
Libros de ayer y hoy/Teresa gil
México Protección y resistencia en tiempos de adversidad migratoria Juan Sabines Guerrero y su gestión en el Consulado de México en Orlando En casi una década al frente del Consulado de México en Orlando, Juan Sabines Guerrero ha convertido la representación mexicana en un bastión de apoyo para una comunidad de aproximadamente 800 mil mexicanos en Florida.
Frente a políticas migratorias restrictivas, como la expansión del acuerdo 287(g) y detenciones arbitrarias, su gestión ha impulsado iniciativas clave: desde el programa piloto del IMSS para trabajadores independientes hasta la atención a comunidades indígenas a través de la Ventanilla de Atención Integral a Pueblos Originarios e Indígenas de México en el Exterior (VAIPOIME), que fue una iniciativa surgida en Orlando y es la primera política pública dirigida a pueblos indígenas fuera del país. La labor del exgobernador de Chiapas, que culminará en octubre de 2025, refleja un compromiso con la defensa de los derechos y la integración de la comunidad migrante, y deja un modelo de diplomacia activa y solidaria. Alberto Carbot / I de II partes En Orlando, Florida, la defensa de los mexicanos no es un trámite, sino un pulso diario contra la injusticia.
Juan Sabines Guerrero lo sabe bien. Hace apenas unas semanas, dos jóvenes connacionales —Carlos Martín y Óscar Alejandro González—, fueron detenidos por una infracción de tránsito menor y enviados, sin orden judicial, al Alligator Correctional Institution, un penal de máxima seguridad reservado para criminales de alta peligrosidad. “Desproporcionado, sin fundamento jurídico y contrario a los estándares internacionales”, afirmó el cónsul, mientras gestionaba abogados, notas diplomáticas y el respaldo directo de la presidenta Claudia Sheinbaum para liberarlos. Su crítica a Alligator fue tajante: censuró el aislamiento prolongado, los grilletes —incluso en traslados internos—, y condenó un régimen que, a su juicio, no tiene cabida en casos administrativos o migratorios. Esa misma firmeza se vio el 18 de julio de 2025 en la sede del consulado, cuando Sabines encabezó junto a Linda Stewart —miembro de la Comisión de Ética de Florida y exsenadora estatal—, una conferencia de prensa para denunciar los estragos de las redadas migratorias en negocios hispanos.
Dueños de 37 restaurantes reportaron caídas de hasta un 65 por ciento en sus ventas y se han visto obligados a reducir horarios por el miedo de clientes y empleados a ser detenidos. “Tenemos 2 mil 600 restaurantes mexicanos en Florida, y todos están perdiendo personal: cocineros, meseros, chefs… es muy triste”, dijo Sabines. Stewart fue igual de directa: “Cada restaurante que visité ha perdido entre un 30 y un 65 por ciento de su negocio; algunos no saben cuánto más podrán sobrevivir”.
Sabines y Stewart instaron a los inmigrantes, incluso no mexicanos, a acudir al consulado para obtener ayuda con trámites de documentación y estatus migratorio. Su despacho, luminoso y presidido por la bandera mexicana, es un punto neurálgico para una comunidad en constante crecimiento. Canoso prematuro, con un hablar pausado y un trato que combina la formalidad diplomática con un estilo directo, Sabines —quien precisamente hoy 20 de agosto cumple 57 años—, conserva la silueta reconocible del político chiapaneco. Allá, en su oficina, cuando se le pregunta, no habla de cifras como trofeos, sino como recordatorios de la magnitud de su responsabilidad: cada caso consular, cada familia atendida, cada trámite resuelto.
“La función consular —explica—, es, en el fondo, ayudar a nuestra gente a que no se sienta sola. Aquí somos su primer contacto, su refugio y su guía”. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Iberoamericana con estudios en Relaciones Internacionales por la UNAM, así como diplomado en Protección Consular por el Instituto Matías Romero y el Diplomado en Derecho de los Estados Unidos por la Universidad de Arizona, entre otros, Sabines ha recibido múltiples reconocimientos, sobre todo cuando fue gobernador, por su política a favor del migrante, entre ellos la Condecoración de la Orden José Cecilio del Valle en grado de Gran Cruz de Plata por el Gobierno de Honduras, la Orden del Quetzal por el gobierno de Guatemala y la Orden Nacional José Matías Delgado por el gobierno de El Salvador.
Entre sus logros académicos destaca su papel como promotor del intercambio universitario entre Chiapas y diversas instituciones estadounidenses, iniciativa que ha permitido que jóvenes de origen mexicano cursen semestres en universidades de Florida con becas parciales o completas. “La educación es la llave más segura para abrir puertas y romper ciclos de pobreza”, afirma. En el consulado, un día de sus actividades puede comenzar con la repatriación de restos, seguir con una gestión urgente de pasaportes y cerrar con reuniones sobre programas culturales. No es raro que, en medio de ese ritmo, Sabines salga personalmente a atender a quien lo solicita. “La cercanía es parte de la confianza. No puedes ser un cónsul de escritorio” —dice. Servicios consulares, prevención y defensa comunitaria Orlando no sólo es un imán turístico: también es hogar para miles de mexicanos que trabajan en construcción, hostelería y servicios, muchos de ellos con retos legales o laborales.
Sabines ha tejido una red de contactos con abogados, organizaciones comunitarias y autoridades locales para actuar con rapidez. Su estrategia no se limita a reaccionar: busca prevenir. Las jornadas de atención conocidas como Sábado Ciudadano y el Foro de Inmigración–Listening Tour 2025 han llevado servicios y trámites a quienes no pueden acudir entre semana.
Para nadie es un secreto que el caso de los hermanos González destapó un debate de fondo: el uso de cárceles de alta seguridad para detenidos por faltas administrativas o migratorias. Alligator —relata Sabines—, está diseñado para internos de alta peligrosidad y su régimen vulnera derechos humanos básicos. La respuesta del consulado fue inmediata: asignar una abogada del Programa de Asistencia Jurídica para Mexicanos (PALE), gestionar comunicaciones diplomáticas y reuniones con autoridades para lograr la liberación.
Incluso planteó emitir una alerta de viaje para mexicanos que visiten Florida, advertencia que aún se mantiene vigente, de tal forma que a los turistas o quienes se encuentren radicando ahí se les recomienda que nunca manejen vehículos con vidrios oscuros más allá de lo que la ley permite, porque ha sido el común denominador de las detenciones. Su gestión ha coincidido con un endurecimiento de políticas migratorias, como la Ley SB1718 y la ampliación del acuerdo 287(g), que faculta a policías locales para actuar como agentes del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos). Este convenio, antes limitado a ocho condados, ahora abarca todo el estado. La consecuencia: detenciones sin fundamento, familias separadas y comunidades enteras viviendo con miedo.
Sabines subraya que muchos mexicanos evitan denunciar delitos —incluida la violencia doméstica—, por temor a ser deportados tras un simple control policial. Para contrarrestar este clima, Orlando es el único consulado de México en Estados Unidos con abogados disponibles todos los días, financiados con recursos adicionales asignados por la presidenta Claudia Sheinbaum. Estos abogados no sólo litigan, sino que imparten talleres, revisan casos de asilo y orientan a personas que, sin esta asesoría, serían deportadas sin conocer sus derechos. Más allá de los casos urgentes, el cónsul ha reforzado la vinculación con la segunda generación de mexicanos en Estados Unidos mediante talleres de español, actividades culturales y festivales gastronómicos. También ha impulsado programas como Mexicana Emprende para mujeres inmigrantes, jornadas feministas para que con toda confianza encuentren todos los servicios de salud, educación, empoderamiento en un solo día en el consulado y campañas masivas de registro de doble nacionalidad, multiplicando de cinco a treinta los trámites diarios para hijos de mexicanos nacidos en EU. La comunidad mexicana lo percibe como un cónsul accesible, dispuesto a escuchar y a dar respuesta inmediata.
Su presencia en casos como el de los hermanos González y su denuncia pública sobre el impacto de las redadas en la economía local han reforzado esa imagen. “No se trata sólo de hacer diplomacia —subraya—, sino de estar con la gente cuando más lo necesita”. El reconocimiento a su labor en Orlando ha estado precedido por el galardón Más Naciones Unidas que le otorgó el Sistema Naciones Unidas (ONU) México; también por la Medalla al Mérito Migrante otorgada por agrupaciones comunitarias en Florida y otras distinciones que le han hecho diversas organizaciones y comunidades de migrantes en Centro y Norte de este estado, quienes lo llaman El Cónsul de hispanoamérica. También ha sido distinguido por universidades en México y Estados Unidos, que han reconocido su gestión e interés, al innovar y poner en marcha programas binacionales de educación y salud.
Un encuentro fuera del protocolo; recuerdos familiares y memoria literaria La entrevista no se realiza en una oficina ni en un foro oficial, sino en un restaurante del sur de la Ciudad de México. Juan Sabines Guerrero llega acompañado de su esposa, Isabel Aguilera Aburto. Las lluvias torrenciales y el tráfico denso retrasaron su llegada, pero ambos aparecieron con buen ánimo. Se encontraba en la capital por menos de 48 horas, procedente de Orlando, para cumplir con reuniones con titulares y funcionarios de política exterior y comercio, áreas particularmente estratégicas en el actual contexto de la relación bilateral con Estados Unidos. Varias veces la conversación es interrumpida por comensales que lo reconocen y se acercan a saludarlo o pedirle una fotografía, que él acepta con una sonrisa, complacido de que el reconocimiento es cordial y no de reproche, como ocurre con otros políticos mexicanos que, al mostrarse en público, son objeto de reclamos. Durante el encuentro, Sabines me obsequia un ejemplar de Cuentos escogidos, obra de su tío Jorge Sabines Gutiérrez —fallecido en noviembre de 1993—, editada en 2009. El volumen reúne treinta relatos y fragmentos de una novela inconclusa sobre la vida de su abuelo Jalil, padre de los Sabines. En realidad, la familia estuvo formada por cuatro hermanos: Juan, Jorge, Jaime y Julio, este último fallecido a temprana edad.
“Dos de ellos destacaron en la vida pública —me dice—: mi padre Juan, el mayor, y mi tío Jaime, que llevó sus poemas por el mundo, de un idioma a otro, incluso después de su muerte. Pero ninguno habría escalado cumbres que parecían imposibles para los hijos de un migrante libanés, sin el hermano de en medio, Jorge”. Juan Sabines recuerda que su tío Jorge vivió en el anonimato, rodeado de libros, con una cultura vastísima. Fue masón de alto grado, historiador, cuentista, poeta, autor de discursos y propuestas políticas. “Era un ferviente autodidacta, reunió miles de volúmenes en su biblioteca y, salvo algunos poemas publicados con seudónimo, su obra permaneció inédita hasta cuando edité este libro”. Hablar de Jorge lo lleva inevitablemente a evocar a su otro tío, el poeta laureado Jaime Sabines, y también a su padre, Juan Sabines Gutiérrez, quien gobernó Chiapas entre 1979 y 1982 y dejó —según recuentos que él repite orgulloso—, una huella política y afectiva en su estado. —Has estado al frente del Consulado de México en Orlando por casi una década, con periodos intermitentes.
¿Cómo comenzó esta etapa en tu carrera? —Fue el 30 de junio de 2015 cuando asumí el cargo por primera vez. Han sido casi 10 años: de junio de 2015 a noviembre de 2018, gracias a la gestión del entonces gobernador Manuel Velasco y Luis Walton —con el respaldo de mi familia y del licenciado Andrés Manuel López Obrador—, y desde noviembre de 2019 hasta agosto de 2025, por invitación del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. Estuve fuera del cargo entre noviembre de 2018 y noviembre de 2019, y luego tomé una licencia sin goce de sueldo, de marzo a junio de 2020 debido a la enfermedad de mi madre, María de los Ángeles, quien partió el 23 de mayo de 2020, a sólo 3 días de cumplir 94 años. —En todo este tiempo has trabajado con distintos cancilleres. ¿Cómo ha evolucionado tu actividad profesional? Primero político, hoy diplomático… —En una primera etapa trabajé con José Antonio Meade, Claudia Ruiz Massieu y Luis Videgaray.
Luego, con Marcelo Ebrard, a quien aprecio y admiro profundamente. En 2019, el presidente López Obrador me preguntó si estaba contento aquí y me reincorporó. Pasé un año en México por asuntos personales y en 2020 regresé. Ahora, lo hago bajo la presidenta Claudia Sheinbaum, con el canciller Juan Ramón de la Fuente y con el titular de América del Norte, Roberto Velasco, a quienes también admiro y respeto; su instrucción es seguir enfocados en la protección consular. —Orlando alberga una gran comunidad mexicana. ¿De qué magnitud estamos hablando? —Según el censo de 2020, hay más de 35 mil mexicanos, pero calculamos que, en nuestra circunscripción —que cubre 48 condados de Florida—, son tal vez unos 800 mil, promoviendo servicios legales diarios, jornadas de atención sabatinas y campañas de doble nacionalidad. Entre ellos, los 51 mil mexicanos con visa H-2A, la mayoría de Chiapas, que cultivan los campos de Florida —el estado con más personas extranjeras con visas de trabajo en toda la Unión Americana—, lo que hace absurdas las políticas antinmigrantes del gobierno de Florida. En el Consulado emitimos matrículas consulares que sirven como identificación y para abrir cuentas bancarias. En total, hay 11 millones de mexicanos nacidos en México viviendo en EU, y 26 millones nacidos aquí, con padre o madre mexicanos. —¿Qué tan fuerte es la presencia chiapaneca? —Bastante fuerte. Llegamos a tener cinco Casas Chiapas; hoy queda sólo la de Tampa.
Convencimos a empleadores para contratar trabajadores agrícolas con visa H-2A. Anualmente, unos 8 mil chiapanecos vienen a trabajar al campo en Florida. También atendemos una comunidad indígena creciente, con programas específicos. Y, por cierto, hemos logrado que los principales empleadores de chiapanecos dentro y fuera de México sean las empresas de Florida. —Uno de los casos más delicados recientemente fue el de una familia que perdió a un niño en un incendio. —Sí, fue muy doloroso. Pero debo comentarte que el gobernador Eduardo Ramírez se hizo cargo de los gastos de traslado y repatriación a través de una colaboradora. No lo publicitó —lo cual habla muy bien de su calidad humana—, pero fue un gesto importante y sensible. —El clima migratorio en Florida es cada vez más duro. ¿Cómo responde el consulado? —La única forma de mirar a alguien hacia abajo es para tenderle la mano y levantarlo. La presidenta Sheinbaum nos pidió estar cerca de la comunidad. Tenemos audiencias los sábados: atiendo desde las 9 de la mañana hasta el último, a veces a las 9 de la noche. Somos el único consulado con abogados todos los días, financiados con recursos adicionales. —¿Qué papel tienen esos abogados? —Determinan si alguien puede quedarse legalmente en EU. Dan conferencias, sesiones de preguntas y consultas privadas. Si un caso lo requiere, el consulado cubre parte o todo el costo legal. —El acuerdo 287(g) ha sido muy polémico. —Así es. El 287(g) es un convenio firmado entre agencias federales y departamentos de policía locales que permite a estos últimos actuar como si fueran agentes de migración, es decir, realizar funciones propias del Immigration and Customs Enforcement (ICE), la agencia de control migratorio y aduanal de Estados Unidos. Antes sólo operaba en ocho condados de Florida; ahora cubre todo el estado.
Esto provoca detenciones abusivas y disuade denuncias, incluso de violencia doméstica. —¿Qué nuevos programas han lanzado? —La Financiera para el Bienestar para envío de remesas y el IMSS para trabajadores independientes en el exterior. Orlando es piloto oficial y líder mundial en afiliaciones: de 15 mil, 13 mil se afiliaron en la circunscripción de Orlando; y, por cierto, sólo de esta circunscripción se recauda más recursos del PTI del IMSS que en varios estados de la República. También la Ventanilla de Atención Integral a Pueblos Originarios e Indígenas de México y del Exterior (VAIPOIME), con intérpretes de lenguas indígenas, más que un logro, es una conquista de la comunidad mexicana indígena migrante. —En el tema de detenciones, ¿cómo interviene el consulado? —Informamos bajo la Convención de Viena, asistimos en identificación y apoyamos con abogados. En Tallahassee, por ejemplo, atendimos a 107 mexicanos detenidos. Iniciativas consulares en Orlando: apoyo a migrantes y nuevos proyectos Durante la conversación, Sabines asegura que recientemente impulsaron una clínica de ciudadanía en la que, en sólo una semana, se atendieron 18 casos. Explica que cerca de dos millones de residentes permanentes mexicanos en Estados Unidos no dan el paso hacia la naturalización, en gran medida por tres razones: el idioma, el costo —que ronda los 900 dólares—, y el examen cívico. Subraya que la diferencia es crucial: “La green card se pierde si caes en prisión; la ciudadanía, no. Por eso insistimos: háganse ciudadanos”. En paralelo, han reforzado el registro de doble nacionalidad para hijos de mexicanos nacidos en territorio estadounidense, pasando de cinco trámites diarios a cerca de treinta.
“De esa manera podemos defenderlos como Estado”, afirma. A ello se suma la oferta de servicios básicos de salud en el propio consulado —glucosa, visión, colesterol, triglicéridos, mastografías—, y el lanzamiento de Mexicana Emprende, un programa para que mujeres migrantes abran micronegocios. Entre los programas nacidos en Orlando —dice—, destaca la implementación piloto del IMSS para trabajadores independientes, en coordinación con Marcelo Ebrard y el Instituto Mexicano del Seguro Social. Otro proyecto que le enorgullece es VAIPOIME, la primera política pública consular enfocada en comunidades indígenas, con intérpretes, traducciones y acompañamiento. Nacida en Orlando, hoy opera en once consulados y el próximo 21 de agosto cumplirá cuatro años. Además, surgió en el consulado la Ventanilla de Inclusión y de Deportes, que es la que posee más ventanillas comunitarias (organizaciones sin fines de lucro) aliadas. El cónsul Sabines advierte con preocupación las iniciativas en Florida para abrir nuevas prisiones destinadas a migrantes. Recuerda que el gobernador Ron DeSantis ha planteado una en la zona de Jacksonville o de los Everglades —aún por confirmar—, lo que, a su juicio, es una forma equivocada de enfrentar la realidad. “Este país lo construyeron migrantes”, sostiene. Refiere que Florida es el estado con mayor número de trabajadores con visa H-2A, y aun así las políticas se endurecen. El impacto es tangible: cada vez más familias regresan a México, algo que se refleja en el trámite de menaje de casa, que pasó de un promedio de uno al mes, a cerca de veinte por semana.
Describe además la dureza del actual proceso de deportación: quien llega al centro de detención de Krome puede ser expulsado en un solo día. El hacinamiento y las prisas —comenta—, vulneran derechos básicos. Pese a ello, asegura, “no están solos: la presidenta Claudia Sheinbaum está pendiente de la comunidad migrante”. Subraya que en febrero pasado se publicó en el Diario Oficial de la Federación una reforma que busca agilizar trámites, aumentar el número de abogados y ampliar el presupuesto de atención. Con Roberto Velasco —responsable para América del Norte en la SER—, han trabajado en promoción económica y diálogo con autoridades estadounidenses. Un caso reciente en Tallahassee les permitió auxiliar a 107 mexicanos detenidos, identificándolos incluso cuando no llevaban documentos. “Respetamos las decisiones de las autoridades, menos cuando vulneran derechos humanos”, subraya.
Agradece que la presidenta haya evaluado y renovado varios consulados, y de forma personal, que le permitiera un año más al frente del Consulado de México en Orlando. —La doble nacionalidad parece ser una prioridad —le digo. —Sí. Pasamos de registrar a cinco hijos de mexicanos nacidos aquí por día a treinta al día. Es un blindaje legal: si tienen nacionalidad mexicana, el Estado los puede defender. —¿Qué puede esperar realmente la comunidad mexicana en Florida de su consulado en este contexto? —Que no están solos. El consulado está para defender sus derechos, promover su ciudadanía y facilitar su vida aquí —confirma, seguro de lo que dice. Confirma que su gestión concluirá el próximo 31 de octubre, aunque antes encabezará la organización de los festejos patrios.
Con más de tres décadas en el servicio público —desde 1995 en la Delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México—, asegura que tras una breve pausa aceptará alguna de las invitaciones que ya tiene sobre la mesa, siempre con la intención de seguir vinculado a la comunidad migrante y al fortalecimiento de la relación económica entre México y Estados Unidos. Recuerda que las misiones comerciales que han llevado desde Orlando forman parte de una estrategia que encaja con el llamado Plan México y la marca Hecho en México, impulsados por Marcelo Ebrard, y que mantienen una coordinación efectiva con las secretarías del gobierno federal. En casi una década de trabajo diplomático en Orlando, Juan Sabines ha pasado de ser un político con experiencia en la administración estatal a un operador consular que mide su gestión en libertades recuperadas, documentos entregados y vidas protegidas. Sus cifras, programas y casos emblemáticos muestran un trabajo que se ha movido entre la gestión política y el auxilio directo. Su papel, como él mismo define, “no es sólo representar al Estado mexicano ante las autoridades estadounidenses, sino representar a cada mexicano que, al cruzar la puerta del consulado, espera encontrar ayuda inmediata y efectiva”. Esa es la vara con la que, dice, espera que lo mida la comunidad.