Indicador político/Carlos Ramírez
En términos jurídicos el ex gobernador Andrés Granier Melo ya no tiene nada que temer, y si así lo deseo puede incursionar de nuevo en la política. El problema para él es, más bien, de tipo moral. La duda es si lo absolverá la historia.
De acuerdo con un experimentado político tabasqueño, el ex mandatario, si quisiera, podría demandar por daño moral, al quedar establecido que las imputaciones que se le hicieron en los tribunales y hasta en los medios no tuvieron fundamentos.
Lo viciado del caso que llevaron a las autoridades a declararlo inocente, de prosperar la demanda en contra de Núñez y del Estado, le produciría un resarcimiento económico, que seguramente le ayudaría para costear su defensa en uno de los despachos más prestigiados de México, el del abogado Eduardo Luengo Creel.
Sin embargo, el observador político asevera que lo importante para Granier, más que lo material, es la reivindicación moral y social de él y de su familia, en particular de su único hijo.
El químico debe ansiar la absolución del juicio de la historia, y esa no se la conceden ni los jueces ni el Poder Judicial o la Judicatura, sino los ciudadanos de Tabasco, para lo cual requiere conformar una opinión pública favorable a él.
Es decir, está necesitado del perdón del intangible tribunal del pueblo y de la llamada memoria colectiva.
En esta parte el politólogo se pregunta qué tanto le beneficia o perjudica a Granier el papel de víctima.
“Cómo ser digno sin ser víctima, tomando en cuenta que sobre la victimización está la dignidad”, plantea el experto en la materia.
Por lo pronto, el ex gobernador parece haber iniciado su defensa mediática ayer mismo.
Un día después de ser absuelto de las acusaciones que lo mantuvieron casi un sexenio en prisión, Granier aseguró que su encarcelamiento “fue resultado de una persecución política”.
En un mensaje leído este jueves en una estación de radio, el químico se refirió, sin mencionarlos por su nombre, como los responsables de su caso al ex presidente Enrique Peña Nieto y a su antecesor, el perredista Arturo Núñez Jiménez, su compadre.
“Fui encarcelado y acusado sin fundamentos legales y se causó un daño moral irreversible a mi familia y a mí”, sostuvo, en alusión a que también su hijo Fabián Granier Calles estuvo detenido hasta hace poco en el Centro de Readaptación Social del Estado de Tabasco (CRESET), bajo los cargos de defraudación fiscal, mismo delito que le imputo la administración de Peña a él.
“La verdad se abrió paso a la mentira, las instituciones de la justicia actuaron apegadas a Derecho y el veredicto de la historia pone a quien en su lugar”, sostuvo, en aparente referencia a que a la gestión de Núñez Jiménez le han encontrado infinidad de irregularidades como el gasto de 6 mil 500 millones de pesos fuera del presupuesto autorizado, según denunció hace poco el actual mandatario, Adán Augusto López Hernández.
“Fueron cinco años (y) 10 meses en que estuve privado de mi libertad, luchando para demostrar que mi encarcelamiento fue resultado de una persecución política”, expresó.
Granier aseveró que “pronto regresaré a Tabasco a dar la cara, como siempre lo he hecho a lo largo de mi vida personal y política”.
El priísta, de profesión químico, ha sido el gobernador más popular que ha tenido Tabasco desde 1988 que surgió aquí la oposición al PRI con la renuncia a este partido del ahora presidente Andrés Manuel López Obrador.
En redes sociales y en programas de radio, muchos ciudadanos manifestaron su solidaridad con Granier, al tiempo que urgieron al nuevo gobierno para que presente las demandas penales en contra de Arturo Núñez y de su esposa Martha Lilia López Aguilera.