Opinión/José Luis Camacho Acevedo
Los enemigos íntimos de la democracia
En medio del caos político, las sociedades buscan imponer sus propuestas democráticas por la vía autoritaria. Y en nombre de la democracia se han cometido grandes crímenes simbólicos contra la democracia. Ahora mismo, la bandera de la democracia es enarbolada por el poder popular que cierra espacios y por grupos activistas antisistémicos que lo que menos quieren es democracia.
Los cuestionamientos del presidente Peña Nieto contra el populismo han sido mal leídos. En el corto plazo se buscaron destinatarios superficiales: que si López Obrador, que si El Bronco Jaime Rodríguez, que si la política económica de gasto sin atender ingresos. Pero por encima de la coyuntura, hay que analizar el escenario político de la dialéctica democracia-populismo.
En el 2012 se publicó el libro Los enemigos íntimos de la democracia, del prestigiado intelectual búlgaro Tzvetan Todorov, refugiado en París en los sesenta huyendo de la dictadura comunista. La tesis radica no en la exigencia de la democracia por parte de ciertas masas sino en la consideración de la democracia como coartada: el socialismo autoritario asaltó el poder en nombre de la democracia y el capitalismo ejerce la relación utilidad-individualismo también en nombre de la democracia.
El problema es de concepto, la democracia es una categoría política utilizada según los intereses; pero acudiendo a la filosofía política de los griegos, la democracia es el gobierno del tumulto, de la masa. Platón y Aristóteles no eran devotos de la democracia sino de la república, y más adelante, después de la ilustración y del barón de Montesquieu, de la república representativa. La democracia, señala Todorov, es pluralismo y los movimientos de las masas son excluyentes: desde el integrismo islámico, hasta los movimientos antisistémicos violentos como los anarquistas o los padres de los 43 normalistas.
El tema central de la democracia es de adjetivos; Todorov encuentra tres elementos de la democracia: pueblo, libertad y progreso, y Octavio Paz agregó el del mercado como espacio de competencia democrática. El equilibrio entre estos elementos es la democracia; si uno se pone por encima del otro, la democracia es inexistente.
En este sentido, Todorov señala los tres enemigos íntimos de la democracia: populismo, ultraliberalismo y mesianismo, las tres expresiones de la desmesura política y de poder, sea del signo político que sea. Por ejemplo, movimientos populistas derivan en ruptura de los equilibrios del mercado. La democracia, recuerda Ralp Dahrendorf, puede permitir el acceso al poder de quienes llegan por la vía democrática a los gobiernos para destruir la democracia, como Chávez en Venezuela o toman el poder con la bandera de la democracia para implantar dictaduras personales como los Castro en Cuba.
Los maestros de las secciones 22 y 18 forman parte de un movimiento democrático, pero sus liderazgos y acciones son autoritarios. Por eso vale la pena recordar a Todorov: “la democracia está enferma de desmesura, la libertad pasa a ser tiranía, el pueblo se transforma en masa manipulable y el deseo de defender el progreso se convierte en espíritu de cruzada”.
Pero es la democracia la que engendra a sus enemigos íntimos y la alimenta de argumentaciones. Por eso los antídotos contra la democracia son los equilibrios, el pluralismo y el Estado de derecho, los verdaderos principios de la república representativa.
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