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TAPACHULA, Chis.,29 de junio de 2020.- En el estado más pobre del México y en la segunda ciudad más importante con mayor número de casos de Covid-19, Ana María, una mujer transexual, originaria de Honduras, se prostituye desde hace siete meses que llegó a la perla del Soconusco.
En esta ciudad fronteriza, hay trabajadoras sexuales migrantes de El Salvador, Guatemala, Honduras y mexicanas en su mayoría de la tercera edad que están trabajando.
Hay un promedio de más de 500 a 600 trabajadores sexuales en Tapachula que se dedican a trabajar, sin embargo, durante esta pandemia se ha incrementado en un 5 % de bares y cantinas han migrado a esta vieja actividad-
Ana María, dijo que salió del país centroamericano, huyendo de la violencia, cobro de cuotas, la discriminación, la pobreza y utilizando el sexo servicio como la única forma de obtener dinero para cruzar Centroamérica e internarse a México.
“Es mucho más difícil y complicada por el mismo motivo por ser personas transexuales, ser diferentes según la sociedad a ellos no, nos dan el apoyo y no nos permiten hacer un trabajo honrado, digno y aportarle a la nación entonces tenemos que dedicarnos a esto”.
La mujer transexual, relató que la pandemia del Covid-19, ha disminuido sus ingresos de manera severa, ya que anteriormente podían obtener de 500 a mil pesos semanales, sin embargo, ahora solo pueden obtener 200 pesos que les permite poder pasajes y alimentos para mantener a tres o cuatro bocas.
La extranjera, denunció que, en el sureño estado de Chiapas, en la ciudad más empobrecida de México, la población las discrimina, les lanzan huevos, piedras, harina y alcohol.
Ahora con la pandemia la sociedad, también los ciudadanos nos gritan que llevamos el virus a los clientes.
Ana Fernanda, es una mujer mexicana que vive sus días en situación crítica, debido a que la pandemia del Covid-19, las ha dejado a tomar medidas extremas para conseguir unos pesos.
“Nos gustaría que nos apoyaran económicamente, si se pudiera porque la estamos pasando la verdad muy mal todas nosotros nos quejamos del dinero y no solo nosotras, todo mundo se queja del dinero que no hay es que no tenemos dinero”.
Para prestar el servicio las sexoservidoras, tienen que utilizar cubre-bocas, gel antibacterial y en el hotel igual, sin embargo, tienen el riesgo de contaminarse porque desconocen con qué tipo de hombre venga hablarme, donde estuvo y con quien estuvo, y pues ni modos tenemos que arriesgarnos porque económicamente estamos mal.
El coronavirus, ha obligado a mujeres de la tercera edad que se dedicaban al trabajo del hogar a ser sexoservidoras, debido al cierre de bares y cantinas en los últimos tres meses los dejo, sin empleo y sin poder obtener dinero para mantener a sus familias.
Doña Esperanza Macías, tiene 58 años y tienen que mantener a dos nietas del trabajo de la prostitución.
“Pues, yo trabajo en casa, pero mis patrones se fueron de aquí y por ese motivo me forzaron a trabajar”.
La mujer de edad avanzada, señaló que anteriormente, era trabajadora doméstica, pero sus patrones se fueron de la ciudad y por ese motivo tuvo que dedicarse a la prostitución para buscar el sustento económico.
De acuerdo a la organización brigada callejera, las autoridades federales, no se han acercado a brindarles alguna asesoría a las sexoservidoras, ni tampoco para entregarles medicamentos o despensas, los únicos que han brindado algún apoyo son los organismos de la sociedad civil para poder seguir ejerciendo de manera segura su actividad utilizando guantes, cubre-bocas y gel antibacterial.
A las sexoservidoras, es necesario que las autoridades les brinden al menos una despensa para poder quedarse en casa un mes para afrontar la pandemia que las alejado a lugares más alejados de la mancha urbana donde existe mayor inseguridad y violencia.
En Chiapas, la pandemia no ha detenido la prostitución, porque es vivir o morirse de Covid-19 porque son personas que tienen que vivir el día a día y sino trabajan no cuentan con un sustento económico para sus familiares.