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Indicador político
Inverosímil la advertencia al régimen obradorista que hace uno de los más lúcidos afines al proyecto. No tiene desperdicio buena parte de lo que expresa Jorge Zepeda Patterson en su colaboración de este martes 18 en Milenio diario. Su llamada de alerta contra la corrupción es fundada, precisamente porque, como señala, un régimen sin contrapesos significa que el pragmatismo propio del poder arrolle cualquier principio ético y vuelva aceptable cualquier decisión por cuestionable que sea.
De esta manera se puede vivir en lodazal pensando que es propio y en bien del proyecto. ¡Bienvenidos a la triste y penosa realidad! El problema de la ausencia de escrutinio resultado de la elección pasada no es de ahora, sino la esencia misma del proyecto político. El obradorismo, como cualquier programa autoritario, hace de la maximización del poder su objetivo.
No es un medio, es un fin y el que quiera darse por engañado el tiempo habrá, tarde que temprano, de ubicarlo. Ganar el poder o mantenerlo a toda costa conduce a la degradación de los fundamentos éticos o políticos sean la equidad social, acabar con la corrupción, abatir la impunidad o ganar la batalla por la seguridad y el fin de la violencia. Abonarse en las intenciones resulta seductor hasta para los mejores, sucede también en Estados Unidos con los adláteres del presidente Donald Trump; pero la realidad es que no existen coartadas para la solución de los grandes problemas y los desafíos que todo proyecto en el poder enfrenta.
La democracia, sus reglas y principios, es un camino sinuoso y, a veces incierto, pero es lo mejor que existe para el presente y andar el futuro. Son muchos los costos en el camino autocrático; primero, la merma de las libertades, particularmente la de expresión, ocasionando que prevalezca la propaganda sobre el debate o la deliberación, el dogma sobre la libertad, la ideología sobre la razón.
Disentir es visto como traición a la patria, sin posibilidad alguna de que quien gobierne tenga el pulso a partir no del consenso, sino del análisis riguroso del presente y de las acciones que se emprendan. El consenso suele ser trampa mortal, porque a partir de éste se asume mandato para imponerse a todos y desentenderse de la ley y de los procesos obligados para las decisiones públicas.
Observar con detenimiento la situación que se vive en EU y la manera como el sistema democrático está combatiendo los excesos del presidente, muestran qué no ocurrió en México y devino en el arribo del régimen autocrático con la complacencia de muchos que debieron haber alertado y actuado a tiempo. Para muchos es un exceso hablar de autocracia, incluso piensan que es una dramatización propia de la oposición.
Hay estándares convencionales para definir una democracia. La variable electoral o el respaldo popular es uno de los elementos, indispensable, pero no definitorio. Los contrapesos, las libertades, un gobierno al servicio de todos y la legalidad producto de un poder judicial independiente son fundamentales. México nunca ha sido una democracia bajo los estándares regulares, pero se reconocía su avance y potencial para evolucionar hacia allá.
Hoy, es el caso de una democracia fallida; seguramente con la pérdida de la autonomía del Poder Judicial y el colapso de la garantía de constitucionalidad de los actos de las autoridades y del Congreso. México esa hora un régimen autocrático. Las clasificaciones de régimen no sólo son académicas o conceptuales, también son prácticas; inciden en la calidad del gobierno, en la certeza de derechos y la justicia, así como en la manera de lidiar con los problemas que toda nación enfrenta.
El pragmatismo suele ser virtud cuando es consecuente con el juego democrático, la legalidad y la división de poderes; el pragmatismo autoritario no, porque estorban los principios, las leyes y la coexistencia en la diversidad.
El régimen se torna fábrica de venalidad y los corruptos ganan terreno. Igual sucede con su desapego a la verdad y al respeto al otro. La imagen del gobernador Rocha con la credencial de Morena lo dice todo. El asunto no es menor y tiene que ver con dos iniciativas fundamentales de la presidenta Sheinbaum y que significan que es su convicción política cortar los cuernos, el rabo y algo más al diablo que se ha engendrado al interior del proyecto.
Eliminar la reelección consecutiva o inmediata de legisladores tiene tal efecto; asimismo, el freno al nepotismo que amenaza no sólo con normalizarse, sino volverlo virtud.
El texto original de este artículo fue publicado por la Agencia Quadratín en la siguiente dirección: https://yucatan.quadratin.com.mx/opinion/el-pragmatismo-del-poder-puerta-abierta-a-la-venalidad/
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