Teléfono rojo
TUXTLA GUTIÉRREZ, Chiapas, a 31 de mayo de 2017.-Nada tan misterioso como la pasión que rodea a un político. El resurgimiento de José Antonio Aguilar Bodegas ha sorprendido a muchos. En este momento es idealizado como el mejor prospecto a gobernador del estado, y aunque de propia voz no ha declarado querer participar en las próximas elecciones, su sola mención en el corredor político está causando espanto entre los otros aspirantes.
¿Por qué le temen a Josean?, es la pregunta. Será porque “el que ha naufragado tiembla incluso ante las olas tranquilas”, así lo dice el poeta Ovidio. La posible candidatura de Aguilar Bodegas es hasta hoy una propuesta, un rumor, pero un rumor que cala y suena en todos los rincones de Chiapas. Asimismo lo aclaman en el sector empresarial, en la clase política, en el priismo local y en varias organizaciones campesinas y obreras. Sin necesidad de hacer aspavientos, sin crear fundaciones, sin regalar despensas, sin salir en las revistas de corazón y sin convocar a las muchedumbres, está logrando penetrar con más efectividad que los demás en la confianza de la sociedad chiapaneca.
¿Estaremos acaso ante la inminente contienda entre la juventud y la experiencia?
RESULTADOS DE LA INEXPERIENCIA
“Los jóvenes son los herederos del México que, bien o mal, les dejamos y los arquitectos del México del porvenir. Por ello, que se involucren en la política, en la construcción del país, siempre es un motivo digno de aplaudirse y celebrarse. Independientemente del mensaje, es alentador saber que en ellos vive la chispa de la crítica y el afán por la expresión y la discusión”, dice Alejandro Martí, presidente y fundador de la organización México SOS, que lucha y trabaja por construir una nación más segura. Estoy de acuerdo con Martí, pero sólo en parte.
La política mexicana en los últimos años ha concedido grandes espacios para que los jóvenes tengan participación en la formación de los destinos de la patria. Esto es bueno. Porque es muestra clara de que nuestra joven democracia es cada vez más incluyente. Tenemos diputados, senadores, síndicos, regidores y hasta gobernadores que apenas sobrepasan los treinta años de edad. ¿Pero qué sucede a la hora de rendir cuentas al pueblo?
No generalizo, reconozco que hay muchachas y muchachos valiosos, inteligentes y de propuesta que desde sus trincheras han contribuido a resolver viejos problemas en las comunidades rurales, en las grandes urbes e incluso en las entidades. Sin embargo, estos son casos excepcionales. Muy pocos de verdad. La mayoría adolece de algo fundamental para ejercer un buen gobierno: la experiencia y el tacto político.
Cuando un joven Winston Churchill encabezó la batalla de Galípoli, en la Primera Guerra Mundial, la cosa terminó en desastre. Como resultado de su entusiasmo de juventud, murieron 250 mil soldados y este fracaso motivó su salida del gobierno británico. Pero siendo ya mayor, con experiencia en la guerra y en otros cargos públicos, tras la Segunda Guerra Mundial fue considerado un gigante político, un estadista y uno de los hombres más influentes en la historia del Reino Unido.
En los últimos sexenios hemos podido darnos cuenta que gobernar es más anhelo de poder que auténticas ganas de hacer el bien común. ¿Qué ha sido pues de los noveles servidores públicos?
Si se trata de postular a los jóvenes por su honestidad, Guillermo Padrés del PAN, tenía 40 años de edad cuando gobernó Sonora, y Javier Duarte del PRI, tenía 37 (la edad promedio en que están los futuros candidatos al gobierno de Chiapas), pero finalmente terminaron encarcelados por los delitos de malversación de los recursos públicos, asociación delictuosa y enriquecimiento ilícito. Juan Sabines Guerrero, un ejemplo más cercano, tenía 38 años al convertirse en gobernador del estado y el resultado de su execrable administración fueron 40 mil millones de pesos de deuda pública y 300 mil pobres más.
Si nos enfocamos en su ideología de partido, los más de tres jóvenes aspirantes chiapanecos que están afiliados a Morena, organismo que tiene las credenciales más limpias pero sólo porque ha gobernado menos, ya presenta casos como el de Pedro Pablo de Antuñano, subordinado de Ricardo Monreal, delegado de Cuauhtémoc, que fue detenido con 600 mil pesos en efectivo.
Por otro lado, Andrés Manuel López Obrador, líder organizacional, moral y espiritual de Morena, es un caudillo que los maneja a su antojo, es de viejo cuño ajeno a las renovaciones liberales, notable en la impugnación y tiene pocas (muy pocas) cualidades de estadista. En 2006 representó una esperanza, en 2012 fue la opción “menos peor”, ahora, en aras del triunfo, promete perdón para los corruptos. Doble moral. Sin ninguna duda, su desgate político será la sombra que acompañe al candidato de Morena en Chiapas.
Paradójicamente, estos políticos no votan, pero quieren ser votados.
¿QUIÉN ES JOSEAN?
En este desolador contexto, José Antonio Aguilar Bodegas es anunciado como candidato para la elección de 2018. Esto en modo alguno vulnera la voluntad de Josean de mantenerse al margen de la conquista del poder, que en reiteradas ocasiones ha manifestado estar comprometido con su labor en la Secretaría del Campo, donde con trabajo conjunto entre la federación y el estado ha atendido a más de un millón cien mil productores en infraestructura productiva, equipamiento agrícola y pecuario, repoblamiento del hato ganadero, sanidad vegetal y animal, aseguramiento de cultivos, asesoría, capacitación y desarrollo de proyectos productivos, ejerciendo en los pasados cuatro años una inversión de 12 mil 600 millones de pesos. Son estos los mejores resultados en los últimos 15 años de gobierno.
Aguilar Bodegas es originario de Tapachula, Chiapas, y poseedor de una firme convicción priista. Es licenciado en Relaciones Industriales por la Universidad del Valle de México y tiene una maestría en Administración Pública por la misma universidad.
A la edad de 30 años, entre 1980 y 1982, se desempeñó como subsecretario de Desarrollo Económico del Estado. Luego, fue vocal ejecutivo del Programa Integral para el Desarrollo Rural. Al año siguiente, fue designado gerente del Banco de Crédito Rural en Tapachula. Y de 1985 a 1988 fue delegado en la entidad de la entonces Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos.
También, ha sido presidente municipal de Tapachula, diputado federal en dos ocasiones, diputado local y presidente del Congreso del Estado, y senador de la República.
En 2006, José Antonio Aguilar Bodegas es elegido candidato de la Alianza por Chiapas formada por los partidos PRI y PVEM. Y Juan Sabines Guerrero, su mayor oponente que había renunciado a su militancia priista de más de 18 años, fue arropado por el PRD, PT y Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano), cuya alianza se llamó “Coalición por el Bien de Todos”, así entre comillas.
En un claro fraude electoral, Sabines lo “superó” por un pírrico 0.57 por ciento de la votación. En esta estafa, Pablo Salazar Mendiguchía, gobernador saliente, influyó en el triunfo de Sabines, pero años más tarde éste lo traicionó y lo mandó a encarcelar por los delitos de peculado, asociación delictuosa, defraudación y homicidio.
¿GOBERNADOR?
Cuando Aguilar Bodegas fue acusado en diciembre de 2011 por el gobierno de Juan Sabines, que dijo tener pruebas de las transacciones ilícitas del corporativo Álvarez Puga y Asociados, del que Josean fue director general, él contestó categóricamente: “No tengo en toda mi vida nada de qué avergonzarme, ni como funcionario público ni como político de elección popular. Mi vida en Chiapas es abierta, mi condición humana, mi condición social y mi condición económica, mía y de mi familia, siempre han estado a la vista de todo mundo”.
Josean no fue a la cárcel, pues no fue hallado culpable. No huyó como lo hacen los cobardes. Su única culpa fue ser el más crítico del régimen sabinista, y eso lo convirtió en un perseguido político.
En tiempos de decisión, debemos escoger mejor a los candidatos. Darles oportunidad a los jóvenes políticos fue bueno para la democracia, pero los resultados no fueron tan satisfactorios. Le apostamos a su fuerza, frescura y carisma, y las lecciones han sido muy amargas. Lo hemos visto. Pero ¿es posible aguantar más tiempo?
“Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros”, de acuerdo a la frase de Hermann Hesse ese poder es la experiencia de Aguilar Bodegas, obtenida en tres décadas en el servicio público. Churchill tuvo que recorrer un largo camino para ser el gigante político que después fue. Hoy, como el ave fénix que renace de las cenizas, Josean vive para la política y para complacencia de muchos ha vuelto a resucitar. Sólo falta que se decida. ¡Chao!
@_MarioCaballero