País en guerra
Esta semana comienza el proceso de contrarreforma lopezobradorista a la contrarreforma salinista neoliberal del Estado. Antes que una transición del Estado priista centralizador y popular, el modelo neoliberal reformó el Estado en dos tiempos: le quitó la responsabilidad de representar a las clases sociales populares y creó junto con el PAN en la presidencia el modelo de organismos autónomos con funcionarios contratados para administrar sin pasiones sociales al Estado.
El Estado neoliberal lo fundaron Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari en doce años de gobierno, 1983-1994. De la Madrid creó la figura de rectoría del Estado, pero no para fundamentar la fuerza del aparato público, sino para limitar sus áreas de responsabilidad; ahí comenzó el proceso de desincorporación o desestatización del sector público con la disminución de paraestatales que tuvo su punto culminante en 1990 cuando el presidente Salinas entregó Teléfonos de México a Carlos Salim Helú para que creara el imperio que lo ha convertido en el hombre más rico de Mexico y entre los más ricos del mundo, aunque aquí también es contratista minorista del gobierno federal, sobre todo con López Obrador.
Salinas dio el cerrojazo con la segunda etapa de privatización de la economía pública, entregándole a empresarios los bancos, las siderúrgicas y otros sectores económicos que antes eran del Estado. Y para afianzar el modelo, Salinas de Gortari usó su mayoría calificada priista en las dos cámaras para liquidar los artículos constitucionales que habían sido la esencia ideológica del Estado de la Revolución Mexicana: privatizó el ejido, sacó a los trabajadores de los sistemas de decisión y los hizo accionista pobres de empresas, le quitó sustancia social al Estado, redujo la cobertura estatal a los más pobres, liquidó el modelo de ascenso social en los sectores no propietarios y le entregó al sector privado en forma de mercado el espacio de decisiones constitucionales que antes correspondía al Estado como representante de los intereses de los mexicanos no propietarios de medios de producción.
La tercera fase de la neoliberalización del Estado corrió de la presidencia de Vicente Fox con los Chicago boys –liderados por Francisco Gil Díaz en la Secretaría de Hacienda como el eje del funcionamiento neoliberal del Estado– al Pacto por México diseñado por el PRIAN y con el aval del PRD de Los Chuchos ya sin Cárdenas ni López Obrador.
Esta tercera fase fortaleció el modelo de los organismos autónomos del Estado: oficinas a cargo de funcionarios designados por el congreso a propuesta presidencial y el apoyo del PAN, pero con la restricción de que no pertenecieran a partidos y operaran como burócratas sin compromisos. Se trataba de hacer más funcionalista al Estado, aunque creando una verdadera burocracia-rémora de oro sin más compromisos que representar subterráneamente el modelo neoliberal del Estado.
El INAI, el IFE/INE, los organismos garates de la privatización del sector energético y eléctrico y el encargado de la supervisión de los programas sociales nacieron como contrapesos de las oficinas legales del Estado en el ámbito del gabinete y de la administración pública federal, pero luego se convirtieron en verdaderos contrapoderes conservadores que se pusieron al servicio del modelo político neoliberal del Estado.
El caso más visible fue el INE. La reforma electoral de Salinas de Gortari creó el IFE como una nueva Comisión Federal Electoral en modo Manuel Bartlett Díaz, aunque inventó un consejo de selectos burócratas para balancear el papel de los partidos en los órganos electorales. En 1996 el IFE se autonomizó y quedó en manos de una elite de politólogos funcionales a los intereses de Salinas para evitar el avance de los partidos populistas, sobre todo el PRD de Cárdenas y López Obrador.
En las elecciones de 2024, el INE y los exfuncionarios que siguen usando al Instituto como un cacicazgo del funcionariato electoral operaron recursos del Estado para contener, desvirtuar y atacar al proyecto político de López Obrador tachándolo de populista.
En este contexto, la contrarreforma lopezobradorista busca liquidar la contrarreforma neoliberal del Estado 1983-2018, desapareciendo a los organismos autónomos que representan los intereses del mercado político y económico.
Si se quiere evitar el regreso al estatismo, entonces no hay otro camino que la transición del Estado populista/neoliberal a un Estado de instituciones que respondan a la sociedad, esa transición que nunca existió como acto reformador del Estado y que Woldenberg y Córdova inventaron para contener los intereses sociales populares en el Estado.
Política para dummies: La política se define dentro de los contornos del Estado.
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@carlosramirezh