
Humildad y distinción
Gabriela Coutiño
Tuxtla Gutiérrez, Chis. 8 Julio.- El obispo de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel, lamentó el poder del dinero para tratar de influir en la decisión del electorado en la pasada contienda del uno de julio.
Entrevistado al término de la homilía dominical, el prelado dijo que es vergonzoso que se siga dispendiando tantos recursos en la publicidad, por parte de todos los partidos. Es dinero que ahora se convierte en basura, mucha ni siquiera reciclable, dijo.
Desde que se celebraron las elecciones en el país, Arizmendi Esquivel es el primer obispo que habla del tema, aunque no menciona nombres de candidatos y partidos políticos, señaló que es reprobable que se regale dinero se obsequien comales, láminas, camisetas, gorras, refrescos, o se rifen muebles e inmuebles, con tal de convencer a los ciudadanos.
Consideró doloroso que se siga intentando comprar el voto de los pobres, aprovechando su indigencia, o que se hagan trampas para cambiar los resultados de unas elecciones
El religioso dijo que la Diócesis que preside es muy respetuosa de los resultados, favorables al partido o a la persona que la mayoría eligió, o desfavorables para otros.
La iglesia católica indicó, ha aprendido a trabajar en su propia misión con toda clase de regímenes: desde los contrarios a la fe, como en la época de los césares perseguidores, o de los marxismos excluyentes, o de sistemas totalitarios, como también con autoridades más colaboradoras y abiertas. Lo importante es acompañar al pueblo en cualquier situación en que se encuentre.
A los candidatos ganadores, el obispo los exhortó para que en verdad su obsesión sea el bien del pueblo, en particular de los más pobres y desprotegidos, como indígenas, campesinos, presos, migrantes, enfermos y ancianos.
Y a quienes ahora el voto no les favoreció, les pidió que sean humildes para reconocer quizá sus errores, pero que demuestren en su vida diaria su vocación de servidores, si es que en verdad la tienen, haciendo el bien a su alrededor, sin otro interés que servir y dar parte de su vida para que otros vivan más dignamente.
Esa es la mayor satisfacción personal, la mejor realización humana y cristiana: servir y ayudar a quien lo necesite, aunque no tengamos cargos oficiales, apuntó.