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CIUDAD DE MÉXICO, 28 de septiembre de 2016.- Como estaba previsto desde hace varias semanas, el debate más esperado en todo el mundo fue el que sostuvieron la noche del lunes los candidatos a la Presidencia de Estados Unidos de América, la demócrata Hillary Clinton y el republicano y poco amigable Donald Trump, quienes por 90 minutos mantuvieron al filo del asiento a millones de personas al rededor del planeta, y México no fue la excepción.
Las casas de puestas no dejaron pasar la oportunidad de “hacer su agosto” en septiembre y apostaron hasta por el color de la corbata que vestiría Donald Trump o la ropa que utilizaría Hillary Clintón; y aunque pareciera que la expectativa real iba más allá de estos frívolos detalles, cabe destacar que en conjunto estos llegan a ser factores importantes en el impacto que tendrán en el electorado.
Con apuestas o sin ellas, el debate fue visto en México como ningún otro, ni siquiera los propios, realizados en tiempos electorales, han captado tanto la atención; cual si fuera partido de la selección nacional, algún clásico o el Super Bowl, la gente se reunió en bares, restaurantes o en casa con familiares para ver la pelea estelar de esta contienda.
Aquí lo interesante será saber las verdaderas causas que motivaron que millones de mexicanos estuvieran pendientes del debate entre Clinton y Trump: ¿fue un verdadero interés en la política americana y lo que pueda suceder en el país dada su cercanía con esa potencia mundial? o bien, ¿simple morbo por ver cómo se desenvolvería el “irracional” Donald Trump ante una política de amplia carrera y experiencia como Hillary Clinton?
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