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TAPACHULA, Chis., a 12 de julio de 2018.-Por más de un mes, el migrante hondureño Kenny Omar Ríos Martínez, de 28 años de edad, deambuló por las calles de Tapachula con su menor hija, pidiendo unas monedas para alimentarla; mientras esperaba la repatriación del cuerpo de su esposa Karen Sabio, que el pasado 7 de junio falleció de un paro cardíaco.
El pasado martes terminó la espera, ya que el consulado de su país le informó que se autorizaba el traslado de los restos de la madre de su hija Cristina, de un año y 11 meses de edad.
Entre lágrimas, Kenny Omar recuerda que debido a las extorsiones y amenazas de muerte que recibió su esposa de parte de pandilleros; se vieron obligados a huir de la ciudad de Trujillo, ubicada en el departamento de Colón, Honduras; para emigrar a los Estados Unidos.
De su trabajo como ayudante de albañil y de su esposa vendiendo comida típica, lograron juntar 2 mil 500 lempiras (unos 2 mil pesos) y a principios del mes de febrero emprendieron el viaje, logrando llegar a Guatemala, y posteriormente, cruzaron a territorio mexicano de forma irregular por la frontera Ciudad Cuauhtémoc-La Mesilla.
Tras burlar la vigilancia migratoria de la caseta de San Gregorio Chamik, los tres integrantes de la familia lograron llegar a la capital chiapaneca, donde fueron asegurados por agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) el pasado 6 de febrero y trasladados a la estación Siglo 21 para la repatriación.
Sin embargo, Kenny Omar y su esposa Karen de la etnia garífuna; iniciaron los trámites de refugio en las oficinas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) de Tapachula, la cual les fue otorgado el 7 de mayo.
“Todo iba muy bien, mi esposa trabajaba haciendo extensiones de trencitas con estambres en el parque de Tapachula, ganábamos entre 300 a 500 pesos diarios; nos alcanzaba para pagar un cuarto de 800 pesos mensuales, los gastos de comida, leche para la niña, ropa y calzado”, narra mientras prepara el biberón de su hija.Los ojos de Kenny se llenan de lágrimas, toma aire, abraza a su hija: fue el 7 de junio a las 11 y media, llegamos al parque para iniciar el trabajo, me dijo que se sentía muy cansada, se sentó en una banca; le compre agua y suero.
“Se desmayó, le puse alcohol en la nariz y reaccionó; logré llevarla al cuarto de una amiga cerca del centro; ella me decía que le dolía el corazón; volvió a desmayarse, la soplaba para darle aire, le di respiración de boca a boca, pero cuando llegaron los paramédico de la Cruz Roja me dijeron que ya no tenía signos vitales”, explica mientras seca sus lágrimas.
Kenny hace esfuerzos para no llorar, pero las lágrimas brotan incontenible de sus ojos, su hija lo mira fijamente como si entendiera el sufrimiento de su padre. Meses atras, el migrante también perdió un bebé de cuatro meses de gestación.
-¿Cómo han sido estos días para ti y tu hija?
Difíciles, duro, responde con voz cortada.
“Mi niña está acostumbrada a que su mamá le cante ángel de mi guarda por las noches; y cuando llora la llama, eso me llena más de tristeza, le he dicho que ella ya no está y se queda callada.
El migrante, explica que desde el fallecimiento de su esposa no ha podido trabajar debido a que no tiene quien cuide a su hija, por ello deambula por las calles con ella cargada en su nuca pidiendo monedas para poder alimentarla.
“Apenas logro juntar para comprar la leche a la niña, gracias a unos amigos salvadoreños no he pasado la noche en la calle”, señala.
Dice que su único objetivo es llevar el cuerpo de su esposa a su natal Trujillo, un pequeño poblado turístico ubicado en el caribe hondureño; donde Cristóbal Colón desembocó el 14 de agosto de 1502, durante su cuarto y último viaje a América Central; y regresará junto con su hija.
Mientras realizaba la entrevista, el consulado de Honduras le informó a Kenny (el martes al mediodía), que se había autorizado la repatriación de los restos de su esposa que se encontraba en refrigeración en las instalaciones del Servicio Médico Forense (SEMEFO).
Cerró los ojos, respiró profundo y las lágrimas humedecieron de nueva cuenta sus negros ojos. Ya nos vamos con tu mamá, le dijo a su hija; mientras camina rápidamente hacía las oficinas del consulado de Honduras.
En la oficina consular, le informaron que ya se había autorizado el trámite para trasladar los restos de su esposa, que había realizado hace un poco más de un mes, y que los gastos serían cubiertos al 100 por ciento por el gobierno de Honduras.
“Ahora sólo necesitas escoger el ataúd, y que la funeraria se ponga de acuerdo contigo para la hora del traslado”, le explica un funcionario que omitió su nombre.
La madrugada de este miércoles, la funeraria La Casa del Ángel, ubicada en Tapachula, a unos 45 kilómetros de la frontera con Guatemala; se encargó de repatriar los restos de Karen Sabio y de Gloría, está última una menor que falleció de cáncer.
SEIS CUERPOS DE MIGRANTES HONDUREÑOS HAN SIDO REPATRIADOS
De acuerdo al consulado de Honduras, del mes de junio a julio, los cuerpos de seis migrantes que fallecieron en Palenque, Tuxtla Gutiérrez y Tapachula por accidente en el ferrocarril, asesinados o por muerte natural han sido repatriados a través del Fondo de Solidaridad al Hermano Migrante.
El fondo cubre al 100 por ciento los gastos de repatriación de cuerpos que va desde los 2 mil 500 a 3 mil dólares, dependiendo la localidad; y se entrega hasta la puerta de sus casas.
Explican que los trámites tardan entre 15 días y un mes; dependiendo el tiempo en que se logre juntar la documentación del occiso y para el traslado.
El programa abarca para migrantes en tránsito y residentes; además que también se apoya a los hondureños enfermos con gastos de estudios y medicina; así como pasaje aéreos para personas vulnerables.