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Abuso o Libertad de Expresión
Por José Luis Castillejos Ambrocio
Lima, Perú.- Sobre el sobrino del poeta Mayor, mi hermano de letras y amigo, Jaime Sabines, se han tejido muchas tela-arañas. Se dice, irresponsablemente, que es un gobernador de vida disipada, al que le gusta el trago y los polvos mágicos y que mágicamente se transforma en otra persona.
Ni lo conozco, ni vivo de su presupuesto, ni Juan Sabines Guerrero es mi amigo. Pero sé, por ética profesional, que todo periodista, que se precise de serlo, debe sostener con pruebas médicas o formales- las acusaciones contra quien encarna el gobierno de Chiapas o cualquier otro funcionario.
Este comentario estaría fuera de contexto a no ser porque ahora se quiere acusar a Sabines Guerrero de atropellos contra periodistas, un webmaster y cierre de radios clandestinas. Las cosas, desde mi punto de vida, y no por la distancia estoy desconectado de la realidad de Chiapas, no son tan negras, tan grises o tan blancas.
Juan Sabines Guerrero, efectivamente, es hijo de aquel Juan Sabines Gutiérrez, el irreverento chiapaneco que gobernó el Estado y que en una ocasión, cansado de las críticas, dijo desde el balcón de palacio de gobierno, que hoy su hijo ocupa: A mis enemigos y detractores: vayan y chinguen a su madre.
Y me consta, lo dijo eufórico, cansado de la sangría de sus enemigos políticos y de malos periodistas que hacían colas para cobrar la remesa mensual.
A riesgo de que digan que Sabines, a quien no conozco ni en pelea de perros, me pidió escribir esto, yo pregunto: ¿Quién tiene las pruebas de que Juan Sabines Guerrero es cocainómano o que atenta contra la Liberdad de Expresión? Acaso los periodistas no aplaudieron su apertura, su nuevo trato con la prensa? No entiendo. Qué alguien me explique!
Una periodista, incluso, sugirió que la misma ONU apaña las cosas de Sabines Guerrero. Qué pena el comentario de la colega por Internet, porque la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no es un organismo coimero o sobornable.
Respecto al tema de que un Webmaster fue detenido por difundir imágenes de fotos de niños teniendo sexo explícito, la pregunta que surge a todo periodista bien informado es: ¿El detenido no es acaso la última rueda del coche en esto? Y la página que sube en su calidad de técnico o webmaster ¿es tan peligrosa? De ser así, ¿un gobierno atentaría contra el mensajero? Es burdo pensarlo porque el contenido de la página analizada no se presta a un peligro para la seguridad del Estado.
Bajo esa lógica y a juzgar por ello, por la supuesta dureza de la página que él subió y alojó, ya habrían metido preso a mi amigo Sergio Melgar, de la publicación Código Sur quien ha desnudado supuestos malos manejos del gobierno de Chiapas. En estos momentos no habría alguien más peligroso según la percepción- de los asesores de Juan Sabines Guerrero que Sergio Melgar. Espero que ni lo toquen porque allí sí hacemos escándalo internacional porque Melgar es un hombre íntegro cuya debilidad es: buscar siempre la verdad.
No confundamos las cosas y aclaremos todas las paradas: 1) Que los organismos de prensa pidan a la Organización de Estados Americanos (OEA) y a la INTERPOL (Policía Internacional) que, en simultáneo, realicen un peritaje de la computadora donde un joven, supuestamente vinculado a medios de prensa, subió imanes pornográficas de niños desde una institución del Estado.
Así se borre o formatee un disco duro los expertos pueden rescatar la información, saber la dirección dirección IP que o es otra cosa que una etiqueta numérica que identifica, de manera lógica y jerárquica, a una interfaz (elemento de comunicación/conexión) de un dispositivo (habitualmente una computadora) dentro de una red que utilice el protocolo IP (Internet Protocol.
De esa forma sabremos si la persona involucrada por la justicia de Chiapas en estos supuestos ilícitos es responsable de ellos.
Si es inocente, personalmente le pediré a Juan Sabines Guerrero, que se deje de tonterías y libere a este joven y si las pruebas lo funden pues que la justicia actúe en consecuencia porque nadie puede atentar contra nuestros jóvenes o niños.
Sólo así aclararemos paradas y sabremos si el gobierno sembró pruebas a un enemigo incómodo y atentó contra la Libertad de Expresión. Por formación profesional y como Santo Tomás sólo me resta decir: Hasta no ver, no creer