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«Estos güeyes no tienen intelecto» dice diputada de SLP a periodistas
CALDERÓN, FRUSTRADO Y FRUSTRANTE
¿De dónde sacó Barack Obama que, por el fortalecimiento de los cárteles de las drogas, Felipe Calderón tiene justa frustración? ¿Acaso porque el ex embajador Pascual lo definió así, frustrado, cuando Hillary Clinton mandó a preguntar sobre la personalidad del michoacano?
No me lo va a creer, pero el inquilino de la Casa Blanca sólo citó el encabezado del editorial que, el viernes 4 de marzo, publicara The Washington Post, tras que el ocupante de Los Pinos fuese a auto-conmiserarse a las instalaciones del diario que durante décadas dirigiera la legendaria Katharine Graham.
Dicho editorial, efectivamente, llamó la atención por su sólo título: Frustración de México con la política estadounidense hacia las drogas. Y en su primer párrafo apuntaba:
El presidente (sic) mexicano Felipe Calderón llegó a Washington el jueves profundamente frustrado con los Estados Unidos de América –y por una buena razón. En cuatro años, el valeroso líder mexicano ha estado librando una guerra en contra de los cárteles de la droga que amenazan con destruir el estado de derecho, con un costo de miles de vidas y decenas de millones de dólares. El éxito ha sido escurridizo en gran parte debido a que los traficantes de drogas continúan recibiendo un suministro estable de armamento y de dinero en efectivo, desde los Estados Unidos. Aún cuando prometen participar con el señor Calderón, tanto el Congreso como la administración Obama han fallado
¿Cómo verían a Calderón esa mañana los editores y periodistas del Post que el adjetivo que encontraron para describirlo fue precisamente ese: frustrado?
Y frustrado es, de acuerdo a los diccionarios, sinónimo de fallido, de fracasado, de malogrado
Frustrado o fallido, sí, porque en el diagnóstico del propio Obama en entrevista con la cadena CNN–, la guerra de Calderón, las decenas de miles de muertos y desaparecidos, los millares de millones de pesos de los dineros de los contribuyentes, la inseguridad que en todo el país se padece, la creciente dependencia de Washington
lo único que han producido es el fortalecimiento de los cárteles de las drogas.
En pocas palabras, la guerra de Calderón ha sido contraproducente.
De ahí que se le perciba frustrado.
Porque valen gorro, por ejemplo, los montajes que de mañana en mañana aparecen en directo desde instalaciones de la Policía Federal, anunciando la detención de alguno de los muchos brazos derechos que tiene determinado capo del narcotráfico. Por cada detención, surgen nuevos pequeños capos, cada vez más sanguinarios, cada vez menos dispuestos a la rendición. Lo peor es que muchos de esos detenidos quedan posteriormente en libertad, pues siempre aparece por ahí una laguna legal, un expediente mal integrado, un MP corrupto o un juzgador venal
Valen lo mismo que se le unta al queso los retenes, los choques del Ejército o la Marina aún de la PF– con grupos delincuenciales, si estos se reproducen como lo hacen las esporas, al tener conciencia de que se padece el 98 por ciento de crímenes sin castigar.
La frustración, empero, es hoy un clima, un (des)ánimo social. Iniciamos el siglo XXI con una alta expectativa: un nuevo régimen, el panista, mejoraría la situación de prácticamente todos los mexicanos. Pero esa esperanza quedó rápidamente hecha añicos: los panistas resultaron pésimos administradores de la res publica y, profundamente hipócritas, mucho más corruptos que sus antecesores priístas.
La carga política que porta un sentimiento como la frustración jamás debe ser subestimada. Más de una poderoso giro en la historia humana, como las revoluciones que llegan para cambiar el curso de los acontecimientos, ha brotado de ese oscuro ajuste de cuentas entre lo prometido y lo no cumplido, dice el filósofo y revolucionario cubano Eliades Acosta en un artículo intitulado La Frustración como una de las Bellas Artes, en el que se reseña como es que prácticamente todos los políticos mienten y, por tal, hasta son premiados y aplaudidos.
La frustración es hoy, otra vez, fracaso.
Como lo ven en Washington, el frustrado Calderón ha fracasado una vez más.
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