Abanico
“Mamá Rosa”, marchita
La evidencia es dura… y las acusaciones durísimas.
Difícil rebatir las imágenes de abandono y suciedad del albergue “La Gran Familia”, de Zamora, Michoacán, difundidas por la Procuraduría General de la República (PGR).
Según las autoridades federales, esto huele mal y el lugar, peor. Chinches, pulgas y ratas infestaban ese cuartel de la miseria destinado a cobijar renglones torcidos de Dios.
Más datos. La PGR da cuenta de 597 personas, la mayoría niños y niñas, quienes permanecían en las peores condiciones tras las rejas de la esa jaula monumental.
Sin embargo, intelectuales como Enrique Krauze y Jean Meyer, arriesgan su credibilidad al cuestionar, sin haber estado ahí, el operativo policiaco y militar que ha revelado los probables horrores inhumanos cometidos bajo las ordenes de Rosa Verduzco Verduzco, fundadora y directora de esa supuesta sucursal del infierno.
La protesta crece, y no es para menos, tratándose de una anciana piadosa a la cual todo mundo buscaba para sacar “raja” política, cuando de campañas electorales se trataba.
“Mamá Rosa”, construyó su reputación a lo largo de 66 años. Su trabajo con los niños desvalidos inició en 1947 con la atención de una decena de menores abandonados en la calle. En 1973, “La Gran Familia” quedó constituida como Asociación Civil, y a partir de entonces más de 4 mil personas recibieron ahí refugio y educación.
Rosa Verduzco fue siempre un ejemplo reconocido por Gobernadores y Presidentes de la República. Su fama humanista cruzó fronteras. Enrique Krauze escribió en Twitter: “la Reina Isabel de Inglaterra le donó el gimnasio del albergue”. El Premio Nobel (de literatura) Jean Marie Le Clezio le donó sus regalías. “Luis González (y González, el historiador) fue su amigo”…
Quienes conocen la historia de “Mamá Rosa” hablan de su vida como un auténtico apostolado.
La tarea titánica de “Mamá Rosa” era financiada con donaciones y presentaciones públicas de la banda musical del albergue. Quienes pertenecían a esa “gran familia michoacana” podían cursar desde la primaria hasta estudios especializados en música, reconocidos por la Secretaría de Educación Pública.
Con el tiempo surgieron sospechas. El recién nombrado Gobernador de Michoacán, Salvador Jara Guerrero, dice haber encontrado cinco denuncias empolvadas, desde hace tres años, en los archivos de la Procuraduría michoacana. Pidió ayuda federal para resolver el asunto… y bastó una sola revisión al albergue para corroborar las condiciones de vida infrahumana padecida por sus habitantes.
Las acusaciones contra “Mamá Rosa” se multiplican. Según la PGR, una docena de testimonios acreditan maltrato, golpizas, violaciones, y abusos sexuales y económicos contra niños y adultos, obligados a mendigar. «Nosotros no fabricamos delincuentes, nosotros no inventamos culpables, nosotros investigamos sobre los hechos incontrovertibles», alega Jesús Murillo Karam.
En alto contraste, se ha formado todo un movimiento en defensa de “Mamá Rosa”. Ex integrantes del albergue, hoy maldito, y algunas organizaciones civiles, defienden a su fundadora. Hasta el ex presidente Vicente Fox ha empeñado su solidaridad con la señalada.
Enrique Krauze, reclama: “Injusto llenar de oprobio una vida sin conocer su historia (…) Injusto el linchamiento público”. Pero el linchamiento ha iniciado, aún sin existir una verdad jurídica, Rosa Verduzco, la “Mamá Rosa”, ya está marchita por el escándalo.
PENDIENTES: Urge conocer la posición de la CNDH. También faltan respuestas por la omisión de aquellas administraciones michoacanas, que en tantas décadas fueron incapaces de revisar la supuesta operación aberrante del albergue, y actuar en consecuencia. Ha de aclararse porque las denuncias fueron archivadas y no hubo, como hasta ahora, la menor intención de investigar. Y de paso, despejar el sospechosismo de un montaje político para desacreditar a gobiernos y políticos michoacanos opositores al debilitado PRI, en vísperas lejanas de un proceso electoral, para lo cual, todo suma… hasta la mentada “Mamá Rosa”.
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