Descomplicado/Jorge Robledo
Nuevo gobierno, reyecito ofendido y hasta el tope de gringos
Gran escándalo hizo el presidente español Pedro Sánchez, porque a su jefe (tal como lo demuestra) no lo invitaron a la toma de posesión de Claudia Sheimbaum. Lo dijo incluso en una reunión en Estados Unidos al que llevó el actual conflicto que existe entre nuestro país y el europeo porque el llamado rey Felipe VI se negó a responder con probidad la carta enviada por AMLO para dejar saldado el viejo conflicto de la invasión española a tierras ancestrales. Las cosas toman una dimensión de soberbia de parte del llamado monarca y el presidente de ese país, porque para ellos sería lógica esa invitación al que llaman soberano cuando su presencia en México para muchos puede no ser grata. Que ellos tengan un régimen monárquico es cosa suya y hay una dependencia interna en torno a una forma de gobierno que recoge mucho del viejo franquismo.
MONARQUÍA Y GOBIERNO IBERO, CREEN QUE MÉXICO AÚN ES SU COLONIA
Es molesto pedir perdón por las ofensas inferidas por tres siglos a los habitantes de unas tierras, pero más molesto es que no inviten a sus celebraciones. El rey español enseñó la oreja porque la presidenta electa no lo invitó y en cambio lo hizo directamente a Pedro Sanchez; pero éste también la enseñó porque coincidió en el berrinche del llamado monarca. A Sánchez por cierto, la jefa de gobierno le entregó las llaves de la ciudad. a nuestro entender sin merecimiento alguno. El señor Borbón ya las traía desde la toma de posesión de AMLO porque fue el último en ser mencionado y sin ninguna ceremonia o vasallaje. La actitud de despecho tan evidente en Felipe y de paso en Pedro, evidencia su falta de tablas para enfrentar algo que puede pasar de lado. Total que las relaciones con su país están en suspenso desde hace meses. Pero como que se escucha muy infantil eso de expresar: Estoy muy enojado porque no me invitaron a su fiesta.
LOS GRINGOS SI SE APUNTARON, NOS PATEAN PERO LES GUSTA MÉXICO
El despecho borboniano debe ser profundo porque la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, adelanta una buena fiesta de relaciones. Y temen pedérsela. A Pedrito le gusta estar cerca de los imperios y andaba por Estados Unidos en una asamblea de la ONU. En una conferencia de prensa sacó a relucir el tema de México donde según medios calificó de inaceptable e inexplicable la postura de Claudia como si nuestro país careciera de dignidad y tuviera que asumir las ofensas de su monarca. La toma de posesión va a estar muy bien representada. Anuncian los gobiernos cercanos a AMLO, su presencia y sus buenas representaciones los que no pueden venir. Pero los gringos si se apuntan acompañando a Jill la esposa de Joe Biden. Con ella llegan nueve funcionarios encabezados por Alejandro Mayorkas Secretario del Departamento de Seguridad Nacional y entre ellos el embajador Ken Salazar, gente que viene seguido a México y que ahora reitera su presencia con un copioso grupo. En eso de los actos oficiales de los que asumen un poder, suele repuntar un convencionalismo que evidencia algo que exhibe al personaje central, el que va a asumir. Lo vimos con AMLO por la forma como capoteó la presencia de Nicolás Maduro en su toma de posesión, cuando podía haber sido una presencia normal como la de muchos otros. Se captan en ese retraimiento, también, las posturas asumidas por este gobierno ante la guerra Rusia-Ucrania y un poco en el caso Israel-Palestina, en el que se asumen cuestiones formales que no deberían de ser en un gobierno realmente abierto. Se toma partido y ya.