Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
La Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión pasarán por mayoría simple… les guste o no les guste, les cuadre o no les cuadre. No habrá nocaut; el pleito será zanjado por decisión dividida.
Si nada extraordinario ocurre en las próximas horas, este viernes será discutido el llamado Dictamen Lozano. El documento elaborado por el presidente de la Comisión de Comunicaciones y Transportes deberá pasar en primerísimo lugar la aduana panista; el fuego “amigo” es lanzado por el grupo maderista con Jorge Luis Preciado y Luis Alberto Villarreal –quien rebaja el conflicto al terreno callejero, al llamar “chiva loca” al corderista Javier Lozano–.
Luego vendrán las comisiones unidas Comunicaciones; Radio, Televisión y Cinematografía y Puntos constitucionales. Ahí, los leales a Lozano harán mancuerna con priistas y verdes, para enfrentar la oposición de la izquierda perredista reforzada por los fieles al otro Javier… Javier Corral.
Según Lozano, la prole tuitera puede estar tranquila; será rasurada toda tentación de censura; no habrá limitantes a la libertad de expresión ni tampoco al derecho a la información; solo se conserva la geolocalización telefónica en tareas policiacas para casos graves vinculados con el crimen. Eso dice… y como a Pinocho, le crece la nariz.
La gran discusión vendrá con la definición de atribuciones, la competencia de cada autoridad para aplicar sanciones y la creación del catálogo de faltas a la ley. El segundo punto candente será el régimen de concesiones, es decir, los criterios para dar y quitar permisos de transmisión en radio y televisión, y la migración de frecuencias de radio de amplitud modulada a la banda de FM.
Otro tema que sacará chispas, es la regulación asimétrica entre agentes dominantes y preponderantes… entre quién es quien.
A mitad de la tormenta, Javier Lozano promete una ley sin vacíos legales, con certeza jurídica y beneficios a usuarios de telefonía y audiencias de radio y televisión. Si la legislación se hace bien, habría sembrado el terreno para mejores servicios, mejores precios y mayor competencia; deberá expandirse el acceso a internet de verdadera banda ancha, y en el caso de la televisión, deberá abrirse el abanico de contenidos, se fomentará el trabajo de productores independientes y habrá claridad en los derechos las audiencias.
La gran pregunta es si la ley derive en un aliciente definitivo para generar mayor inversión en el sector de la discordia.
Según el Global Information Technology Report del Foro Económico Mundial, México ocupa el lugar número 79 de 178 en accesibilidad a tecnologías de la información, 16 sitios peor que el año pasado; ocupamos el lugar 81 en acceso a banda ancha; el 94 en acceso a contenido digitales; el 129 en precios de telefonía celular; el 85 en porcentaje de ciudadanos que utilizan internet –solo 38 por ciento–. El estudio advierte un lento crecimiento, insuficiente para competir en el mundo.
Ningún circulo virtuoso se va a crear sin infraestructura y de entrada. Los gigantes del sector no se notan muy convencidos de meter dinero en donde la ley los obliga a compartir sus “fierros”, es más, la vapuleada telefónica “preponderante” busca operar en nuevos mercados donde crecer no sea pecado; los demás, podrían capitalizar el potencial del mercado invirtiendo en la ampliación de sus redes y expandiendo el acceso a buenos servicios tecnológicos… o simplemente sacar provecho de lo que ya existe.
En cualquier caso, los frutos de la ley telecom se notarían a mediano y largo plazo.