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TAPACHULA, Chis., 20 de octubre de 2024.-Cuatro hombres que se movilizaban en motozicletas, asesinaron con disparos de armas de fuego, al sacerdote indígena Marcelo Pérez Pérez en el municipio de San Cristóbal de las Casas
Marcelo Pérez Pérez, era sacerdote y luchador social que políticos ligados a la delincuencia organizada le pusieron «precio a su cabeza»; se había convertido en la luz y esperanza de sus hermanos indígenas.
Nació el 17 de enero de 1973, en el municipio indígena de San Andrés Larraínzar, ubicado en la región Altos de Chiapas y habla el idioma tzotzil y castellano.
Es el tercero, de 11 hijos de Miguel Pérez Santís y María Antonia Pérez Hernández; un matrimonio de religión católica; campesinos, de condición humilde.
Pérez Pérez estudió el nivel primaria en la escuela Benito Juárez, en el municipio de San Andrés Larraínzar, mientras que la secundaria en la Técnica número 57, en la ciuad de San Critóbal de las Casas.
En el año de 1987, con 15 años de edad; Marcelo Pérez Pérez viajó a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez para iniciar el sacerdocio en el Seminario Santa María de Guadalupe, perteneciente a la Diócesis de San Cristóbal de las Casas.
Ahí también realizó sus estudios de preparatoria y, posteriormente; la carrera de Teología y Filosofía. Ordenándose como sacerdote el 6 de abril del 2002.
«Es un llamado de Dios que voy sintiendo poco a poquito, voy sintiendo la voz de Dios por medio de mi mamá que me inculcó buscar a Dios; pero también servir a los demás», refiere Pérez Pérez, en una entrevista con Quadratín Chiapas
El primer lugar donde es designado sacerdote por un mes, es en el municipio indígena de San Juan Chamula, un pueblo arraigado a sus usos y costumbres; donde el templo de San Juan Bautista los presbíteros no pueden oficiar misa, únicamente el «ilol», chaman o curandero realiza limpias únicamente a la población y rituales con sacrificio de gallinas y se ofrece como ofrenda jícaras de poch, bebida de caña utilizada como agua bendita o agua sagrada.
El 5 de agosto del 2001, Pérez Pérez fue designado sacerdote en el municipio de Chenalhó; tres años después que un grupo armado asesinó a 22 indígenas tzotziles, entre hombres, mujeres, niños y adultos mayores de la organización Las Abejas, de la comunidad Acteal.
«Acteal para mi fue un parteaguas de mi vida, fue como el segundo seminario, una escuela donde él me formó la lucha; el testimonio de los sobrevivientes de Acteal cambiaron mi vida. Si ya sabía de la biblia, ya había estudiado el magister de la iglesía; pero nunca había visto una voz tan clara como los sobrvivientes de Acteal», refiere el sacerdote.
«En el seminario se aprende a leer la biblia, a reflexionar, pero es muy poca la práctica; en cambio en Acteal ahí si se vive el evangelio. Cuando llegué vi el efecto, las consecuencias de la masacre de mis hermanos indígenas», señala.
Por espacio de 10 años; Pérez Pérez estuvo al frente de la parróquia de San Pedro Chenalhó y, el 5 de agosto del 2011 es designado responsable de la parroquía San Antonio de Pádua, ubicada en el municipio indígena de Simojovel, lugar donde se ubican las minas de ámbar.
El sacerdote explica que al llegar a este pueblo observa problemas de inseguridad, asesinatos, secuestros, alcoholismo, drogadicción y prostitución; lo cual era generado presuntamente por el alcalde de esa época Juan Gómez Domínguez, un cacique priísta.
Feligreses católicos le informaron que los centros de prostitución eran controlados por el edil, donde se realizaba la distribución de droga; además de la venta de armas y asesinatos de quienes le estorbaban.
Desde el pulpito de la parroquia de San Antonio de Pádua; el sacerdote pedía a sus feligreses retirarse del alcoholismo y drogadicción; se frenara la inseguridad y se investigara al presidente municipal por sus nexos con el crimen organizado.
Junto con los creyentes católicos, el religioso inició movimientos pacíficos como jornadas de ayuno, oraciones, caminatas y peregrinaciones desde Simojovel hasta la ciudad de Tuxtla Gutiérrez para denunciar actos de corrupción en la administración de Juan Gómez Domíguez (2011-2012), nexos con el crimen orgnizado, venta de droga en centros de prostitución y tráfico de armas, homicidios y secuestros.
En respuesta, presuntos funcionarios del ayuntamiento iniciaron una campaña de desprestigio en contra del sacerdote, donde a través de panfletos lo acusaban de ser un guerrillero y desestabilizador del pueblo.
Marcelo Pérez Pérez, quien es coordinador de los integrantes de la Pastoral Social de Chiapas (Tuxtla Gutiérre, San Cristóbal de las Casas y Tapachula); enfrentó también amenazas de muerte y que le pusieran precio a su vida por la cantidad de un millón de pesos, marchas para exigir la expulsión de la parroquia, refiere.
Las amenazas de muerte no intimidaron al sacerdote, quien en el mes de mayo del 2015 encabezó una peregrinación de Simojovel a la comunidad de La Pimienta por la muerte de dos recién nacidos por la aplicación de vacunas en mal estado por parte del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS); que también provocaron reacciones adversas en 29 menores de edad.
En junio del 2015, Gómez Domíguez, exalcalde Simojovel; fue detenido en la región Norte de Chiapas por la policía estatal en posesión de una arma R15 y otra de asalto MP5 de uso exclusivo del Ejército Mexicano y diversas dosis de droga; siendo liberado en el mes de enero del 2016.
Pérez Pérez también realizó peregrinaciones en apoyo a la lucha magisterial en junio del 2016; mientras que en noviembre del 2017 lo hizo en contra de las mineras junto con la organización Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio (MOVEDITE).
El sacerdote también visibilizó a través de las redes sociales el desplazamiento forzado a las montañas, de más de cinco mil indígenas tzotsiles del municipio de Chalchihuitán, por un grupo armado de San Pedro Chenalhó, derivado de un conflicto agrario que data de hace 45 años.
Por este conflicto que se recrudeció el 18 de octubre del 2017, fallecieron 11 niños, adultos mayores y mujeres de hambre y enfermedad por la falta de medicamento; así como un hombre asesinado por el grupo armado en su parcela que se encuentra dentro de la zona de conflicto.
Pérez Pérez encabezó los llamados para la solidaridad con sus hermanos indígenas a través de colectas, siendo la iglesia católica a través de las diferentes parroquias, organismos no gubernamentales y la sociedad civil que llevaron los primeros alimentos, medicina y ropa a los desplazados.
De igual forma, ha hecho llamados a las autoridades de las tres instancias de gobierno para que se atienda y se resuelva el conflicto agrario entre Chalchihuitán y Chenalhó, advirtiendo que podría generarse un derramamiento de sangre entre los pueblos hermanos.