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Aldea Nicá, Guatemala a 11 de marzo de 2019.-En medio del dolor y el coraje, cinco padres de familia esperan que el gobierno de México les entregue los cuerpos de sus hijos, que el pasado jueves fallecieron junto con 17 migrantes más cuando eran transportados hacinados en un camión que se accidentó en el tramo de la carretera Tuxtla Gutiérrez- Chicoasén, con destino a los Estados Unidos.
En este pueblo indígena Mam, de unos 15 mil habitantes, ubicado a unos 25 kilómetros de la frontera El Carmen-Talismán, que divide a México con Guatemala; familiares hicieron un llamado al gobierno de Rutilio Escandón Cadenas para que agilicen la entrega de los cuerpos de Delfino Cash Gómez, Félix Cash López, Yesenia Magdalena Pérez, Oscar Mazariegos López y Ezequiel Aldair Cash Fernández.
Imelda Fernández Mejía, de 45 años, madre de Ezequiel Aldair Cash Fernández, de 18 años de edad, quien es una de las 23 personas que fallecieron el pasado jueves en el accidente donde también resultaron 31 personas lesionadas; explicó que las autoridades mexicanas no les han informado con exactitud el día que les entregarán los restos de sus familiares y que únicamente les indica que falta una firma.
“Ya es mucho tiempo que fallecieron y no sabemos porque el gobierno de México los retiene, ya necesito tener a mi hijo”, señala la mujer entre lágrimas.
La misma inconformidad externa Heydi Paz Cash, quien era esposa de Oscar Mazariego López, de 29 años de edad.
“Quiero que entreguen el cuerpo de mi esposo, es mucho tiempo; el accidente fue el día jueves, lo único que quiero es que lo traigan, muerto para que lo van a querer allá, necesito a mi esposo”, insiste la mujer, madre de un niño de año y medio, y con un embarazo de 9 meses.
JÓVENES OBLIGADOS A EMIGRAR A ESTADOS UNIDOS POR FALTA DE TRABAJO
Eran las 16:00 horas, cuando Braimer Eliberto recibió una llamada telefónica de su hermano Ezequiel Aldair: Me voy a trabajar, cuídate, apoya a mamá, a papá y a nuestros hermanos, fueron las últimas palabras que escuchó el pasado lunes, cuando inició el viaje a los Estados Unidos.
“Se fue sin el permiso de mi mamá, no sabíamos nada, sólo me dijo que se iba para buscar una vida mejor, luego nos enteramos que se había muerto por unos vecinos”, explica el joven Braimer.
El joven de 23 años, explica que en este pueblo no hay oportunidad de empleo para los jóvenes; la única opción es el campo cultivando cacahuate, maíz, yuca, camote y mango con un sueldo de 40 quetzales al día (unos 60 pesos) que no alcanza para alimentarse, estudiar o vestirse.
Braimer señala que una vez pasando el funeral de su hermano emprenderá el viaje a Estados Unidos a pesar de los riesgos que se corren y que su madre le dijo que no tienen permiso para irse.
“Tengo que irme para ayudar a mi familia, quero ver el beneficio de ellos, aquí sólo se trabaja para comer y a veces ni lo que se cultiva alcanza”, señala el joven.
En este pueblo de calles empedradas y viviendas construidas de adobe, madera y lámina, con piso de tierra; la mayoría de los jóvenes ha emigrado a Estados Unidos.
Su población es de adultos mayores, mujeres con hijos que sus esposos las han dejado con sus padres para emigrar a Estados Unidos y jóvenes adolescentes que esperan llegar hasta los 17 años para emprender el “sueño americano”.
“No tenemos otra opción, en el campo no hay las condiciones para salir adelante, para tener algo mejor, mi hermano quería construir su casita y comprar un carro; pero no lo logró, me dejó la responsabilidad de sacar adelante a mis hermanos y mis padres”, señala Braimer.