Abanico
José Manuel Mireles arde de nuevo en la hoguera. La noche del miércoles, fue incinerado por segunda vez por los integrantes del Consejo General de Autodefensas de Michoacán quienes consideran su comportamiento como un peligro para la unidad del “movimiento”.
La primera ocasión le pegaron a Mireles en represalia por haber balconeado aquel encuentro del comisionado Alfredo Castillo Cervantes con José Farías Álvarez, –alias El Abuelo– dizque autodefensa vinculado con criminales. ¿Se acuerda?
Desde entonces, el embajador de Los Pinos le había perdido la confianza a Mireles; lo veía como un rebelde peligroso para la estrategia federal empeñada en rescatar a Michoacán de la violencia criminal… y no hallaba como quitárselo de encima. De hecho Castillo y Mireles no se hablaban directamente… lo suyo es pleito personal.
Ahora, los guardias civiles comunitarios aliados del Gobierno justifican la destitución y expulsión fulminante del “rebelde” Mireles Valverde por su excesivo protagonismo ante los medios de información, falta de transparencia en el manejo de recursos obtenidos para la causa y “acciones inadecuadas”, las cuales derivaron en la muerte de cinco integrantes de autodefensas. Es más, algunos hasta se atreven a suponer que el ex vocero de los grupos comunitarios está afectado de sus facultades mentales… y proponen someterlo a ayuda sicológica.
Mireles niega todo. Asegura tener el respaldo de 34 de los 36 grupos municipales de autodefensa; afirma que a la reunión de Coalcomán –donde se lo merendaron– sólo acudieron siete dirigentes, siete impostores sin fuerza ni representatividad.
Se trata –dice– de una venganza por haber cometido el pecado de cuestionar al comisionado federal, desconocerlo como interlocutor, y encarar mediante un video al Presidente de la República: (https://www.youtube.com/watch?v=SfRhbP3FSeI&feature=youtube_gdata_player).
Ni modo, eso le pasa a Mireles por andar de preguntón como el cineasta Alfonso Cuarón… y en el pecado de su autodefensa ha de cargar la penitencia.
A unas cuantas horas de concluir el plazo para que los guardias comunitarios no puedan andar armados por los caminos de Michoacán, la nueva “decapitación” de Mireles plantea una encrucijada toda vez que el carismático doctor tiene todo el poder para controlar el dinero y la organización de cuando menos 14 mil de los 20 mil autodefensas.
La ruptura coloca la situación michoacana en un punto ciego… y pocos podrían apostar a estas alturas por el éxito de los compromisos firmados para desmovilizar al grueso de los grupos civiles armados.
La confusión también arroja otro hecho innegable: la fractura irremediable entre los autodefensas michoacanos surgidos el 24 de febrero del año pasado para enfrentar a cártel templario e imponer justicia por propia mano en la Tierra Caliente.
Soltar los hilos de los rebeldes bajo el mando de Mireles equivale a abrir un nuevo frente de guerra… golpear otra vez al célebre médico de Tepalcatepec y perseguir a sus numerosas huestes podría resultar un remedio más caro que la enfermedad.
La inminente confrontación entre los “vengadores tolerados” es de pronóstico reservado. Ya veremos.