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Arcano Político
Ellos son los violentos
Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
CIUDAD DE MEXICO, 26 de febrero de 2011- Tenemos un país para acomodar muertos, en lugar de organizar una sociedad para los vivos. La razón: Vivimos un Estado fallido que intenta legitimarse en una guerra inútil y amañada contra el supuesto crimen organizado. Fachada para encubrir la represión en contra de activistas sociales y defensores de derechos humanos. Son los verdaderos violentos protegidos por su ley.
Los únicos gananciosos, los Barones de la Muerte, esos dueños de las fábricas de armas asentados en Estados Unidos, con sus socios mexicanos. Y obviamente, el aumento de la dependencia de México que ya se sometió a las acciones injerencistas de la Casa Blanca, que amplió su jurisdicción policiaca a suelo azteca.
Todo es posible, con la connivencia de la Cámara de Senadores, presidida por el priísta sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera. Una instancia que debería ser garante de la soberanía, autonomía e independencia de la Nación, como parte de uno de los tres poderes del Supremo Gobierno del país. Fue secuestrada por ambiciones personales.
Parecería ser, en contraste, que a cada voz silenciada emergen las voces del descontento social. Más de 35 mil muertos que se atribuyen al crimen organizado para garantizar la abdicación en el cumplimiento de sus obligaciones constitucionales, se yerguen en las voces que no se dejan engañar, pese a las amenazas y el miedo.
Tenemos un ejemplo. El obispo de Saltillo, Coahuila, Raúl Vera López. Según denuncias públicas del 8 de febrero de 2011, junto a los sacerdotes de la Diócesis de Saltillo, amenazados de muerte. Dicen oficialmente que se desconoce el origen de las execrables amenazas.
Un indicio: El clérigo exige justicia a los mineros muertos en Pasta de Conchos el 19 de febrero de 2006. Propiedad del poderoso Grupo México vinculado con la controladora del bocón de San Francisco del Rincón. Sin embargo, eluden su responsabilidad las autoridades en la cómoda y resignada adjudicación al crimen organizado.
Podría ubicarse el origen del sofista argumento, después del 22 de diciembre de 1997, cuando se registró la masacre de 45 indígenas chiapanecos, principalmente mujeres y niños, y el gobierno intentó lavarse las manos con el argumento de que era un problema entre comunidades, es decir, eran culpables de haber sido asesinados.
Frase que se repite constantemente desde el 1 de diciembre de 2006, en asumió el cargo de presidente de México el espirituoso panista Felipe Calderón Hinojosa, lo mismo en las masacres de jóvenes que en las de indocumentados centro y sudamericanos, en donde ya es imposible ocultar la complicidad gubernamental.
El coordinador de la fracción perredista en la Cámara de Diputados, Alejandro Encinas Rodríguez, es directo en su señalamiento: la inseguridad que azota a México, no se resolverá con la presencia de militares en las calles y que, por el contrario, se ha generado un ambiente de alto riesgo para civiles inocentes.
Para el amenazado Vera López, es más claro: Víctimas no solamente son los llamados efectos colaterales de esta guerra inútil y amañada, víctimas son los familiares de los mineros muertos, sus hermanos y hermanas. Víctimas potenciales somos todos los mexicanos, todas las mexicanas que vivimos en un país en donde las acciones de funcionarios de todo nivel se realizan al amparo de la corrupción y la impunidad generalizada.
La ONG Amnistía Internacional documentó en más de 11 mil inmigrantes secuestrados en febrero, la sospechosa relación de operativos de agentes de gobernación con la casi instantánea aparición de hombres armados que les secuestran, exhorcionan, violan y asesinan.
Un reporte de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos recogió la denuncia de migrantes sobre la complicidad de autoridades locales en cada uno de los retenes.
No es lo único. Alejandro Encinas Rodríguez, afirmó que la actual guerra contra el crimen organizado se ha convertido en el pretexto perfecto para cubrir con impunidad la desaparición y el asesinato de activistas y defensores de derechos humanos.
Así, el presidente del Consejo Directivo del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, Vera López, convocó a la sociedad a no individualizar y pedir el fin de la guerra amañada e inútil que el Gobierno federal emprende contra el narcotráfico.
Dos posiciones, una perredista y una clerical en que se supone se apoya la administración confesional del espirituoso panista Calderón Hinojosa, que se suman a la sistemática denuncia de la Federación de Logias Mexicanas, encabezada por Jaime Chalita Zarur, de la fallida guerra calderonista contra el llamado crimen organizado.
Una guerra que beneficia a los Barones de la Muerte, en donde las 45 empresas estadounidenses facturaron tan solo en 2009 más de 247 mil millones de dólares. El desgarramiento de vestiduras, empero, emergió con el asesinato del agente del ICE Jaime Zapata el 15 de febrero en San Luis Potosí.
Y la infraestructura mediática al servicio del calderonismo se esmeró en culpar al crimen organizado para eludir cualquier respuesta, lo mismo de los asesinos que de la presencia anticonstitucional de agentes armados de los Estados Unidos que transitan libremente por México, sin que se haya informado en base a qué acuerdos lo hacen.
Sin embargo, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, que intentará su reelección el próximo año, pulsó la importancia del crimen y llamó a consultas, aunque en la residencia Los Pinos se disfrazó de visita, al espirituoso panista moreliano, para el 3 de marzo.
¡Y milagro! Aparecieron los asesinos presentados como sicarios del etéreo cartel de los Zetas, militares desertores entrenados en Estados Unidos.
Tiene la esperanza el panista de que esa eficiente acción, de los militares que no de los mimados policías a cargo del ingeniero mecánico Genaro García Luna, minimice el regaño por haber permitido que se desbordase la violencia criminal en los patrióticos agentes estadounidenses que protegen a su país desde suelo mexicano.
¿Los muertos mexicanos? ¡Son tantos y por tan distintas causas! Y existe la milagros figura del crimen organizado pare diluir su número. El obispo Vera López lo resume:
La persona fallecida no es la víctima, porque las víctimas son las esposas y los hijos de los mineros fallecidos, los padres de cada uno de los niños de la Guardería ABC, las familias asesinadas por completo en la matanza de Acteal, víctimas son los padres de los jóvenes que murieron en la discoteca News Divine.
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