Abanico
Federico Berrueto
Xóchitl Gálvez tiene todo para competir en serio y eventualmente ganar. No será fácil. Requerirá claridad estratégica en el plano comunicacional y en la operación política, sumar los recursos en su entorno como son estructuras partidistas, representaciones ciudadanas, medios y autoridades afines. Son muchas las urgencias y lo más importante es recuperar la iniciativa ciudadanizada y disruptiva. El presidente, sin pretenderlo, le ayuda y ella no debe dejar escapar oportunidad. A cada señalamiento implícito o explícito debe responderle sin dar curso a una postura defensiva. Quienes le aconsejan no hacer de él el objetivo están equivocados. López Obrador es el eje del oficialismo, es vulnerable y los resultados de su gobierno desastrosos.
La cuasi candidata requiere entender bien a la sociedad que pretende movilizar. Más de la mitad no le conoce y es preciso diferenciar la división que existe en el electorado y que requiere de una estrategia y tácticas igualmente diferenciadas. Hasta hoy tiene la preferencia de las zonas densamente pobladas, donde en 2021 se pronunciaron contra el obradorismo y le quitaron la mayoría legislativa. El descontento allí está y debe dársele cauce. Poco dice el llamado a la reconciliación ante el agobio de la delincuencia, de la corrupción y el despotismo centralista. Requieren certeza y esperanza por un cambio auténtico y de firmeza para enfrentar a los delincuentes, a los corruptos actuales y del gobierno anterior, así como a los mediocres en el ejercicio de la autoridad. Para ello es preciso un compromiso inequívoco de abatir la impunidad.
El triunfo electoral está en el otro segmento de la población, especialmente en los más pobres y susceptibles a la retórica del obradorismo del rencor social como prédica y del asistencialismo como respuesta. Ha hecho muy bien Xóchitl Gálvez en señalar su apoyo de siempre a los programas sociales y a la mejora en su operación, pero tiene que ir más allá sin recurrir a mucha elaboración. Remitirse a lo local, apoyar a los municipios y a los estados que son los más próximos a la población. El despotismo centralista es criminal, genera muerte, misera y corrupción. Una mejor salud, educación, seguridad pública y servicios que la población requiere y demanda los proveen las autoridades locales. Esto significa que la estrategia de Xóchitl, del Frente y de los candidatos a ayuntamientos y gobernador deba tener un fuerte acento municipalista y federalista, un pacto fundacional entre la política y la sociedad a partir de la desconcentración del poder, justo contrario de lo que ha hecho y propone el oficialismo.
La urgencia inmediata es romper con el colaboracionismo de Dante Delgado, quien pretende llevar a MC jugar el papel de esquirol de la oposición. Dante está en su derecho de optar por López Obrador, lo debe hacer directo, sin engaño y sin confundir al electorado. En tal empeño el dirigente cuenta con Samuel García, pero no con el grueso del partido. Juntamente con el PAN, PRI y PRD debe construirse una propuesta de acomodamiento para que los cuadros locales de MC puedan transitar, si así lo estiman, a candidaturas del Frente con o sin MC. Nuevo León resulta complejo porque MC no tiene la presencia que sí hay en Jalisco y el occidente del país y el enfrentamiento ha sido severo y de agravio mutuo.
Los partidos han sido claros sobre su interés, legítimo o avieso, para definir las fracciones parlamentarias. Es una concesión transitable. Pero la candidata no debe ser un recurso para que los partidos se sirvan de ella en función de los intereses estrechos de sus dirigentes. La definición de los candidatos a gobernador, jefe de gobierno de la Ciudad de México y los de las cien ciudades o alcaldías con mayor peso electoral debe partir de un objetivo compartido de rentabilidad electoral. Es fácil de señalarlo, pero sumamente complejo de definir y concretar. Se trata de ganar la presidencia y el Congreso simultáneamente; es indispensable una estrategia regionalizada, con conocimiento del territorio, los temas, factores de poder, medios, líderes de opinión y de los personajes relevantes para la política.
A pesar de la fuerte presencia de Morena en los gobiernos locales, su debilidad es manifiesta. Con la excepción de Hidalgo casi todos acusan un fuerte descrédito y rechazo. Ciertamente, habrán de interferir en la elección, pero también serán factor para acentuar el descontento, el mejor recurso de la oposición.