Teléfono rojo
EE. UU. 2020 (8). 49% de voto 2020 fue
para Trump, no para partido Republicano
Pase lo que pase si hay o no recuento, el segundo saldo importante de las elecciones presidenciales revela el colapso del Partido Republicano: por traiciones, alianzas con demócratas y agotamiento de grupos oligárquicos, el Partido Republicano perdió bastiones electorales estatales, diluyó su conservadurismo acomodaticio y dejó al garete a importantes grupos sociales. El 49% del voto presidencial fue para Trump y no para el partido.
El problema de Trump radicó en no haber pactado con el establishment del Partido Republicano, pero debido a que los grupos dominantes de esa formación exigían en la práctica la entrega del poder a las élites oligarcas. Sin embargo, por ese desacuerdo, el PR perdió la presidencia para Trump por cuatro años, pero en realidad permitió que estados conservadores clave se pasaran al Partido Demócrata con el indicio de que tal vez nunca regresarán.
Lo peor de todo fueron las traiciones. Los Bush en Texas y Florida, por ejemplo, operaron a favor de Joe Biden y los demócratas, pero al final Trump se quedó con la mayoría y dejó a esa familia sin bastiones y, lo peor, sin credibilidad política porque fueron asociados a los intereses de Barack Obama como el operador demócrata de las traiciones republicanas.
En suma, el Partido Republicano perdió la presidencia, dejó al partido sin grupos de poder, se irá desfondando porque los grupos conservadores radicales trumpistas ya no votarán por sus candidatos y disminuyó representatividad social, al tiempo que los liderazgos tradicionalistas republicanos también se quedaron desideologizados porque el conservadurismo fue copado y cooptado por los demócratas. Los grupos conservadores tradicionales encontraron espacio en el corrimiento a la derecha del Partido Demócrata.
El Partido Republicano cometió el error estratégico de no negociar con Trump y preferir alianzas con los demócratas Clinton, Obama y Biden. En el 2016 Trump había quitado a los demócratas el dominio e Iowa, Wisconsin, Michigan, Ohio, Pensilvania y Florida y en el 2020 Trump por esfuerzo propio mantuvo Florida. Hay la percepción equivocada de que Arizona es conservador, pero en las últimas cinco elecciones presidenciales ha votado demócrata, aunque ahora Trump hizo subir la votación casi a empate.
Sin liderazgos políticos, hundido en alianzas oscuras con los demócratas, con una mayoría en el Senado por Trump y ahora sin rumbo y sin una propuesta de ideología conservadora moderna, el Partido Republicano fue el gran derrotado en las elecciones. Y falta por ver qué va a hacer Trump si el proceso legal le asigna la victoria a Biden, porque se posicionó –a pesar de una campaña en contra en el establishment demócrata-republicano de los principales medios de comunicación– como un líder conservador duro, visibilizó a la ultraderecha violenta y agitó a la participación directa de ciudadanos que antes habían repudiado el modelo de representación intermediadora de lideres políticos que en realidad servían a los grupos conservadores con alto poder adquisitivo.
Luego de acomodarse en el conservadurismo ideológico light interno, los republicanos se convirtieron en el complemento radical del conservadurismo bélico en la política exterior en su vertiente militarista de los demócratas ahora en la fase antiterrorista. Pero para mantener su base militante interna animada, los republicanos necesitarán de propuestas políticas coherentes y de respuesta a las demandas de la derecha sobre todo radical. El discurso antinmigrante de Trump reconstruyó la ideología racista estadunidense que forma parte de la identidad excluyente ideológica de los EE. UU., como lo ha evidenciado la crisis de brutalidad policiaca de policías de estados y condados demócratas contra minorías afroamericanas e hispanas, una especie de guerras civiles moleculares en el modelo de Enzensberger.
Si Trump decide seguir en política y construir un nuevo partido o de plano arrebatarles el partido a los republicanos, a los EE. UU. le esperan luchas ideológicas internas que habrían desatado la alianza Clinton-Bush-Obama y la complicidad de las élites republicanas contra Trump
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Política para dummies: La política es el movimiento perpetuo de las contradicciones sociales.
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