La intolerancia
Uno no puede simplemente hacerse de la vista gorda y como que aquí no pasa nada.
Porque pasa mucho.
Uno no puede quedar indiferente, como estatua de sal, ante tanto abuso.
Chiapas es solo murmullos.
Que aquí, que allá o acullá.
Pocos son los que levantan la voz, los que martillean, la dolorosa realidad que asfixia a miles, que agobia a tantos.
Manuel Velasco Coello rompió todo récord de excesos.
Los chiapanecos aún padeceremos la secuela seis años de un mal gobierno, el que encabezó Manuel Velasco Coello.
Nadie sabe a dónde llevó tantos millones de pesos que la Federación transfiere año tras año a Chiapas: casi 500 mil millones de pesos en los últimos seis años.
Como que nos han acostumbrado a ver tanta pobreza, tanta injusticia.
Como que la dominación es mental: vemos la realidad brutal como algo propio, natural, y parte del paisaje, inherente a los pueblos indígenas que la padecen.
De nada sirve gritar, llorar, patalear.
El sistema de opresión se impone, censura, acalla.
Y la radio, prensa y tv se apegan al guión, sumisa, cómplice.
De acuerdo a cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), en diciembre de 2012 Manuel Velasco recibió de Juan Sabines Guerrero una deuda de 16 mil 412 millones de pesos.
Para finales de 2013, sólo un año después de iniciar su administración, la deuda pública estatal ya ascendía a 20 mil 826 millones de pesos.
Velasco Coello entregará a Rutilio Escandón una deuda de 20 mil 849 millones de pesos.
En los primeros seis meses de este año el gobierno de Velasco contrajo tres nuevos compromisos por alrededor de cinco mil 700 millones de pesos, el más importante de ellos por un monto de dos mil 918 millones de pesos a un plazo de 20 años.
Chiapas vive tiempos aciagos. No solo por su lacerante pobreza; también por la inestabilidad política derivada de la ingobernabilidad.
Las más recientes estadísticas nos muestran en un vértice peligroso de inseguridad e ingobernabilidad.
Los chiapanecos estamos cansados, hartos. Hemos vivido seis años de simulación y engaño.
Por eso el relevo gubernamental de mañana sábado 8 de diciembre, y el ascenso de Rutilio Escandón Cruz Cadenas a la gubernatura de Chiapas, genera nuevas expectativas.
Ojalá no sea sólo un eufemismo. Ojalá el aparente cambio no solo sirva para disfrazar, ocultar, enterrar, perdonar, no castigar, y dejar en la impunidad tanto abuso de poder y la desmesurada rapiña que se exhibe cínicamente ante nuestros ojos.
En Chiapas hay poca esperanza en un ‘cambio verdadero’.
Los Verdes se mudaron a MORENA y despedazaron la fe de miles de chiapanecos.
Dicen que la incomprensión arruina al valiente, si a pesar de gritar los hechos nadie lo escucha.
Algo similar pasa en Chiapas.
Porque lo que más perturba al hombre es la puñalada por la espalda causada por la traición de los suyos. Eso es lo que les rompe el corazón.
Y el MORENA lo hizo: desplazó a sus liderazgos locales por advenedizos del PVEM.
Por eso AMLO debe saber -como seguramente sabe- que con la alianza de MORENA con el PVEM en Chiapas no solo pisotearon la dignidad de miles de chiapanecos, también fracturaron la unidad del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).
Para ganar, AMLO se alió a políticos corruptos del viejo régimen, algunos sindicados, incluso, de lavado de dinero y probables vínculos con el narcotráfico internacional. Es decir, han sido sindicados como probables ‘narco políticos’. Es el caso de Eduardo Ramírez Aguilar y de la familia de Sasil de León Villard, quienes se aliaron a López Obrador en la campaña por la presidencia de México. No podemos hacernos de la vista gorda ni quedarnos calladitos como para decir ‘aquí no pasa nada’. Son muchos los que con encuestas en mano, brincaron al movimiento de Andrés Manuel López Obrador antes que el barco se hundiera. Es el caso de Juan Pablo Montes de Oca, quien ganó la diputación local en Venustiano Carranza y Miguel Prado de los Santos, ex secretario de Pesca. Todos ellos, ahora, son parte del séquito de AMLO, de la llamada ‘Republica amorosa’ que cautivó a más de 32 millones de mexicanos el día de las votaciones. ¡Que viva la 4a transformación de México! Sí, ¿pero… a qué costó? A Eduardo Ramírez Aguilar se le mencionó probables vínculos con un narcotraficante muy conocido que residía en Comitán de Domínguez, municipio de Chiapas que tocó gobernar a Eduardo Ramírez Aguilar, ex secretario General de Gobierno en Chiapas, ex presidente del Congreso local, ex líder estatal del PVEM, y ahora Senador electo de la coalición “Juntos Haremos Historia”. Y a Sasil de León Villar, pero más a su hermano Alfredo, el ‘Pasha’ de León Villard, se le ha vinculado con otro narcotraficante que ha operado en el sureste de México. Oscar de León González es la cabeza de la familia y padre de 8 hijos que procreó con su esposa Dora Luz Villard. Le apodaban ‘El Guasón’. Se asegura que Ramírez Aguilar protegía al famoso narcotraficante detenido y ahora ya fallecido, en tanto que a la familia de la ahora Senadora por MORENA se le sindica de todos los males que ‘El Peje’ dice querer desterrar de México. Enriquecimiento ilícito, desvío millonario de recursos públicos, manejo de obra pública, nepotismos, y un sin fin más de veleidades que a cualquiera sonroja, menos a AMLO. Eduardo Ramírez Aguilar y Sasil de León Villard son pues dos frijolotes en el arroz en la construcción de la 4a República ¿o acaso serán, ambos, Ramírez Aguilar y De León Villard, parte de la tan cuestionada amnistía anunciada por AMLO?
Diciembre 2018