Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
¡OBRADOR, MONREAL Y
MARCELO, EN GUERRA!
Sólo era cuestión de tiempo.
Sí, mas pronto de lo que muchos imaginaron empezó la guerra civil en esa “fábrica de floreros” llamada Partido Morena.
Y es que en toda dictadura, como la tiranía que impuso en México López Obrador, resultan inaceptables el disenso, el pensamiento libre y, sobre todo, la competencia política abierta.
Es decir, asistimos a la confirmación de que Morena no es un partido político sino una vulgar fábrica de puestos políticos, en donde tampoco se practica la democracia y en donde no se mueve una hoja del frondoso árbol sin la decisión del “dedo de Palacio”.
En otras palabras, resulta que en la “pandilla mafiosa” motejada como Morena existe una sola voz, se impone la opinión única y sólo vale la decisión del tirano; el líder máximo, el supremo y Dios, llamado López Obrador.
Y ay de aquel ingenuo que se atreva a disentir –sea de Morena o de otro partido–, porque entonces será aplastado por el “dedo de Palacio”; falange capaz de las peores perversidades y venganzas, al estilo de tiranías bananeras.
Y es que en Morena y en Palacio no hay lugar y espacio para decisiones y opiniones distintas, disidentes; tampoco para el diálogo y menos para la competencia libre.
No, en Morena todo lo decide y lo dicta el “dedo de Palacio” y punto.
Sea la decisión para encaminar la sucesión presidencial, sea en la lucha por las candidaturas a gobiernos estatales, sea para el más humilde cargo de elección popular.
Y la conclusión es básica; mas allá de méritos, medallas y menciones, al que no le guste tiene la puerta abierta para buscar camino en otro establo político.
Por lo pronto, las primeras escaramuzas no son menores.
En apego a su historia política, Ricardo Monreal dio los primeros pasos rumbo al 2024…. Pero también pagó por los primeros tropiezos.
Resulta que buscó una entrevista con los enemigos de la casa, con el diario Reforma, a cuyos lectores dijo que en la lucha sucesoria “los políticos radicales” estaban condenados al fracaso.
Pero hete aquí que el de Palacio le respondió que él y su gobierno “somos radicales”, lo que obligó a Monreal a “recular” de inmediato.
En efecto, el zacatecano debió reconocer de manera pública que “no se confrontará” con el presidente, lo que de inmediato fue entendido como un severo jalón de orejas.
Monreal olvidó que el presidente López no es el entonces presidente Zedillo y que el tabasqueño no solo es “un animal político” sino “el peor animal de la política”.
Monreal fue aplacado por el momento.
Pero horas después, y a propósito de la toma de posesión del dictador, Daniel Ortega, de Nicaragua, el Canciller, Marcelo Ebrard, se fue por la libre y no sólo canceló su viaje a la toma de posesión del peor dictador que han tenido los nicaragüenses, sino que anuló toda visita a Centroamérica.
Pero en sus farsas mañaneras López también le recetó un severo “jalón de orejas” a su Canciller.
¿Por qué?
Porque dejó entrever que Marcelo Ebrard no le consulta las decisiones de Estado y, por tanto, el presidente ordenó de última hora un enviado a Nicaragua, a la toma de posesión del dictador Ortega.
Sí, México aparece hoy entre las peores dictaduras del mundo.
Y, como queda claro, Ebrard fue exhibido en calidad de “bobo útil”.
Por eso, junto con Ricardo Monreal, fue colocado en el rincón de la sucesión, con su tocado de “castigados por burros”.
Pero es sólo el principio, ya que en todas las entidades en donde habrá elecciones, en el 2022, son muchas y muchos los enojados, sorprendidos y a los que López dejará “colgados de la brocha”.
Designará a placer y sólo movido por su “santa voluntad”.
Lo cierto, sin embargo, es que sólo los idiotas de la política pudieron creerle a un mentiroso como López, que no tiene palabra, no tiene principios y no tiene dignidad. Y lo entendió el que lo entendió.
Al tiempo.