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EFRAÍN ORANTES ABADÍA
Para Mai Farrera Anza, compañera del ZooMAT, despedida después de 14 años y ser una de las personas que más ama a los animales que viven en ese sitio
Independiente de si trabajé en la Secretaría de Medio Ambiente e Historia Natural (Semahn) o no, este es un llamado para lo que está pasando dentro del Zoológico Miguel Álvarez del Toro (ZooMAT), fui despedido hace 10 meses injustificadamente, levanté una demanda por lo mismo y está en proceso. El sábado fui con familiares como visitante, ya no como trabajador de la Semahn, y fue para mí una triste sorpresa el abandono en que está; jaulas vacías, donde me consta que había animales como venado cabrito, tamandúas u osos hormigueros, nutrias (en el caso de éstas dos últimas sólo queda un ejemplar de cada uno cuando antes había otros tres o cuatro). Mi tristeza al punto de las lágrimas llegó cuando me acerqué a la jaula del jaguar negro, lo llamé por su nombre y al reconocerme, salió del cubículo donde se mete a refrescarse y fue a “saludarme”, incluso caminando por fuera de su encierro, él me seguía, cuál fue mi tristeza que noté que tenía una herida en su pata trasera, lo que hizo darme cuenta de que las cosas en el ZooMAT están mal. Por la tarde, a través de mi Facebook hice una narrativa y expresé mi molestia como ciudadano sobre la falta de preocupación por el bienestar animal, la respuesta de la ciudadanía fue asombrosa, e incluso trabajadores de la institución empezaron a mandarme fotos de casos de animales que, por negligencia murieron de hambre, como el jaguar hembra “Chavela”. Las fotos enseñan que el animal fue encerrado en el área de cuarentena, y en el cubículo de seguridad encerraron mapaches porque no “había lugar”. Imagínese amigo lector, el sufrimiento del jaguar tratando de cazar a la presa encerrada (se ven heridas provocadas por lo mismo) y el sufrimiento de los mapaches encerrados.
Hoy también se habla de animales extraídos sin permiso de vida silvestre para llenar los vacíos de animales que murieron por negligencia o por ser los “únicos” que tendrían a una especie, como lo fueron nueve liebres de Tehuantepec que se trajeron y murieron todos. Se habla de muertes de tapires, como uno que murió al comerse un lazo de plástico que obstruyó su aparato digestivo.
De qué sirvió se haya invertido con la mejor intención 50 millones de pesos en la “remodelación” del ZooMAT si se olvidó algo importantísimo: el bienestar animal… ¿dónde quedó la “bioética” del director y del curador de mamíferos que son a los que más animales se les ha muerto, que incluso fueron despedidos en sexenios anteriores por matar con una sobredosis a un jaguar negro que se les escapó?, ¿dónde quedó la sapiencia y legalidad de Carlos Morales Vázquez? Como ciudadano, como chiapaneco, como conservacionista hago un llamado respetuoso al gobernador Manuel Velasco Coello, porque le están ocultando las cosas y me hubiera gustado seguir prestando mis conocimientos pero las personas que trabajamos bien estorbamos. Señor gobernador, (y no con esto quiero decir que quiero que me reinstalen) no puedo ni pensar en qué acabará este bello lugar mientras siga en manos de las mismas personas que se dedicaron a terminar el legado de don Miguel. A mi compañera Mai Farrera y su servidor nos despidieron enfermos y sin liquidación aun cuando somos premios “Miguel Álvarez del Toro”; justicia señor gobernador y que el ZooMAT regrese a sus inicios cuando era la ciudadanía que lo manejaba (Fundamat).