La suerte de Cuitláhuac, el indeseable
EL GOBIERNO ORDENA QUE LOS VIEJOS MUERAN.
Si Andrés Manuel López Obrador no fuese Presidente de México y enfermase de Coronavirus, un doctor inexperto decidiría que su vida no vale la pena, le negaría cualquier tratamiento y lo dejaría morir ahogándose. Porque tiene 67 años y antecedentes de enfermedad cardiaca.
Esto es lo que dice el protocolo médico que ya les fue entregado a los responsables del Sector Salud.
El Consejo de Salubridad General publicó una guía para orientar decisiones médicas en las próximas semanas, cuando están esperando, hincapié esperando, que no haya suficientes camas para los enfermos graves de Coronavirus.
En ésta dice, textual: “En un primer momento se deberá de recurrir al principio vida-completa. Ello quiere decir que pacientes más jóvenes han de recibir atención de cuidados intensivos sobre pacientes de mayor edad…si no se desempata a los pacientes entonces la decisión sobre quién recibirá acceso a los recursos escasos deberá de tomarse al azar (por ejemplo, lanzando una moneda)… ello es así pues la persona que no recibe tratamiento ha gozado de un bien, vivir una vida que incluye más etapas, por más tiempo”.
O sea que los viejos no sirven para nada.
Y como viejos se consideran a las personas mayores a 60 años, que son los más predispuestos a necesitar cuidados intensivos.
Esta es la realidad a la que nos enfrentamos. Y que muchos desconocen pese a que estos protocolos están publicados en Internet.
Para lo que se prepara el Sector Salud es para dejar en manos de un médico inexperto, de esos que están contratando, decidir quién vive y quién muere. Considerando que las personas mayores ya están, estamos muertas por designio oficial.
¿Es injusto?
La Comisión Nacional de Derechos Humanos guarda, como ha hecho durante toda la Pandemia, silencio.
A esta realidad apocalíptica, hay que agregar que el encierro no garantiza evitar el contagio. Es suficiente mirar las estadísticas en Europa, en países donde ha estado prohibido asomarse a la calle por varias semanas, sin que dejen de existir contagios que terminan en la necesidad de llevar a los enfermos al hospital y en la muerte de muchos miles. Es decir, pese a estar encerradas en sus casas, muchos miles de personas siguen enfermando y muriendo cada día.
En México desde antes del inicio de los días de mayor contagio sabemos que todos los viejos, a partir de sesenta años de edad, vamos a tener la vida en manos de una moneda, que decidirá si somos o no dignos de recibir tratamiento médico.
A esas estamos. A esas vamos…
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