Sin mucho ruido
La encuesta que publicó ayer El Financiero revela los puntos por donde se cuela el agua al barco de la 4T, y que la hará naufragar por la necedad de su capitán.
Alta es la aprobación que conserva el presidente López Obrador: 66 por ciento, pero no lo es tanto si la comparamos con el primer trimestre de su gobierno, en que promediaba alrededor del 80 por ciento de aceptación.
Los presidentes Felipe Calderón y Vicente Fox tenían el 65 por ciento de aprobación al culminar el segundo trimestre de su mandato. Iguales.
Con algunas salvedades. La mayoría de la población, dice la encuesta coordinada por Alejandro Moreno, no le cree al presidente López Obrador.
Eso no lo habíamos visto ni con Fox ni con Calderón.
Dicen los números que el 51 por ciento de la población le cree “poco o nada” al presidente, y el 47 por ciento le cree “algo o mucho”.
López Obrador va mal en credibilidad, comparado, por ejemplo, con Vicente Fox, que al terminar su segundo trimestre el 58 por ciento de la población le creía.
En factor credibilidad se va a ir acentuando en la medida en que el gobierno se empeñe en tapar sus errores con mentiras.
Crecer al 0.1 es celebrado por el presidente cuando prometió crecer al cuatro por ciento, o al dos en el primer año como se corrigió después en el discurso oficial. (La encuesta se levantó antes de que INEGI diera a conocer la cifra preliminar de crecimiento del PiB).
La economía va “requetebién”, dice, cuando todo el país ve que se cae la creación de empleos, la austeridad ahoga servicios básicos y no hay dinero para la ciencia, la cultura, ni para uniformes de nuestros atletas que por méritos propios triunfan en los Juegos Panamericanos.
Y en el presupuesto de este año ya hay un boquete de 120 mil millones de pesos que se va a cubrir con el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios que les dejó Peña Nieto.
Están vaciando las arcas del país porque la economía se frenó y con ello se caen los ingresos tributarios.
La gente, como atinadamente sostiene el presidente, no es tonta, se da cuenta. Y se dará más cuenta al momento en que los errores que no quiere corregir el gobierno empiecen a pegar en los bolsillos y en la seguridad de los ciudadanos.
El equipo de trabajo del presidente está reprobado por la población, cuando apenas lleva siete meses de gestión.
Su equipo de colaboradores es aprobado por sólo el 35 por ciento de la población. Con esos números, hasta los votantes de Morena reprueban al gabinete presidencial.
Sólo el 45 por ciento tiene una opinión favorable de la capacidad del presidente para resolver problemas. Apenas está iniciando el gobierno y la mayoría población ya detecta que esa destreza (resolver) está ausente de Palacio Nacional.
Amplio es el rechazo a medidas de la política social del gobierno, donde suponíamos que estaba uno de sus fuertes.
La cancelación de Prospera, por citar el ejemplo más emblemático, tiene al 64 por ciento de la población en contra.
El rechazo a esa cancelación, dice la encuesta de El Financiero, aumenta a 79 por ciento cuando se menciona que los recursos se destinarán a jóvenes que ni estudian ni trabajan.
Ojo, no son malos los números del presidente López Obrador. Al contrario: un 66 por ciento de apoyo es bastante alto, pero no más que el obtenido, en el mismo periodo, por Vicente Fox y Felipe Calderón.
Con las variables de que el actual presidente pierde rápidamente credibilidad, su política social clientelar es reprobada y el gabinete es rechazado por una amplia mayoría de la población.
Un dato final: al cierre del segundo trimestre, el 45 por ciento de los encuestados ya opina que el país va por mal camino.
Y el capitán del barco de la 4T no quiere corregir porque en su opinión todo va muy bien.