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COMENTARIO A TIEMPO/Teodoro Rentería Arróyave
EL EXPLENDOR Y OCASO
SAN PETERSBURGO, RUSIA. Se dice con precisión que esta ciudad de encanto bañada por el Río Nevá, fue escenario del esplendor del imperio zarista y al mismo tiempo marco su ocaso, trágico como fue toda su historia.
En la catedral de San Pedro y San Pablo, dentro de la fortaleza del mismo nombre, desde donde gobernó el fundador de la Rusia, Pedro I El Grande, se encuentran la mayoría de las tumbas de los zares y zarinas y demás parentela, desde el mencionado hasta último, Nicolás II.
La tumba de este último es más bien un cementerio aparte, localizado a la derecha del templo, puesto que lo acompañan en su sueño eterno su mujer, sus hijos, demás familiares y hasta los sirvientes que como se sabe fueron fusilados por los soviéticos en Siberia, para marcar el fin de la dinastía de los Romanov.
Si toda la época del imperio está llena de golpes de estado, traiciones y de asesinatos entre ellos: padres a hijos, hijos a padres y madres que se valieron de sus favoritos para asegurar el poder en la misma forma, la época estalinista no fue menos cruel, sobre todo con los descubrimientos últimos que no perdona el pueblo ruso.
Seguramente por eso mismo, al descubrirse en una casa abandonada de la Siberia los restos de la última familia zarista y sus sirvientes, hace 13 años fueron trasladados y sepultados en la Catedral de la Fortaleza con todos los honores de Estado y los propios de la Iglesia Ortodoxa.
Al contrario de Moscú, San Petersburgo es una ciudad tranquila, donde la gente adulta y los más ancianos asisten a la misas que suelen durar entre 3 o 4 horas y que, obvio, por esa causa ha alejado a los jóvenes.
Es muy posible que por eso mismo muchas de sus catedrales no estén dedicadas al culto más que en fechas especiales, ahora más bien son museos o reliquias para el goce y la admiración de los turistas nacionales y extranjeros.
Ciudad con calles más o menos desiertas, sus habitantes apenas suman 5 millones, pero todas absolutamente seguras. Aquí ni siquiera existe el típico arrebatón de bolso, común en todas las ciudades de relevancia.
Hombres y mujeres, principalmente jóvenes, compran en los estancos cigarrillos, cerveza, y no dudo que licores; fuman y beben en la calle sin molestar a nadie. La gente vive feliz, según lo que se puede captar en un viaje relámpago,
Despreocupados de la historia pero inmersos en los nuevos tiempos de su incipiente democracia, los jóvenes seguramente viven en el deseo de que no se repitan las épocas del insultante esplendor ni el ocaso trágico de los protagonistas, quienes desde luego fincaron su destino.
Periodista y escritor. Vicepresidente de FELAP y Presidente fundador y vitalicio de FAPERMEX. Agradeceré Sus comentarios y críticas en [email protected], [email protected] y [email protected] Nos escuchamos en las frecuencias en toda la República de Libertas Radio. Le invitamos a visitar: www.felap.info, www.ciap-felap.org, www.fapermex.mx, y www.clubprimeraplana.com.mx