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La Cruzada Nacional contra el Hambre lo único que nos dejó fue la radiografía de la pobreza en Chiapas: incluyó a 55 de los 118 municipios del estado.De estos, ubicamos a los municipios con mayor número de pobres: San Juan Cancuc y Aldama, con el 97.3% de su población en esta condición.
A estos le sigue muy de cerca un grupo de municipios con más del 96% de su población en condiciones de pobreza: Chalchihuitán, Sitalá, San Andrés Larráinzar y Santiago El Pinar.Entre los municipios con mayor número de pobres extremos se encuentran Mitontic, Chenalhó, Larráinzar, Pantelhó y Sitalá, donde más del 70% de su población se encuentra en estas condiciones.
Además de Aldama, Chalchihuitán y San Juan Cancuc, los tres municipios en situación extremadamente crítica pues alcanzan casi el 80% de su población.
Hay otro grupo compuesto por 31 municipios que tiene un alto porcentaje de su población en condiciones de pobreza, entre los que destacan Ocosingo, Huitiupán, San Andrés Duraznal, Nicolás Ruiz, Amatán, Pantepec, San Lucas, Teopisca e Ixhuatán, donde más del 90% de su población está en condiciones de pobreza y casi el 50% en pobreza extrema.
sí que no le anden dando vueltas y más vueltas al asunto, no hace falta más foros y consultas ni más estudios para dimensionar el gran problema de Chiapas. La pobreza material toca a la mayoría de los chiapanecos y es de tal magnitud, que abruma, sobre todo en comunidades indígenas y campesinas.
Y abruma porque entre estos municipios se encuentran aquellos que hace dos décadas eran líderes en la producción de granos básicos: Chiapa de Corzo, Chicomuselo, Frontera Comalapa, Tapachula, Villa Corzo y Villaflores.
En estos municipios se encuentran los nuevos pobres, por si las instituciones tienen que buscar dónde están las nuevas masas de chiapanecos paupérrimos.
De los 55 municipios incluidos en la Cruzada Nacional contra el Hambre, 25 presentan una situación de extrema vulnerabilidad.
Estos municipios abarcan una población de 786 535 habitantes, el 16.3% de la población total, cuyo nivel de pobreza general oscila en un rango del 90.2% al 97.3%, de pobreza extrema entre el 54.3% y el 80.5%, y una población con hambre que va del 31% al 60%.
De estos veinticinco municipios, siete aportan el mayor número de habitantes con hambre, cuya suma alcanza la cifra de 180 431. Estos municipios son San Juan Cancuc, Chenalhó, Chilón, Zinacantán, Chamula, Oxchuc y Pueblo Nuevo Solistahuacán.
Y mucho ojo: Chilón aporta el mayor número de personas con hambre, con una cifra que asciende a 56,180 personas. Este municipio se caracteriza porque la mayoría de sus habitantes son indígenas, con una población predominante joven: el 46.2% de la población de 3 años y más se incluye en el rango comprendido entre los 5 y 19 años.
En cuanto a la población que habla lengua indígena, ésta representa el 96.4% de la población mayor de 3 años; y de ésta, el 45.5% no habla español. Son cifras ponen de relieve el estado de emergencia de estos municipios olvidados, que son el blanco de un discurso gubernamental que plantea hasta lo «imposible» su propósito de sacarlos de la exclusión.
Pablo Salazar Mendigichia pretendió abatir los rezagos para sacar a estos municipios del rango de pobreza y marginación en que se hallan. Pero solo fue una estrategia mediática: pisos firmes y acceso al agua entubada. Con eso, Salazar Mendiguchia pretendía ‘limpiar’ aquellos indicadores que los índices de Desarrollo Humano toma en consideración en sus referentes y proyecciones anuales.
Era una especie de ‘Atole con el dedo’ para la ONU.Juan Sabines Guerrero centró su atención en 28 municipios con el menor índice de desarrollo humano e implementó un programa alineado a los 17 Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), pero no logró cambiar la realidad de pobreza y marginación que viven sus habitantes, aunque las Naciones Unidas en México le otorgó el premio Más, por sus políticas públicas orientadas a ese propósito.
Todo fue cabildeo internacional con poca efectividad práctica.Manuel Velasco Coello no tuvo políticas públicas. Por el contrario, su ambición política, provocó permanentes conflictos sociales y políticos en los municipios indígenas, reteniendo y desviando participaciones federales y deteriorando aún más las terribles condiciones infrahumanas en que vive la población de esos municipios.
Los ejemplos más claros son Oxchuc y Chenalhó, donde Velasco Coello, y más aún el ahora senador del MORENA, Eduardo Ramírez Aguilar, defenestraron a sus autoridades constitucionales y retuvieron los presupuestos en obra pública, provocando mayor rezago. Rutilio Escandón Cadenas tiene pues frente a sí, un reto mayor, aunque el mayor reto es para el presidente de México, el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, porque es él quien deberá encabezar un plan integral que saque a Chiapas de este círculo perverso de saqueo de recursos públicos versus mayor empobrecimiento de la población.
Rutilio Escandón Cadenas -está claro- no tiene ni la más remota idea del reto que significa gobernar Chiapas en un proceso de cambio de régimen en México. Y no tiene idea de por dónde empezar, porque él mismo pertenece a ese pasado pernicioso, de ignominia, de una clase política de corruptos que se ha alternado en el poder en Chiapas para horadar las finanzas públicas y enriquecerse en el servicio público.