, respectivamente y abandonó este pequeño pueblo, ubicado en las montañas del departamento de Totonicapán.
Durante la entrevista, con la mirada triste, la pequeña Elsa Catarina porta una fotografía donde aparece ella, su papá y su hermano cuando estaban más pequeños; en tanto que Brayan aprieta con sus pequeñas manos la foto de su papá en medio de un bosque.
Mientras escucha que su abuela, su madre y tía claman a las autoridades de México y Guatemala para que el cuerpo de su padre sea repatriado de forma inmediata; el pequeño no puede evitar derramar lágrimas.
“Los niños extrañan mucho a su papá, lo quieren ver, se sienten muy tristes”, explica la madre.
Roberto compartía un viejo y pequeño cuarto construido con ladrillos de adobe con su madre, esposa e hijos; pero también habilitño un pequeño espacio para dos máquinas de costura.
El suelo de 35 quetzales (unos 80 pesos) que ganaba diario en el improvisado taller de ropa, no le alcanzaba para pagar los gastos de alimento, ropa, calzado y estudio de sus hijos.
“Él quería una vida mejor para su familia, que estudiaran sus hijos, pero con el sueldo que tenía haciendo ropa no le alcanzaba, por eso decidió buscar el sueño americano”, explicó Roselia.
De acuerdo a la esposa, Roberto se comunicó con ella el sábado 25 de marzo al medio día y le informó que había sido detenido por migración; pero el pasado martes se enteraron a través de las redes sociales que había fallecido.
“La noticia nos dejó eh shock, no esperábamos esto, lo que nosotros queremos es que nos manden el cuerpo, queremos tenerlo ya”.
“Pedimos justicia por las vidas que se perdieron, también pedimos una indemnización ya que somos de bajos recursos y los niños ahora se quedaron en la orfandad, sin nadie que vea por ellos”, exigieron los familiares.
Al llegar a este pequeño poblado resalta la construcción de modernas y amplias casas, que contrasta con la humilde vivienda del occiso.
“Esas son las casas de los que se han ido a Estados Unidos, este es un pueblo donde la mayoría de los jóvenes ha emigrado, mandan dinero para construir grandes casas y luego ni la disfrutan”, señala Santos un amigo de la familia.
“Si estuviera bien Guatemala Roberto no se hubiera ido, pero se fue porque hay mucha pobreza, la agricultura es solo para comer y la actividad de fabricación de ropa el gobierno le ha incrementado los impuestos, es demasiado impuesto y poca la ganancia”, aseveró.
En esta zona indígena hablantes del idioma Kiché, la mayoría de los pobladores viven de la agricultura, la fabricación y venta de ropa al mayoreo y menudeo; pero la entrada principal es la remesa que envían los que han alcanzado el “sueño americano”.