Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
VIOLENCIA DESATADA.
Continúan los problemas entre Chalchihuitán y Chenalhó; lo mismo que al interno de la población de Oxchuc. Me acabo de enterar que también ha habido enfrentamiento y muertes en Chilón. En resumen, es una violencia desatada. Ya decía Hobbes que “el hombre es lobo para el hombre”.
En lo que he dialogado con algunas personas y grupos, todos se sienten agraviados y víctimas. Nadie reconoce su culpa. Cuando la rigidez en la propia postura lleva a encubrir la verdad y a manipular la información, viendo sólo que la culpa la tiene el otro o los otros, es muy difícil llegar a la reconciliación y, con ello, a la paz firme y duradera.
Qué difícil, pero también qué importante es reconocer la verdad de los hechos, así como de las intenciones. “La verdad los hará libres”, nos dice Cristo Jesús. Efectivamente, quien miente debe inventar nuevas mentiras para encubrir lo propio. En cambio, quien actúa con la verdad, experimenta la libertad de la honestidad. Se pisa firme para restablecer la relación.
Más aún, además de hablar y actuar con la verdad, también hay que hacerlo con amabilidad, o sea no buscando imponerse, sino entenderse mutuamente. A la actitud de hablar con valentía y claridad, debe corresponder la de escuchar con humildad. El proceso no es ver quién gana y quién pierde; sino saber ceder de ambas partes para que ganemos todos. La unidad no significa que una persona o grupo se imponga a todos, sino que se reconozca y acepte la pluralidad de aspectos y perspectivas y, con todo eso, podamos caminar juntos.
Hermanos todos: sólo la verdad y la justicia con amor serán los ingredientes para una paz duradera. Invito a usted a que en todos los ámbitos en que nos movamos, seamos, con esos criterios y valores, firmes constructores de paz.
A 31 de enero de 2018
Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de San Cristóbal de Las Casas