Teléfono rojo/José Ureña
…es figura emblemática de nuestra libertad de prensa; uno de los mejoresperiodistas en la historia de este oficio–; generoso, enrome, desmesurado, entero, independiente, incómodo, renuente… y sobre todo entrañable. “Sé de mi piel, conozco mi alma”, solía repetir.
«Llevaba el en la piel y en la entraña; no se sabía cuál era la piel y cuál la entraña” recuerda Carlos Marín, uno de los fundadores del semanario Proceso junto con Julio Scherer, quien antes había convertido aExcélsior en el diario más importante del país, un periódico de pesadilla para los hombres del poder, del cual fue despojado.
Don Julio hereda la riqueza de su acervo; lecciones de constancia, disciplina y esfuerzo; habilidad suprema para el trabajo macizo; amante del dato preciso. Tuvo la luz de un genio contenido al final por un cuerpo enfermo, cansado y jorobado.
Veintidós libros escritos por Scherer serán indispensables como memoria crítica para comprender los últimos 58 años mexicanos a través de los protagonistas del poder, las tragedias y matanzas, los conflictos y protestas, los secuestros y delincuencias, las cárceles y renombrados presos, la pobreza sometida por la riqueza, el triunfo de la cultura y la belleza… y la crónica ejemplar de un reportero convertido por profesión, afición y vocación en referente obligado para discernir entre el antes y el después de nuestro amado quehacer. La nuevas generaciones de informadores están obligadas a leerlo… y no olvidarlo.
EL MONJE LOCO: Hoy que lo escriba Julio, Julio, querido Julio: “Al periodismo no le compete la eternidad, sólo saber y poder contar los minutos milenarios (…) aun a riesgo de sucumbir a la seducción en los laberintos del poder, donde se discute del hambre sin sentirla, la enfermedad sin padecerla, la ignorancia sin conocerla y la muerte prematura como una lánguida tristeza…