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CÓMO NOS VENDEN LA MOTO
En un ensayo intitulado como esta colaboración, Noam Chomsky e Ignacio Ramonet apuntan que la primera operación propagandística de un gobierno democrático fue la emprendida bajo el mandato del presidente Wilson, misma que llevó a los Estados Unidos a involucrarse en la Primera Guerra Mundial con el beneplácito de una población que, meses antes, se mostraba de tendencia pacifista y contraria a la intervención en el conflicto. Esta operación contó con la participación de un círculo de intelectuales que conscientemente transmitían la desinformación deseada.
Propaganda, imágenes, relaciones públicas, todo para llegar al pensamiento único, uniforme, tal cual desde ayer se pretende suceda en México para apoyar la guerra de Calderón y no interferir en el combate a la delincuencia.
Exactamente lo que el ocupante de Los Pinos ha venido demandando, en diferentes tonos, desde hace meses. Servido, pues. A sus órdenes, como siempre.
Dice Chomsky que existe un buen número de ejemplos históricos de como en las democracias liberales se generó una clase intelectual que moldeó la opinión pública conforme a los intereses de la administración, que a su vez controla esta comisión de personas intelectualmente superiores a las masas.
Así, en el pensamiento político contemporáneo –prácticamente globalizado generando el llamado pensamiento único– no hay cabida no ya para la igualdad de clases ni siquiera para un respeto de la libertad de información y formación intelectual de las personas, no. Hoy la opinión pública ha de ser moldeada por una clase especializada, porque las mayorías son demasiado estúpidas para comprender y tomar decisiones.
Y esos intelectuales superiores (sic), esa clase especializada, está integrada hoy aquí por los López-Dóriga, Alatorre, Loret, Sarmiento, Beteta, Gómez Leyva, Cárdenas, et al. Ellos serán nuestros guías. A ellos deberemos seguir. Lo que digan será palabra casi casi divina, y ¡guay de aquél que se atreva siquiera a salirse de madre!
Pensamiento único. Información uniforme. Esta columna –¿se imagina?– cual teasser de noticiero nocturno de televisora siempre en riesgo de que la Administración le retire la concesión.
Así nos venderán la moto, desde ayer en adelante.
Nos dirán, claro, que van ganando la guerra de Calderón.
Que las decenas de miles de muertos y desaparecidos, todos, son los malos.
Y maniqueamente, que los policías, militares, marinos e incluso los agentes estadounidenses que aquí operan libérrimamente, son los buenos.
Que Barack Obama es empleado de Calderón. Que éste le truena el chicotito y que el afroamericano hace lo que le dice, le ordena, el michoacano.
Propaganda. Mentiras repetidas cientos de miles de veces para que goebbelianamente se afirmen como realidad virtual.
Y todo ello mientras la mayor parte de la gente es adormecida por diversiones vacuas, programación de televisión exenta de contenido, fútbol, telenovelas, realities, espectáculos, etc.
Los medios de información constituyen un monopolio corporativo y la uniformidad de opinión es inevitable.
Chomsky insiste en sus ejemplos sobre la fabricación de consenso respecto a las aventuras bélicas norteamericanas en el exterior. La mayor parte de la gente, haciendo uso de su raciocinio, está en contra de la guerra, pero la incapacidad de participar de la política, de organizarse e incluso de articular sus sentimientos hace que se vean atomizados, segregados, su opinión parece ser la excéntrica.
Asimismo, la falsificación de los datos, de las cifras, sume a la gente en la perplejidad o directamente en la ignorancia, el concepto de inhibición del uso de la fuerza militar al que el poder da un carácter peyorativo y que es inherente a todo ser humano racional se va socavado gracias a las mentiras del poder, a la invención de grandes amenazas, a la aparición de un nuevo Hitler a la vuelta de la esquina.
Afortunadamente, los intentos del poder de controlar la opinión se ven amenazados, su concepto de democracia se agrieta cuando las personas no se limitan a sentarse frente al televisor desde donde quieren vendernos su moto.
Índice Flamígero: ¿Conseguirá Calderón que los medios de comunicación también se sumen a su campaña por el 2012 y para no entregar el poder al PRI?
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