Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Otra vez retiembla en su centro la Tierra Caliente… y lo que arde quema.
Veintiún días después de la “Batalla de La Ruana”, Apatzingán –corazón de uno de los rincones más violentos del mundo– vuelve a ser zona de combate. Los nueve muertos –uno atropellado, ocho abatidos bajo fuego– y 44 detenidos, resultado del desalojo militar del cerco a la alcaldía, le agrega más combustible al drama.
Pocos por allá van a entender el mensaje de las Fuerzas Armadas para restablecer la ley y el orden ante lo que había tornado en desafío a juicio del General Miguel Ángel Patiño Canchola,Jefe de la 43/a Zona Militar, debido a la creciente presencia impune de gente armada en torno al edificio municipal. Muchos intentarán vincular el operativo de fuerza para someter a los transgresores a la justicia con otro atropello de los militares a los derechos humanos de quienes exigían la detención del líder de Los Caballeros Templarios.
El episodio es delicado; grave por decir lo menos.
Confusión, rumores, acusaciones e hipótesis cortan el aire a balazos; falta certeza y sobran sospechas.
Aún no está claro quienes tenían tomado el perímetro de la Presidencia Municipal de Apatzingán desde el 24 de diciembre; si se trató de autodefensas o sicarios del cártel de Los Viagras,o ambos; tampoco el combate para rescatar 23 vehículos asegurados por los uniformados; del lado oficial el silencio aturde.
De confirmarse la identidad de los detenidos, se trataría del primer enfrentamiento entre el Ejército –encargado de la seguridad de la zona a petición federal– y los autodefensas, hasta hace poco prohijados por el gobierno.
EL MONJE LOCO: Al Comisionado Federal Alfredo Castillo Cervantes volvieron a “agarrarlo” en off side; una vez más, como el marido engañado, fue el último en enterarse del operativo militar.