Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Un día, Javier Sicilia irrumpe colérico en el Congreso. Una semana después se muestra lisonjero, pero también clown de un acto histriónico: común, predecible, desgastado, sin idea, sin propuesta, contradictorio, repetitivo…
ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
SICILIA Y LA DIGNIDAD
Leo todas y cada una de las reflexiones de Samuel Hernández Apodaca, un distinguido y joven iusfilósofo veracruzano quien colabora cotidianamente en la página El Arca de Leer, también avecindada en Xalapa. Su punto de vista es invariablemente agudo y pletórico de referencias adquiridas por él en la academia.
No me sorprendió, por tal, que Hernández Apodaca haya recurrido a la lupa del sociólogo y también filósofo Jürgen Habermas para escudriñar en la reunión que, el último jueves, se desarrollara en el Castillo de Chapultepec entre legisladores y dolientes de la guerra de Felipe Calderón dizque en contra de la delincuencia organizada.
Y es en tal tenor que el filoso filósofo nos recuerda y a muchos nos enseña– que en el esquema habermasiano se favorecen algunas formas de habla, como decir la verdad y buscar la justicia cuando esto se hace de buena fe y con sinceridad, frente a la noción de persuasión interesada y al engaño.
Bajo este esquema, por más que se quiera defender lo ocurrido (una vez más en el Castillo de Chapultepec), no hay elementos racionalmente procesables para hacerlo. La reunión con legisladores que mantuvieron Sicilia y los suyos, parecía la oportunidad de cambiar la dinámica de diálogo.
En el sentido habermasiano decir la verdad y buscar la justicia se convirtió en un acto histriónico. Común, predecible, desgastado, sin idea, sin propuesta, contradictorio, colérico y repetitivo así llegó Javier Sicilia e inició su intervención entre citas de poemas y minutos de silencio. A diferencia de la semana anterior (cuando irrumpió en una sesión de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión) en la que llegó exigente, retador, cual porro conservador; en esta ocasión se rodeó de algunos intelectuales, llegaron con propuestas, se percibía un ambiente diferente.
A pesar de las lamentaciones, reclamos, quejas, hubo intervenciones con propuestas y tras más de cinco horas de acusaciones, recriminaciones, donde prácticamente los legisladores fueron obligados a comprometerse, parecía que sería diferente, pero no lo fue, su principal rostro (Sicilia) lo echó a perder.
Su posición de venimos con buena voluntad es una afirmación complicada de interpretar. En su expresión de que el país, nuestro México, vive una emergencia nacional, hay coincidencia y me parece que difícilmente alguien puede sostener lo contrario.
Por desfortuna el llamado Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad y Javier mismo, han perdido el rumbo. Sicilia no ha dejado en ningún momento de mostrarse como un hombre lleno de rencor, colérico y contradictorio; se presenta como un borracho que golpea la mesa para exigir a gritos, un trago, pero habla en voz bajo para pedirlo fiado.
¿Qué futuro le espera al Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad, si su principal personaje, Javier Sicilia, recrimina a los legisladores el permitir a Calderón vulnerar la Constitución al involucrar al ejército en la guerra que no es guerra, pero al mismo tiempo violenta la ley de protección a los no fumadores, y se permite fumar, en plena sesión frente a los legisladores criticados por no hacer cumplir la ley?
¿Qué futuro le espera al Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad si Javier Sicilia encendió un cigarro y lo fumó completo? Si insultó a los legisladores, les dijo que no creía en ellos y luego se despide presentando sus respetos y abrazándolos.
¿Qué futuro le espera al Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad, si primero se involucran en pedir justicia y más tarde exigen reforma política ya? Tiene futuro un Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad, si su principal rostro afirma no estoy construyendo imágenes políticas, pero se empeña en demostrar efusividad personal?
¿Puede mantener su dignidad un movimiento cuyo principal rostro expresa abiertamente que es gandhiano y cita una y otra vez que no hay caminos para la paz; la paz es el camino; pero olvida que el mismo Gandhi afirmó: He tomado sobre mis espaldas el monopolio de mejorar sólo a una persona, y esa persona soy yo mismo?
¿Puede mantener su dignidad un movimiento cuyo principal rostro, besa a diestra y siniestra conduciendo emociones personales y olvidando que representa a los dolidos? Porque el problema no son los besos, sino las contradicciones y los mensajes que transmite.
¿Qué pretenden Javier Sicilia y quienes encabezan el Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad, al insistir en las candidaturas ciudadanas,si son un movimiento que originariamente no tiene objetivos electorales? ¿Por qué la insistencia fanática en legislar ya sobre este tema?
¿Puede Javier, incitar a un movimiento a descargar su ira contra un poder, en este caso el Legislativo y escudarse en su emotividad personal para abrazar y besar a quienes hasta hace unas horas había llevado casi al extremo de la humillación con sus palabras?…
¡Ah, la dignidad!
Índice Flamígero: Con este ejercicio de diálogo, sensibilidad y tolerancia, hemos dado un gran paso hacia los acuerdos y las reformas que México necesita y respondemos al escepticismo y la desconfianza de la sociedad en las instituciones de representación popular Sin más demora se debe concretar en los hechos el compromiso, realizado de cara a la sociedad, de aprobar la reforma política y abrir el Gobierno a la participación directa de los ciudadanos en los asuntos públicos. Manlio Fabio Beltrones. Coordinador de la bancada priísta en el Senado de la República.
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