Abanico
La semana pasada el cineasta Alfonso Cuarón alborotó el gallinero –y sacó muchas ronchas– con sus diez preguntas al Presidente de la República acerca de la Reforma Energética.
Mal o bien, el ganador del Oscar por Gravity recibió respuesta inmediata en voces de los secretarios de Hacienda y Energía, y en la pagina web de Los Pinos… sin embargo, al parecer Cuarón no quedó satisfecho… y ahora se le hace chico el mar para echarse otro trago.
Educado, encarrilado, y ya en confianza, este lunes publicó un nuevo “desplegado” para plantear una última demanda a Peña Nieto.
¿Por qué no debatir?…
Cuarón argumenta la necesidad de “…tres debates en televisión abierta, en horario prime y cobertura amplia, (…) en los que se incluyan puntos de vista en favor y en contra, y en los que participen expertos en los diversos temas relevantes (económicos, jurídicos, técnicos, medio ambientales, sociales), representantes de los partidos, así como voces independientes de reconocida solvencia intelectual y moral interesadas en el tema…”.
El laureado director cinematográfico también lamenta “la pobreza democrática” que hubo en la aprobación de la reforma energética al considerar que las negociaciones cupulares sustituyeron los debates… y de pasadita, abolla la salpicadera de los medios de comunicación masiva al acusarlos de negarse a “promover y alentar un debate público, evitando las voces críticas y limitándose a reproducir la narrativa oficial”.
El cuestionamiento deviene en inquietud provocadora.
A muchos –no a todos– nos gustaría atestiguar tres, cuatro o los debates necesarios sobre reforma energética, tema crucial de la agenda nacional…
Pero…
Alfonso Cuarón se equivoca al inferir que sólo la narrativa oficial ha sido reproducida y las voces críticas acalladas por el poder y los medios de comunicación.
Pocas reformas como la energética han generado una discusión pública tan intensa. Los medios impresos han publicado todo tipo de posturas, desde la oposición férrea de quienes defienden la propiedad del petróleo, el rechazo a los cambios constitucionales y la promoción de la consulta ciudadana, hasta las voces de quienes estando de acuerdo con la apertura cuestionan los mecanismos planteados por el Gobierno y alertan sobre viabilidad de contratos en diferentes sectores, o la necesidad imperiosa de combatir la corrupción en un sector tan apetitoso para los grandes capitales. Ni que decir de la postura oficial, difundida una y otra vez en noticiarios, diarios, revistas y portales de internet.
Los matices abundan. Ninguna corriente ha sido acallada, y quienes se interesan en el tema pueden acceder a todo tipo de información… siempre y cuando se tome la molestia de buscarla.
El “ciudadano” Cuarón también equivoca al destinatario de su mensaje.
No es el Presidente de la República quien decide el quehacer de los medios masivos de comunicación, ni quien impone tendencias a los contenidos de programación o dispone a su antojo de los tiempos “prime time”… por cierto.