
Indicador político
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) vino amover el tapete al Gobierno Federal. Cinco días bastaron a la planamayor del organismo internacional para constatar lo que todossabíamos: México vive una severa crisis de Derechos Humanos. El diagnóstico de la CIDH caló profundo en las instituciones deseguridad y justicia… y al Subsecretario de Gobernación, RobertoCampa, le tocó bailar con la más fea. En una postura –por momentos bipolar– el responsable de losDerechos Humanos ha salido a descalificar los trabajos de la CIDH,pero al mismo tiempo, a garantizar plena colaboración del Gobiernocon los visitantes incómodos. Campa tiene razón al advertir que todo México no es Iguala… elasunto más escandaloso que enfrenta el régimen peñanietista.
De hecho, la CIDH reconoce avances legislativos en materia deaplicación de la justicia. El reporte califica de positivas medidas comoel nuevo Sistema de Justicia Penal; la integración del Código Federalde Procedimientos Penales, la nueva Ley de Amparo, el Plan Nacionalde Derechos Humanos y los mecanismos de protección a periodistas yactivistas.
El problema es que esas leyes de vanguardia por sí mismas noresuelven los problemas de fondo; la legislación electoral es un buenejemplo. De nada sirve la normatividad si no se aplican reglamentos y leyessecundarias. No es gratuito el penúltimo lugar de nuestro país en latabla del Índice Global de Impunidad.
El Gobierno federal puede argumentar con sustento lo mucho que seha escrito en el papel, pero no puede ocultar que estamos lejos delverdadero Estado de Derecho. Emilio Álvarez Icaza –Secretario Técnico de la CIDH– al irse pareceregalarnos una frase con fuerte olor a azufre: “entre tu y yo no haynada personal” (como aquella telenovela)…
EL MONJE LOCO: Canal 11 y Canal 22 estrenan directores. JimenaSaldaña y Ernesto Velázquez –respectivamente– tienen la misiónimposible de navegar en el mar de la pobreza extrema. Con mínimopresupuesto y recortes inevitables, habrán de hacer milagros ante laimposibilidad de recurrir a patrocinadores y anunciantes que suelenverse amenazados por el veto de las dos grandes cadenas nacionalesen cuanto dan señales de apoyar a la televisión cultural mexicana.
¿Sería mucho pedir a Hacienda que al menos parte de los 1 mil 808millones de pesos pagados por Grupo Imagen por la tercera cadenade TV, y los 415 de la multa pagada por Grupo Radio Centro en sufallida aventura por la cuarta, fueran canalizados al 11 y al 22?