¿INFORME O MAÑANERA? El mensaje presidencial con motivo del segundo Informe de Gobierno duró 45 minutos con 13 segundos. No fue novedoso, sino un concentrado de los argumentos frecuentes que López Obrador transmite cada vez que toma la palabra. No fue un mensaje autocrítico sino de información de éxitos adornados con afirmaciones que suenan a promesas improbables. Fue espacio idóneo para reposicionar los temas prioritarios de la “cuatroté”. En el peor momento sanitario y económico, tenemos el mejor gobierno, bajo la premisa de la honestidad valiente y la lucha contra “la robadera”. Lo de menos es que el mundo haya cambiado en los últimos seis meses, que la economía se haya desplomado hace tres, que los paradigmas sobre productividad, crecimiento y desarrollo hayan colapsado. La ruta oficial se mantiene intacta a pesar de que los múltiples críticos desquiciados exijan que el presidente traicione sus compromisos. Con alusiones y raspones, López Obrador refrendó su promesa; sentar las bases para curar a la Nación de tanta inacción, y que los opositores “tengan para que aprendan”. Ese fue el centro del mensaje presidencial, blindado por la fe y la autoestima. Por eso pregunto si fue otra mañanera, sin himno nacional ni aplausos; con la ausencia notable del presiente de la Corte y el Fiscal de la República, quienes padecen la “arrogancia de sentirse libres”, como dijo el presidente.