
Toma y daca de la relación México-Estados Unidos
ROBERTO: Asistí hoy (casi de madrugada, 8.30 A.M.) al desayuno de la Asociación de Egresados UNAM-Morelos que preside la bióloga IRMA VICHIDO, con CUAUHTÉMOC BLANCO, en el Club de Golf Cuernavaca, propiedad de CARLOS SLIM. Maravilloso escenario de césped que da pena pisar, tapizado prácticamente de garzas blancas y pavorreales.
Debo confesar que no conocía personalmente al famoso “Temo” y que tampoco lo había escuchado hablar. Genuino, sin el arte de la palabra. Llegó a la alcaldía por una sorpresa que dio el voto de la ciudadanía harta del PRI y el PRD, de la violencia, la corrupción y la inseguridad. Su partido, el PSD, lo nominó para tener una votación que le permitiera seguir con el registro, y he aquí que su triunfo fue inesperado.
Se sentó en el sillón de presidente de un ayuntamiento que se encuentra prácticamente en quiebra, con una deuda de mil 500 millones de pesos que es igual al presupuesto anual de la comuna. Cómo hacer para cubrir el déficit, si los ingresos apenas alcanzan para cubrir la nómina del gasto corriente. NI su partido esperaba ganar ni él esperaba una situación así.
Los egresados de la UNAM, la mayoría morelenses y la mayoría residentes de Cuernavaca le ofrecieron su colaboración con propuestas realistas, sin más interés que el de sacar “el buey de la barranca” como se dice de manera corriente. Ojalá les agarre la palabra, porque Cuernavaca merece mejor destino.
Sorpresas de la política, resulta que CUAUHTÉMOC se ha convertido en un asiduo invitado al Palacio de Covián en Bucareli. La razón es obvia: Si las cosas siguen de mal en peor para PRI en Morelos a lo mejor estarían pensando él como candidato al gobierno estatal de la coalición entre PRI y PSD. El PAN está perdido, y el PRD con GRACO está peor. No aseguro que el ex futbolista será candidato a gobernador, pero todo puede suceder en un país como el nuestro donde hay que perseguir el voto con el mismo afán con que se persigue a la “chuleta”.
CUAUHTÉMOC BLANCO, como “El Bronco” en Nuevo León, llegaron por el voto del hartazgo. Fueron la primera expresión real de la alternancia en México. “Temo” como abanderado del PSD y “El Bronco” como independiente.
De cara a los resultados de la elección del domingo pasado, muchos analistas hablan de que en los 14 estados donde los comicios se llevaron a cabo, los ciudadanos señalaron el camino de la “alternancia”. En efecto.
Hay algo más atrás de esto. Que en las elecciones presidenciales de 2018 los partidos, cobijados en la tendencia de la alternancia opten, como ha propuesto MANLIO FABIO BELTRONES desde hace algunos años, por un gobierno de coalición, donde ya sea por una planilla única o bien, según la votación que hayan obtenido, conformen un gobierno donde estén todos los partidos representados.
No sería descabellado que esto sucediera.
Claro, no es sencillo. El propósito de adoptar la fórmula de los gobiernos de coalición sería para fortalecer al Estado mexicano, el cual, de 1997 a finales de 2012, sufrió una parálisis parlamentaria que hubo necesidad de reactivarla con el Pacto por México. De 1997 a la fecha, ninguna fuerza política ha alcanzado una mayoría que le permita ejercer acciones de gobierno en forma independiente; la pluralidad, la alternancia y la competencia llegaron para quedarse.
Los artículos 49 y 116 Constitucionales que nos hablan de la división de poderes no son impedimento; la estrecha colaboración entre el Poder Ejecutivo con el Legislativo resulta una condición indispensable para la gobernabilidad y el desarrollo y fortalece la capacidad para que las demandas de la sociedad sean satisfechas por parte del Estado, más allá de pactos.
Un gobierno de coalición se forma cuando un grupo parlamentario no tiene mayoría suficiente para formar gobierno, por lo que se ve obligado a negociar con otro grupo, normalmente de ideología política afín, para formar un gobierno conjunto. Ojo, en México ocurre que partidos tan disímbolos como el PAN y el PRD van agarrados de la mano.
Los gobiernos de coalición son propios de los sistemas parlamentarios europeos en los que la formación del gobierno requiere de la confianza del parlamento. En los sistemas presidencialistas, mayoritarios en América, el jefe del gobierno es electo por votación popular y puede ejercer independientemente del partido que tenga mayoría en el parlamento. En el parlamentarismo, el partido con más representantes tiene la iniciativa para formar gobierno después de unas elecciones. Si cuenta con mayoría absoluta, su candidato será investido como jefe del gobierno y tendrá suficientes garantías para gobernar en solitario. En el caso de que no llegue a la mitad de los escaños de la cámara, el partido ganador tiene la opción de formar un gobierno en minoría (para lo cual deberá negociar con otras fuerzas políticas para persuadirles a que voten a favor de su candidato en la investidura), o bien legislar buscando apoyos parlamentarios.
Formar un gobierno de coalición significa acordar con otra(s) fuerza(s) la creación de un gabinete de gobierno que contenga miembros de todos los partidos del acuerdo.
La iniciativa de formar un gobierno de coalición suele proceder del partido ganador de las elecciones. En ocasiones, el partido triunfador, si no tiene mayoría absoluta, se puede ver superado por el resto de fuerzas políticas, si estas conforman un gobierno de coalición. Esto debe tomar muy en cuenta LÓPEZ OBRADOR…si ganara.
Los electores optaron el domingo por la alternancia de partidos políticos en los gobiernos municipales. Por ejemplo, en seis de las 12 capitales estatales en disputa, los ciudadanos votaron por un partido distinto al que gobierna. Las ciudades de Durango, Chetumal, Chihuahua y Pachuca pasaran del PRI al PAN. Mientras, la capital de Tlaxcala dejará de ser panista para volver a ser del PRI. La capital Zacatecas pasó de ser priista para quedar en manos de Morena.
En la partidocracia, cosa distinta a los gobiernos de coalición, importa quien gane, pero el triunfador se ve cooptado por otros partidos, de ahí que requiera negociar con las fuerzas políticas para contar con su voto en los debates legislativos y la aprobación de sus iniciativas.