Teléfono rojo
TELEFONO ROJO
· Peña: un equipo de transición, no de gobierno
· Videgaray, Osorio, Ruiz, Castillo, Lozoya, Nuño
· El creciente vacío de poder en Nueva Jerusalén
La era Enrique Peña Nieto empezará a tomar forma este martes en escenarios distintos.
El formal será en Polanco, cuando en un hotel el presidente electo de México difunda los nombres de quienes lo acompañarán en la primera etapa.
Importantes porque atenderán la transición de un gobierno panista a uno priísta, pero los desesperados o con resultados cuestionables pueden no alcanzar siquiera la orilla del 1 de diciembre.
Anoche primaba el hermetismo en el equipo regularmente discreto de Peña Nieto, pero algunos nombres son lógicos.
Al frente, adelantábamos ayer en este espacio, irá el infalible Luis Videgaray seguido por le hidalguense Miguel Angel Osorio Chong, ambos de plena confianza del futuro mandatario.
El primero será responsable de todo el proceso de entrega de información, cuentas y todo cuanto llevan los llamados libros blancos de cada dependencia.
Pero no se trabajará por secretaría u organismo, sino por sectores en el pasado llamados gabinetes- aunque cada responsable tendrá subordinados para dar seguimientos institucionales.
En ese esquema en el área de justicia cabe Alfredo Castillo, ex procurador del estado de México.
Otros convocados para hoy por el presidente electo: Claudia Ruiz Massieu, Frank Guzmán, Emilio Lozoya, Aurelio Nuño, Jorge Carlos Ramírez Marín y Héctor Velasco.
También eran mencionados los ex diputados Carolina Viggiano e Ildefonso Guajardo, ella en materia social y él en el rubro económico.
MURILLO Y EL ESCENARIO LEGISLATIVO
En el grupo se extrañará a Jesús Murillo Karam.
Enrique Peña Nieto lo prefirió en la Presidencia de la Cámara de Diputados para asegurar el orden durante el primer período ordinario de sesiones, cuyo acto culminante será la entrega de la banda presidencial.
Si todo sale afín a los propósitos, Murillo presidirá una sesión menos turbulenta a la de diciembre de 2006 y recibirá el símbolo del poder del panista Felipe Calderón y lo entregará a Peña Nieto.
Por lo pronto la instalación de la Legislatura se desarrolló en paz, apenas afeada con las mantas colocadas frente a la mesa directiva por 32 izquierdistas abiertamente afines a Andrés López y ningún senador.
El legislativo será el segundo escenario del día.
En el Senado de la República cada una de las bancadas hará sus posicionamientos y, a juzgar por lo expresado ayer en una comida entre Emilio Gamboa, Ernesto Cordero y Miguel Barbosa, a lo largo de la Legislatura privarán la civilidad y la apertura a la discusión de reformas fundamentales.
Si sirve de antecedente el inicio del período del sábado, la buena noticia fue la ausencia de pejistas rijosos Alberto Anaya, Manuel Bartlett, Ricardo Monreal, Dolores Padierna- en la protesta en el salón de sesiones del Palacio Legislativo.
MICHOACAN RECHAZA APOYO FEDERAL
En el gobierno federal causa extrañeza el comportamiento del gobierno de Michoacán por el conflicto en la Nueva Jerusalén.
No debieran estar sorprendidos.
El conflicto se incubó durante decenios a ciencia y paciencia de las autoridades nacionales y estatales, y a ciencia y paciencia de ambos se destruyó la escuela de la localidad.
Pasaron los meses y nadie actuó.
Llegó el ciclo escolar y los niños no tienen a dónde acudir a recibir clases porque, dicen en la ciudad de México, la administración de Fausto Vallejo no acepta el apoyo necesario de las secretarías de Gobernación y de Educación Pública.
La primera ni siquiera ha registrado a los fundamentalistas de Papá Nabor y la segunda quiso intervenir para instalar aulas temporales el plantel destruido era estatal y estatal será el nuevo, si se construye-, pero por lo visto no se aceptó la ayuda.
El secretario de Gobierno, Jesús Reyna, no ha solucionado el problema y si no ha habido nuevos derramamientos de sangre es por la presencia de fuerzas estatales y federales apostadas en torno a la Nueva Jerusalén.
Mientras tanto, los dos bandos religiosos, los tradicionalistas y los moderados, aprovechan el vacío de poder.