Libros de ayer y hoy
López Obrador ya admitió que otros se equivocaron y se precipitaron en la captura y posterior liberación del hijo del Chapo.
Muy bien, ¿y las renuncias de los que fallaron, provocaron la muerte de doce personas y dejaron en ridículo a nuestras Fuerzas Armadas?
A la vista del mundo, el Estado mexicano fue doblegado en Culiacán por una fuerza superior.
¿Cómo va a recuperar el Estado el monopolio del uso de la fuerza?
Es cierto que desde hace muchos años los grupos criminales le disputan al Estado ese monopolio, no es un fenómeno nuevo. Pero nunca el gobierno se había visto sometido.
Por eso era importante un aspecto de la política seguida por los presidentes Calderón y Peña Nieto: combatir a los grandes cárteles para que ninguno de ellos tenga la fuerza de desafiar al Estado. Lo habían logrado.
Se equivocaron en muchas áreas de la seguridad pública y la seguridad nacional, pero en esa no: si un grupo delictivo doblega al Estado, éste pierde su razón de existir.
Cuando eso ocurre, el poder pasa automáticamente a manos del más fuerte.
No fue un capricho perseguir, detener y disminuir fuerza de los capos de los Zetas, cártel del Pacífico y cártel del Golfo. Era una razón de Estado.
Al llegar el nuevo gobierno se desmantelaron los órganos de inteligencia, incluyendo los más sofisticados y eficaces que había, en la Marina por ejemplo.
El presidente dijo que no se perseguiría a los grandes capos.
Para ellos habría, abrazos y otras frases demagógicas.
Dijo que la nueva estrategia sería golpear las redes financieras de los grupos delictivos.
Sonaba lógico y plausible esto último, pero la Unidad de Inteligencia Financiera de la secretaría de Hacienda está abocada a perseguir a los adversarios ideológicos del gobierno.
¿Cuánto dinero le han quitado al cártel Pacífico, al Jalisco Nueva Generación o a los Zetas?
No tienen la menor idea de quién es quién ni dónde están parados. Tan es así que el SAT le condonó impuestos por casi cien millones de pesos a los Zetas en agosto de este año, de acuerdo con el reportaje de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.
Al Ejército lo exponen a que lo cacheteen los miembros de grupos criminales y hasta malandrines de pueblo.
En lugar de usar las tropas para debilitar a ejércitos irregulares de los narcos, las usan para perseguir migrantes que hacen lo que toda su vida han hecho: cruzar por México a Estados Unidos.
Ya Trump felicitó a nuestro gobierno por desplegar a 27 mil soldados en la frontera con Estados Unidos, para cuidarlos a ellos.
¿Qué vergüenza es esa? Se entiende que haya tropas en la frontera sur para vigilar la entrada a nuestro país. Pero ¿veintisiete mil soldados mexicanos en la frontera norte para impedir la salida?
El resultado de todos esos entuertos e improvisaciones se vio, de manera afrentosa, en Culiacán.
Ahí se sumaron otros errores que pusieron en ridículo al Estado ante un grupo delictivo.
El gobierno no tenía idea de cómo había crecido la capacidad de fuego y el poder logístico del cártel de Sinaloa, a partir de que lo dejaron de perseguir.
Se lanzaron como el Borras. O para citar al presidente: patearon el avispero…. y se echaron a correr.
La explicación de por qué no utilizaron apoyo aéreo (ahí en Culiacán está la sede de la Novena Zona Militar, que cuenta con helicópteros artillados), fue de párvulos, que desnuda su total ignorancia e impericia: los podían derribar. ¿Cómo, si son blindados?
El incentivo que recibieron los grupos delictivos de todo el país con los hechos del jueves va a marcar un antes y un después. Si presentas combate y atacas al Ejército o a la Guardia, el gobierno va a ordenar repliegue.
Ya lo saben desde los grandes cárteles, hasta las pandillas delictivas.
Por eso era de esperarse que ayer el presidente anunciara un giro en su política de seguridad y el cese de los incompetentes.
Fíjense que no. Ni despidos ni cambios en seguridad.
Aunque ahora hay más muertos que antes, más delitos que antes, y nuevos y perversos incentivos para delinquir: el gobierno se replegará si actúas de manera violenta.